domingo, 29 de enero de 2012

Frito variado: fontaneros, sentencias y ortografía.

    Un buen día, uno se levanta y se encuentra un charco en el cuarto de baño, y como cuando nos contaron que los Reyes eran los padres, decidimos que aquello no está ocurriendo en realidad. Pero al día siguiente vuelve el charco a surgir de la nada aparente, y además sube la vecina de abajo a decirnos algo peor que lo de los Reyes Magos: que tiene una mancha en el techo que, por casualidad coincide con el lugar del dichoso charco, con la frase habitual de "no se habrán dejado ustedes un grifo abierto?". Bienvenidos al infierno.

    Instrucciones de choque para el susodicho infierno, con manual de uso detallado en varios pasos: el primero, hacer gala de buena vecindad y pedir disculpas que, bien pensadas, hasta sobran porque una no va rompiendo las tuberías por gusto, y de paso prometer o jurar sobre los santos evangelios que hemos llamado al fontanero y que va a venir "ya mismo", lo cual nos conduce al segundo paso: llamar al fontanero. No vale una llamada cualquiera, hay que llorar con lágrimas sentidas y suplicarle a su majestad de las cañerías que venga lo antes que pueda porque nos va la vida en ello. Paso número 3: en espera de la llegada del fontanero, que promete pasarse a "echar un vistazo mañana o pasado", organizar entre la familia un férreo turno de uso y disfrute del baño restante, sin posibilidad de cambios o adaptaciones en función de los apretones mañaneros. Paso número 4:tomarse un Valium. Paso número 5: echarse un rosario o una ristra de mantras o rezarle a Santa Rita (era esa la de las causas perdidas?) esperando que no tengan que levantarte el suelo y destrozarte de paso una docena de baldosas para las cuales ya no tienes  repuesto. Paso número 6: tomarte otro Valium cuando llegue la factura, que suele ser de órdago y desear secretamente que alguno de tus hijos se haga fontanero en vez de estudiar tanta carrera universitaria abocada al paro. 

   Con alguna licencia literaria que me he permitido, tal cual les cuento, así ha sido mi semana, dominada no por el Euro y sus cuitas, ni por la sentencia absolutoria de Camps, sino por la presencia del agua donde no debía y la llamada a ese ejército de salvación que son los fontaneros, a quien Dios guarde muchos años. Por cierto, inciso para la sentencia de Camps: vieron ustedes la lección de ortografía que nos ha dado el jurado popular del caso de los trajes? sentencia que (textual) "a deliberado", un veredicto "faborable" porque no encuentra que "los trajes los hallan pagado los acusados" y lindezas por el estilo que, en ningún caso llevan acentos, porque faltan como cuarenta...Será la ortografía un motivo suficiente para introducir un  recurso? Habrá algún fontanero entre ese jurado llamado popular pero que más valdría llamar analfabeto gramatical? y eso siendo amables...

    Digo lo del fontanero porque los míos que, hago saber, son altamente eficaces, encantadores e hijos de emigrantes sin demasiados estudios, me mandan unas facturas correctamente escritas donde no se hallan (que no "hayan") los errores de la sentencia arriba descrita, que no sólo nos horroriza a muchos ciudadanos de buena fe, sino que, además es un atraco a nuestra querida lengua española que tanto nos ocupamos algunos por mimar, cuidar, limpiar, pulir y promover. Dios qué país!

miércoles, 25 de enero de 2012

Pío, pío que yo no he sido...

    El pasado martes 17 de enero, salió publicada en El País una carta al director que me ha llegado por varias vías internautas. El que la escribía era un profesor de Universidad de la región valenciana que relataba su austera vida de esfuerzo y estudio, de comportarse como un ciudadano y un padre de familia decente para llegar a este punto en el que el gobierno le pide que aún haga un esfuerzo. Tras muchos argumentos bastante cargados de razones, el escribiente manda a paseo a la vicepresidenta del gobierno (España comienza a ser un país gobernado no por los presidentes sino por sus vicepresidentas mandonas) diciéndole "Soraya, el esfuerzo se lo pides a ellos", a los que arruinaron al país en general, y a la Comunidad Valenciana en particular. A los que construyeron circuitos de Formula 1, aeropuertos para que aterricen las cigüeñas , museos llenos de latas de Coca-Cola a modo de obras de arte y puertos deportivos en urbanizaciones de lujo a medio acabar. Creo que cualquier persona sensata y al cabo de la calle estará de acuerdo con este señor y su enfado. 

    Ahora bien, este señor que tan claramente y tan bien expone su protesta, acaba su texto con una frase que me mata, porque me temo que ni él ni cuantos la pronuncian , que son muchos, valoran el alcance que tiene: "yo no les voté, a mí no me representan". Ni a muchos de los que ahora tienen que pagar sus deudas, me temo, pero esto es lo que tiene la democracia: que usted no les vota pero resulta que sí le representan, he ahí la gracia. Y ya me fastidia tener que volver a la carga con este cantar, y más aún darle lecciones a todo un señor profesor de Universidad, pero en la asignatura de la democracia, la lección primera es que uno vota y después se conforma con el resultado aunque no le guste; siempre que el resultado se haya obtenido de manera legal y, que sepamos, en España así es. Y puestos a machacar y repetir, vuelvo también con mi ejemplo favorito de esas grandes lecciones que nos da la historia: Hitler se presentó a las elecciones, le votaron muchos, salió elegido, le nombraron canciller y después preparó la que preparó. Supongo que a  otros muchos tampoco les gustó en su momento. 

    A los golfos claro está que no les votamos los que nos olíamos cuán golfos podían llegar a ser, aunque la vida te da sorpresas (no es cierto, Majestad?) y nos hemos tenido que aguantar con la que han liado, e incluso ver como muchos se van de rositas. Por cierto, por qué será que en el nuevo gobierno de España, tan plural él, tan plural ella, no hay ningún valenciano? 

    Como les iba diciendo, me puede ese sentimiento de "yo no fui" y "no fui yo" de tantos votantes ingenuos. Mientras que estos saqueadores construían, subastaban, prevaricaban, desviaban, demolían y volvían a construir y nos llenaban la costa de yates que ahora no son de nadie y las periferias de urbanizaciones donde viven los espíritus y alguna que otra familia de emigrantes,  todos los provincianos aplaudíamos y para dar ejemplo me acuso yo también. Sí, sí, todos los que no éramos de Madrid ni de Barcelona estábamos encantados con que nos inundaran de autovías y circunvalaciones, que nos prometieran el AVE, que nos hicieran llegar el avión  a la puerta de casa y que nos edificaran cubos de cristal en la plaza del pueblo y a eso lo llamaran museo. La vanidad provinciana es fácil de halagar, los políticos lo saben y nosotros , en qué estábamos pensando? cómo fue posible mirar tanto y no ver? 

    Señor escribiente de la carta a la Vicepresidenta, tiene usted cierta razón, aunque probablemente se haya comprado una casa aprovechando el crédito a bajo coste, viva en una urbanización periférica y sea profesor de una universidad de nueva creación, que la región valenciana puso en pie  por aquello de qué también cada provincia de España tiene que ser universitaria; pero no me diga "yo no les voté", haga usted, hagamos todos  lo posible porque  nadie de  les vote de nuevo. 

domingo, 22 de enero de 2012

La maldita ley de vida

   Estamos los cuarentones avanzados en muy mala edad. Nos toca recordar cómo se dividía por dos cifras y repasarnos la fotosíntesis a la vez que cuidamos de nuestros padres; cuando no nos toca también con ellos repasarnos la cartilla porque la memoria les va fallando o la han perdido del todo. Tener hijos y criarlos como Dios manda es un deporte olímpico, cuidar de ellos y de los padres al mismo tiempo, como les toca a muchos de nuestros coetáneos, son los doce trabajos de Hércules cada día. 

    Es ley de vida, nos dicen, maldita sea! Se nos mueren los padres y nos decimos que es ley de vida y que no queda otra...Y cuando se nos mueren los padres, aparte del vacío que nos dejan y de cerrar definitivamente eso que los españoles seguimos llamando nuestra casa (aunque es en realidad la de nuestros padres)  nos damos cuenta que una capa más de las que teníamos por encima se ha decapado y que la parca empieza a barrer a nuestros pies, porque la siguiente capa, si le hacemos caso a la dichosa ley de vida, somos nosotros, he ahí la gracia!

    Se nos mueren nuestros padres y a muchos como yo nos pilla la cosa a miles de kilómetros, dejándonos descolocados y con cara de póker, pensando por una vez qué carajo hacemos todos tan lejos y encima, en muchos casos, disfrutando de la lejanía. Se nos mueren nuestros padres cuando no eran tan viejos como para morirse y lamentamos que no nos hayan conocido más que como jovenzuelos descabezados y no como adultos responsables; o se nos mueren nonagenarios y bisabuelos y ya nos hemos acostumbrado tanto a su presencia que los creíamos inmortales. O no se mueren pero comienzan a viajar por todo el sistema planetario, y ya no nos conocen, o nos saludan como a las visitas formales, o se encierran en el mundo desconocido del Alzheimer y todos esos males que nadie sabe cómo curar ni  qué hacer con ellos y es como si la muerte ya les hubiera pagado el billete de ida. 

    En cualquier caso una faena. Y se me ocurre ponerme trascendente este domingo de enero, para que luego no se piensen ustedes que yo todo lo que se es blasfemar contra la Iglesia, hablar de los años '70 o contar historietas de marujas protestonas. Y porque uno de mis amigos vuelve mañana a trabajar después de que se muriera su madre, y se hará todas estas preguntas. Y como yo no soy una persona zen y además soy muy pesada, pues me las hago yo primero en alta voz para preparar el terreno; y de paso le mando un abrazo en forma de entrada de blog, que debe ser una manera muy moderna de mandar un abrazo. 

   Y para terminar una cita de Homero, queda muy culta pero además tiene mucha razón: "no hay nada tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta".

    Así es. Feliz semana a todos.

miércoles, 18 de enero de 2012

Un barquito de cáscara de nuez

     Sólo que este no era un barquito (300 metros de eslora, 35 de manga, alto como un edificio de 17 pisos, 4000 pasajeros y 1200 tripulantes) aunque a juzgar por las imágenes de la roca incrustada  el casco sí era de cáscara de nuez. La canción de Gaby, Fofó y Miliki continuaba diciendo "un mosquito sin miedo va en él, muy seguro de ser buen timonel". Parece que este barquito naufragado el pasado sábado iba con un mosquito al mando, o con un humano cuyo cerebro no era más grande. Un mosquito timonel, que se paseaba por la costa con semejante mole como quien lo hace en un barco de pedales y que cuando la cosa  se torcía y ladeaba peligrosamente puso en práctica aquello de "m........ el último": saltó (él dice que se cayó) sobre un bote salvavidas y llamó a la "mamma" para decirle que estaba a salvo. Desde luego los turistas viven peligrosamente.

    Lo del crucero era antes el  símbolo del viaje con glamour, premio a 25 años de matrimonio como mínimo o cobro de un premio gordo de lotería. En los años 80 era sólo una serie de televisión. Ahora el crucero es el equivalente de la semanita en Benidorm con la que se recompensaban de vez en cuando los curritos de la España de Fraga y cuidado si en breve plazo no los incluye el Inserso en su oferta vacacional...si es que el Inserso aguanta el chaparrón y sigue existiendo, claro. 

   Yo hablo con conocimiento de causa, ya probé hace un par de años la experiencia crucero y visto lo visto creo que para mí los episodios de "Vacaciones en el mar" se han terminado. Además yo que creo en poquitas cosas, creo firmemente en el gafe, y repasando la historia familiar veo que tenemos un gafe cruceril rondándonos, así que más vale no tentar a la suerte. Me explico. 

   En 1935 mis abuelos hicieron su viaje de novios en un crucero llamdo Rex, italiano, de la empresa madre de la actual naviera Costa Crociere. El Rex era considerado en aquel entonces el heredero de Titanic, había hecho su viaje inaugural en 1931, cuatro años después lo cogieron mis abuelos y en 1944 fue bombardeado por los alemanes en plena guerra. Unos años después, en 1992, mis padres se premiaron tras muchos años de matrimonio con un  viaje de quince días por todo el Mediterráneo a bordo del Achille Lauro (otro buque Costa) que había sido raptado por un comando palestino en 1985 y que dos años después del viaje de mis padres, en 1994 ardió en mitad del Indico, aunque no hubo más que dos muertos y por crisis cardiaca, pues todos los pasajeros consiguieron evacuar el barco sin problemas.  En el 2009, mi madre nos invitó a todos por su pila de años e hicimos un crucero en el Costa Fortuna, que no es el que se ha hundido pero es su hermano gemelo. Saquen ustedes sus propias conclusiones.Yo creo que ni yo ni ninguno de mis parientes deberíamos subir más a un crucero...

    Y dicho sea de paso tampoco es que me queden muchas ganas. Recuerdo ese viaje con el cariño de pasar unas buenas vacaciones con mi familia,  y con la pesadilla de los pasillos interminables, la megafonía que no callaba y toda la Italia de Berlusconi a bordo, ya saben , aquellos que le votaban porque querían ser como él. Recuerdo montañas de comida que no se sabe muy bien a dónde iban a parar,  y padres de familia peleándose por un trozo de pizza o robando el bote de Ketchup de las mesas; recuerdo el sudor de los  limpiadores filipinos que arreglaban seis camarotes por hora y la sonrisa de la camarera peruana que nos servía la cena y nos contaba que trabajaba en turnos de seis meses sin derecho a librar ni un sólo día. Recuerdo haber hecho muchas colas para casi todo y recuerdo haber hecho un ejercicio de salvamento como manda la ley en el que me dije a mí misma  cuando me vi con el chaleco en cubierta: "menos mal que ésto es sólo un simulacro"...

    Cuando navegar en un paquebote de lujo, con todas las comodidades soñadas, comer hasta hartarse, y visitar seis países en siete días cuesta menos que una semana en Benidorm hay que pensar que la vida humana en el caso de perderse vale tirando a poco. Así ha sido, y así probablemente pensaba el mosquito capitán cuando se puso a salvo. No pretenderían,  encima,  que se ocupara de los pasajeros con lo que habían pagado! Advertidos quedan. 

domingo, 15 de enero de 2012

En busca del arca perdida

    Según la franja de edad en la que se encuentran nuestros hijos, los Reyes Magos pasan por casa dejando un rastro de plástico o de cargadores de batería. Esta es la fase en la que me encuentro en la actualidad, a punto de inaugurar otra aún más excitante en la que tocan duras negociaciones sindicales sobre la compra y uso responsable del teléfono móvil y el acceso a las impepinables redes sociales de Internet. Que Dios nos coja confesados. 

   A todos los padres de familia nos preocupa y con razón el que nuestros hijos se lancen a ese mar de aguas turbulentas que es Internet, por do navegan inocentes barquitos de pesca, cruceros de gran calado, petroleros de los que ensucian y piratas no precisamente somalíes. Tengo un conocido que incluso ha escrito un libro al respecto que en algún momento tendré que leer: "Lo que hacen nuestros hijos en Internet" (por Leonardo Cervera, Ed. RBA, 2009). Lo voy recomendando en lo que me lo aplico como medicina preventiva y de paso lanzo la pregunta del día, porque nos preocupa lo que buscan nuestros hijos en la red pero, qué buscamos nosotros en Internet? Se lo preguntarán nuestros hijos cuando les negamos el acceso a cualquier hora o les dosificamos el uso del ordenador? 

    Me da la impresión que ellos tienen muy claro lo que buscan: relacionarse con los demás, sacar gratis  música y vídeos, jugar a matar marcianos (o terrícolas) copiar trabajos para el cole y presumir de tenr mil amigos en Facebook. A veces, claro, encuentran lo que no buscan, o se meten donde no deben, pero se supone que para eso estamos nosotros.Y nosotros, sabemos lo que queremos cuando nos metemos en esos túneles sin fin? Nos ha cambiado realmente la vida desde que lo usamos? Seremos capaces el día que la red se sature de buscarnos las lentejas sin su ayuda? 

   Responderé en primera persona,  advirtiendo que tengo stress tecnológico y que aún soy de esos trogloditas que compran libros y discos y jamás descargan películas, una pringada, que dirían nuestros adolescentes. Qué busco yo? pues fundamentalmente  billetes de avión y reservas de hoteles y, por motivos profesionales, mucha prensa en varios idiomas, no gran cosa como verán. Y como nos pasa a todos los tecno-inútiles, a veces encuentro lo que no busco y muchas veces me encuentran a mí los que no me apetecen, lo cual es bastante molesto. 

    Y para qué lo uso? para escribir este blog, sobre todo. Y para saber por qué una "Internet-escéptica" como yo se mete a bloguera les remito a las dos primeras entradas del mes de agosto para no repetirme demasiado. Francamente, creo que a ésta que lo es, Internet no le ha cambiado mucho la vida; es más, les confieso que una vez al año y coincidiendo con mis vacaciones en una playa perdida de España, me aplico al menos cinco semanas de abstinencia de la red y siento que mi vida sigue su curso como si tal cosa y puede que hasta tenga mejor la piel del cutis y menos acidez en el estomago. 

    Pero tengo amigos y conocidos que lo usan hasta para respirar; que compran, venden, alquilan, buscan, comparan y hasta a veces encuentran algo mejor. Que anuncian via Facebook que se van a dormir la siesta o que ese día les aprietan los zapatos. Que buscan novio(-a) y que de vez en cuando lo encuentran y hasta les dura; o que se encuentran con antiguos novios, o que sus antiguos novios les encuentran a ellos. Que te piden una y mil veces ser sus amigos on line cuando en la vida real no se tomarían ni media caña contigo; que también muchas veces encuentran lo que no buscan y compran lo que no querían:  para los complusivos de la tarjeta  Internet tiene más peligro que el Corte Inglés. Y  de todos esos buscadores del arca perdida, una parte no desdeñable tiene hijos que quieren hacer lo mismo que sus padres (los niños lo que ven...) y a los que estos padres les niegan el acceso a Internet para protegerles pero, a ellos quién los protege? quién les dice que el tiempo que pasan haciendo amigos en Facebook o escribiendo twitters de 140 caracteres de sandeces lo podrían pasar leyendo un libro? o convenciendo a sus hijos de que lo lean? Nadie. Y así nos va. Feliz domingo, y feliz semana con la  nota crediticia rebajada y el IRPF subido...y así nos va también!

jueves, 12 de enero de 2012

Lecturas frívolas

    Aprendí a leer hace tanto tiempo que tengo la sensación de haberlo hecho desde que nací. Las malas lenguas de mi familia cuentan que con cuatro año leía los titulares del ABC sentada en mi pato-orinal, lo cual da para una doble conclusión: o aprendí a leer demasiado pronto o aprendí a usar el inodoro demasiado tarde. Sea como sea, yo no he parado de leer desde entonces y así, me he dejado por el camino varias dioptrías y cierta curvatura en la espalda. Mi maestro en la facultad e insigne historiador que en paz descanse, D. Manuel Fernández Alvarez decía que los libros le habían encorvado la espalda y enderezado el espíritu...ojalá sea así. 

    Cuando una es lectora compulsiva y se traga hasta los folletos con las ofertas del supermercado, llega cada cierto tiempo un punto de saturación  del cual sólo se sale leyendo el Hola y revistas afines. Así me ha ocurrido no hace mucho, y como además estaba de vacaciones, me he dado un buen empacho de la madre de todas las revistas y todas sus primas hermanas. No requiere la cosa mucha inversión, porque el Hola sigue conteniendo sus precios. Pero bien pensado, los dos euros que cuesta antes financiaban exclusivas de la corte monegasca, de Farah Diba o de la familia Kennedy, cuyo equivalente patrio eran los reportajes de Julio Iglesias con sus retoños (primera camada) en Miami o de Isabel Preysler enseñando Villa Meona; y ahora financia a todo el clan de "Ambiciones", a Belén Esteban alias "la princesa del pueblo" y a una extraña aristocracia de futbolistas metrosexuales y ex-concursantes de "Operación Triunfo". Esto es así: el precio no sube pero el glamour baja unos cuantos enteros, los dos euros empiezan a resultarme ya no tan poca cosa. Y eso, sin meternos en la calidad literaria de los textos que sin ser antes un dechado de virtudes al menos tenían cierto interés periodístico que los actuales redactores de la prensa rosa difícilmente consiguen. 

    Quizás para resarcirnos de tanta mediocridad, el Hola ha emprendido una cruzada de reportajes de lo que ellos llaman "casas de ensueño", que son grandes mansiones algunas de ellas con cierto interés histórico, pero que generalmente han caído en manos de nuevos riquísimos que las han llenado por dentro de pieles de leopardo por consejo de un decorador que les habrá sacado las entretelas por ello. Los riquísimos enseñan la casa en smoking y traje de lentejuelas, incluida la cocina, donde aparentemente jamás se ha frito un huevo, y la biblioteca, siempre  llena de jarrones y vacía de libros. 

    En el Hola del 4 de enero pasado, la casa de turno respondía a una curiosa mezcla de elementos: el dueño era un conde Von Bismarck, rico de toda la vida probablemente y su segunda mujer, bastante más joven claro, que atiende por Nathalie Von Bismarck y es una simpática americana de Arkansas. La condesa es una mujer emprendedora y se ha hecho célebre por haber cogido cincuenta kilos con su primer embarazo , perderlos a continuación y contarlo todo en un libro. La condesa explica que publicó el libro "para que la gente que está en la misma situación que yo no se sienta sola" (sic) porque dice la señora con profundo pesar que "mi mundo se derrumbó cuando aumenté de peso mucho más de lo natural y vi como determinada gente me daba la espalda y determinados diseñadores dejaban de enviarme sus trajes"...Véase  toda la miseria de la condición humana condensada en dos frases . 

   Prosigue la condesa relatando cómo en el segundo embarazo volvió a ganar y perder otros ciencuenta kilos y declara que no le importaría tener gemelos! Supongo que en este caso estará ya más preparada psicológicamente para ganar y perder cien kilitos de nada y publicará el correspondiente libro. Con tan apasaionante diálogo, apenas le presté atención a la mansión tirolesa del Conde Von Bismarck y eso que aparentemente no es de las peores que se han visto. 

   Moraleja: menos mal que la rancia aristocracia centroeuropea mezcla su sangre con la del nuevo mundo, para tener nuevas experiencias que contar. Y menos mal que existe el Hola para que nos lo cuente a nosotros. Ah! y si alguien quiere saber cual es el método adelgazante de la condesa Nathalie Von Bismarck, el libro se llama "Invisible" y se puede comprar en Amazon, por si les sobran cincuenta kilos después de las fiestas...

lunes, 9 de enero de 2012

Qué fue de todo aquello?

     De vuelta a casa y a mis rutinas particulares entre las que se encuentra escribir este blog, interrumpido durante dos semanas para no aburrirnos los unos de los otros. Reconozco que mi insistencia en diciembre con las fiestas  y las muchas maneras de pasarlas sin sofocones requiere por mi parte una explicación de mi propia travesía navideña, hay que predicar con el ejemplo. 

    Conseguí ver "Sonrisas y lágrimas" y "Qué bello es vivir". Este año le puse falta al abuelo Pepe Isbert buscando a Chencho perdido en la Plaza Mayor de Madrid: o no la pasaron o no estuve yo avispada para localizarla...siento como que me he tomado una aspirina a medias. A cambio, tres grandes hallazgos televisivos que les hago saber para que los avezados internautas los busquen por los mares de la red: "Tarancon. El quinto mandamiento" (www.rtve.es/alacarta) miniserie de dos capítulos que la Primera nos propinó el jueves 29 de diciembre, toda de una tacada, sobre la vida y hasta cierto punto los milagros de "Tarancón-al-paredón"; milagros que jamás se evaluarán para convertirlo en Santo, pero que en la España de la década prodigiosa fueron dogma de fe democrática. 

    Segundo hallazgo emitido por Arte el 2 de enero pasada la medianoche: "Sinatra by Tina": alucinante documental de "la voz" relatado por su propia hija con grabaciones nunca vistas hasta ahora del más grande, una joya. Y para terminar, el especial de Los Morancos para la noche de Reyes en Canal Sur (este ya lo he visto troceado en Youtube): Antonia y Omaíta de visita en el Palacio de Dueñas tomando el té con Cayetana: ella misma, no una figurante. Humor inocente, sincero y agudo, y con una Duquesa de Alba que a pesar de articular palabra difícilmente, entra al trapo de los dos guasones y hace eso tan sano y que procura tanta juventud a quien lo practica: reirse de uno mismo! Decididamente este feo 2011 ha sido el Año Cayetana, olé tu madre!

   Y hablando de Año feo (e impar) relato la transición al año par por que no tiene desperdicio. Resulta que el 31 de diciembre nos los pasamos casi enterito  mi santo varón  y yo en las urgencias de la Seguridad Social de mi villa sin corte. Colas como se requiere en estas fechas, pero ni un mal gesto, sonrisas miles y ni un inconveniente por parte del personal del hospital que ya trabaja gracias a los mercados un par de horas más diarias y con el IRPF subido. Salimos a la hora de preparar la cena con muchas pruebas hechas, un diagnóstico certero de una bacteria que se coló para quedarse en los pulmones de mi cónyuge; y todo ello con coste cero euros para nuestro bolsillo gracias a la tarjeta sanitaria europea...para que luego digan que Europa no sirve para nada! Y para que los españoles echen pestes de la Seguridad Social: mi marido, que es "guiri", nórdico y proveniente de un estado del bienestar aún no desmontado como el nuestro, canta las maravillas de su Nochevieja hospitalaria: alquien se lo puede hacer llegar a la ministra de sanidad? porque me temo que no me lee ni es mi amiga en Facebook. 

    Pasadas las uvas sin atragantamientos, y soportada la noche con los oportunos tapones en las orejas, me levantan gritos iracundos el 1 de enero a las nueve de la mañana y comienzo el Año Nuevo llamando al 112 (al fin he comprobado que fiunciona) porque debajo de mi balcón una panda de cabezas rapadas le están dando una paliza de muerte a un chico de color. Afortunadamente llegó la policía antes de que lo mataran,  pero los agresores consiguieron burlar a la autoridad unos por piernas y otros refugiándose en el bar en cuya puerta se estaban zurrando. Como no soy una persona Zen y aunque no he estudiado educación a la ciudadanía algo debieron inculcarme las monjas de mi colegio,   volví a llamar a la policía local esta vez, para indicarles que los malditos falsos calvos con chupa de cuero estampada con esvástica estaban escondidos dentro del bar,  a lo que el poli de la centralita me contestó con un cortante "señora déjenos hacer nuestro trabajo"....harán igual cuando han llamado este año las 60 mujeres muertas a mano de sus parejas? Y luego dicen que en las provincias no pasan cosas...

   Bien,  pues ésto, acompañado de muchos polvorones (nadie respondió a mi reto de la espuma de turrón de alicante) y de algún que otro estreno cinematográfico infantil, cabalgata de crisis con menos majorettes y menos caramelos caducados, regalo del amigo invisible y los correspondientes retrasos gentilmente servidos por Iberia, Lineas Aereas de España, es lo que ha dado de sí mi Navidad. Ahora ya puedo escribir de otras cosas, y de paso desearles a todos ustedes un año IV de la crisis,  éste que ahora empezamos, lleno de salud, que es lo único que por ahora no está recortado por decreto. A seguir bien.