viernes, 25 de marzo de 2016

La procesión va por fuera

   Cuando les cuento a mis hijos cómo eran las semanas  santas de mi infancia, les cuesta creer que yo haya nacido en el siglo XX que, de todos modos, para ellos es el siglo pasado. No dan crédito a esas historias que hablan de cines cerrados o poniendo Quo Vadis, de iglesias que se visitaban mañana y tarde, de viernes sin comer carne y de radios y televisiones con oficios y música clásica. A decir verdad, a mí misma me cuesta creérmelo. Con aquel panorama, ver procesiones, aunque fuera en su escuálida y austera versión castellana, era casi, casi un jolgorio. 

    Jolgorio que no comparto, porque nunca me han gustado los desfiles, sean de militares, de nazarenos, de majorettes o de falleras. La idea de mucha gente junta marcando el paso me da cierto repelús...No sé si me entienden. Para colmo, la versión nazarena de los desfiles, lleva a sus protagonistas vestidos con unos trajes que, desgraciadamente, a mí me recuerdan al Ku Klux Klan, y La cabaña del Tio Tom fue uno de los libros favoritos de mi infancia;  así que hay algo irracional, o sentimental, o epidérmico, o como ustedes quieran llamarlo que me impide disfrutar de las procesiones. El repique de tambores tampoco ayuda, soy enemiga del ruido gratuito, qué le vamos a hacer. 

    Las Semanas Santas que recuerdo con más cariño son las que pasaba en el campo extremeño con mis abuelos, tíos y una larga retahíla de primos ( Todojuntismo español, ya ven qué buen ejemplo) donde daba igual que en la televisión no pusieran nada porque ni teníamos televisión. Las siguientes más felices fueron hace no tanto, cuando cada año durante unos cuantos, visitábamos con nuestros hijos, muy  pequeños entonces, una isla del archipiélago canario. Eramos vulgares turistas extranjeros en busca de sol y playa, gente que huía del norte lluvioso para secar los huesos y cargarnos de vitamina D para lo que quedaba del invierno, que en aquellas latitudes tiene el mal gusto de prolongarse hasta julio.

    Como muchos de esos turistas que, desgraciadamente, estaban en el aeropuerto de Bruselas este martes. Esa gente que veo tantas veces al año con maletas desmedidas, que salen de casa ya con la chancla puesta aunque estén a bajo cero porque cuando llegan a su lugar de destino se tiran al mar incluso antes de  ocupar su habitación de hotel. Como muchos de nosotros, expatriados que vivimos tanto en los aeropuertos como en nuestras casas; como ésta que suscribe y escribe estas líneas que ustedes leen, pero no no ven que van  mojadas de lágrimas que van cayendo por cada una de las fotos de las víctimas que me enseña la prensa; por suerte ninguna conocida de primera mano y,  por desgracia, tan cercanas como si cada una de ellas fueran parte de mi vecindario. 

    Estoy pasando esa semana que tantos llaman equivocadamente de Pasión (lo siento, para mí la pasión va por otros derroteros que no tienen coronas de espinas ni clavos sangrientos) en la ciudad donde nací, que no es la ciudad donde vivo y donde, ahí sí, la sangre ha corrido abundantemente gracias a la pasión falsamente religiosa  de algunos, a la intrasingencia de muchos y a la pobreza de tantos que,  otros, ciegos de poder y de riqueza fácil, no acaban de ver.  Dentro de un par de horas una banda de cornetas y tambores va a romper el silencio donde les estoy escribiendo para sacar otro paso sangriento a la calle acompañado de seńores con cucurucho. En este caso y este año en particular, la procesión va por fuera, el dolor por dentro. 

martes, 22 de marzo de 2016

En esa ciudad, que también es mía.

    Hoy toca salir del armario. Durante los cuatro años que llevo escribiendo en este blog, he intentado no dar más datos propios que los indispensables, entre ellos mi lugar de residencia. Pero hoy, la negra zarpa de la muerte se ha cebado con la ciudad donde vivo, no creo que haga falta decir mucho más.

    Pues sí, amigos lectores, desde hace veinte años vivo en esa ciudad de la que salgo corriendo en cuanto puedo porque no soporto su clima, su cielo gris y su lluvia pertinaz. En esa ciudad donde los taxis son impagables y los taxistas antipáticos; donde los atascos de tráfico se cuentan por kilómetros y la contaminación ambiental es una vecina más. Vivo en esa ciudad donde las tiendas cierran a unas horas imposibles por tempranas, donde el pan se acaba en las panaderías a las dos de la tarde y donde las patatas fritas (deliciosas por cierto) son un plato nacional y además, de vez en cuando, la cena de Angela Merkel. 

    Vivo en la ciudad a la que todos los europeos le echan  la culpa de sus males, ya sean agricultores que no cobran subvenciones o alternativos que aún no han comprendido que esa "casta de burócratas"  de las instituciones europeas no trabajan para fastidiarlos, sino para acabar con injusticias como el roaming o para llevar la ayuda humanitaria hasta los campamentos de refugiados. Vivo en la ciudad de los diecinueve ayuntamientos y los tres o cuatro parlamentos, de las dos lenguas oficiales y la gente callada. 

   Pero también vivo en la ciudad donde me enamoré hace veinticinco años y de donde saqué un compañero para la vida, el mejor que me podía tocar. La ciudad donde, por circunstancias excepcionales no nacieron mis hijos, pero donde los he criados en unas guarderías fantásticas, curados por una pediatra excepcional y donde van a un colegio del que tantas veces despotrico gratuitamente, pero que ya lo hubiera querido yo para mí. Vivo en la ciudad donde, sin discusión se hace el mejor chocolate del mundo, el único dulce por el que pierdo la cabeza. Vivo en una ciudad cuya imperfección estética la hace estéticamente bella, donde los jardines le ganan la partida al asfalto y donde los cerezos japoneses florecen una vez al año, en esta época precisamente. Vivo en una ciudad donde nadie es extranjero, y todos somos ciudadanos; donde las viejecillas llevan platos de albóndigas a los refugiados que hacen cola en la oficina de extranjería y donde cualquiera es bienvenido sin mirar su lugar de origen. 

    Esa no es la ciudad que me vio nacer, pero ha sido la ciudad que me ha visto crecer, ser persona adulta, madre, funcionaria y en definitiva, ser algo mejor de lo que era...O eso me parece a mí. Esa ciudad no se merece lo que le està pasando, sus ciudadanos tampoco. Y si Dios existiera, no permitiría que nadie se matara en nombre de Dios. Les dejo una canción de regalo, aunque no esté la cosa para músicas. 

sábado, 19 de marzo de 2016

Fuenteovejuna explicada

    Tengo claro que el día de mañana, cuando nuestros escolares estudien lo que son las preguntas retóricas (lo que no tengo claro es si aún se estudiaran esas cosas) el ejemplo a poner serán las frases y preguntas al aire que todos lanzamos en Facebook y, especialmente en Twitter.

    Hace un par de días, un amigo polaco se preguntaba en el aire por qué los españoles tenemos que ir todos juntos al mismo sitio y al mismo tiempo, seguramente porque verá las noticias españolas donde desde hace semanas anuncian que las carreteras se llenarán de coches el Jueves Santo y que en las playas y en las ciudades monumentales, en los cuatro días que siguen,  no quedará ni un hueco que vender o alquilar. A él, que es ingenioso,  se le ha ocurrido un nuevo término de esos que se publican en las redes con este signo  "#" por delante: los españoles sufrimos de "Todojuntismo" y nos vaticina que moriremos algún día por ello, y sobre todo por esa manía de ir todos el mismo día, al mismo sitio y al mismo tiempo.

    Yo, que empiezo a saber ya más por vieja que por diabla, tengo argumentos sobrados para rebatirle a mi amigo sus ideas, pero como me temo que va a pasar unos cuantos años de su vida entre españoles, prefiero que lo vaya descubriendo él solito, que tiene más emoción. Aunque le advierto que lo del Todojuntismo es un fenómeno patrio que entra en la categoría de lo inevitable a la par que inexplicable. Ejemplos? Ver una cola y comenzar a maquinar la manera de saltársela, pegarse por pagar la cuenta en los bares y comer viendo el Telediario. Y estos tres, a bote pronto, que si me pongo a darle vueltas, seguro que me salen cuarenta. 

    Así mismo le he dicho que el Todojuntismo es terapéutico, que impide que la gente se sienta sola y le de por suicidarse o se le ocurran ideas peores como matar muriendo (como vuelo mañana no hago más que acordarme del piloto de Germanwings); que el Todojuntismo es la aspirina que te quita el dolor del "Yosoloconmigo", que esa si que es una enfermedad letal; y que los que lo practicamos somos grandes sentimentales que, en el fondo, necesitamos permanentemente estar rodeados de gente y decirles cuánto les queremos, a los que queremos, claro;  al resto que los zurzan. Para ello, a veces no queda más remedio que echarse a las carreteras y a los aeropuertos al mismo tiempo que el resto de los mortales. Cuando mi amigo polaco pueda leer en español, quizás le regale un ejemplar de "Fuenteovejuna" que es, además de una gran obra de teatro y una pieza maestra del Siglo de Oro español, una explicación bastante clara del "todojuntismo", ya latente en el sglo XVII, aunque en aquel entonces,  sin problemas de tráfico:
-¿Quién mató al Comendador?
-Fuenteovejuna, Señor.
-¿Quién es Fuenteovejuna?
-Todo el pueblo, a una."
Pues eso, y desde mañana, corresponsal desde mi casa del pueblo. Con Todojuntismo incluido. 

jueves, 17 de marzo de 2016

Tu quoque, Lula?

    Hubo un tiempo en España, a principios de este siglo XXI, en el que todo el mundo pensaba ser rico y se compraba un piso o dos, los revendían con pingües beneficios, veraneaban e invertían en activos tóxicos mientras el gobierno crecido de un señor de bigote, bajito y cabreado, se dedicaba a declarar urbanizable todo el suelo patrio, animaba a los escolares a dejar de serlo para ganar pasta poniendo ladrillos y nos llevaba a una guerra en la que no se nos había perdido nada. En aquellos años, cada vez que visitaba mi país, me sentía màs extranjera que nunca y tentada de tirar mi pasaporte a la basura.
    En aquellos mismos ańos, mis amigos solteros y varios conocidos visitaron  Brasil, un país donde pensábamos que solo era posible jugar al fútbol o bailar la samba y resulta que también  era posible sacar de la pobreza a miles de personas, arrasar las favelas o incluso convertirlas en poblados decentes;  arrebatarle  a Madrid la organización de los Juegos Olímpicos y crecer económicamente como nunca en su historia gracias al petroleo, la soja y otras materias primas. Y lo mejor, el artífice de todo esto era un señor con pinta de bruto y una literatura muy justa, que había hecho toda su carrera política como sindicalista,  que había sido perseguido y encarcelado durante varios ańos y que metía al Brasil en un nuevo milenio donde se iba a convertir en una potencia emergente. Lamentablemente, todo ésto expresado en pretérito imperfecto, porque quince años después, el Brasil que a mí me parecía el país soñado, donde las playas eran infinitas, la Amazonia se podía tocar con las manos,  la música sonaba en cada esquina, los pobres podían aspirar a ser algo menos pobres y la gente estaba de buen humor, ha resultado ser un fiasco al cual el ínclito Lula ha contribuido como cualquiera.
    Y como lo peor siempre es posible y está por llegar, Lula ha resultado ser objetivo de unos jueces que tienen sospechas fundadas de que usó su presidencia para modernizar el país y de paso, modernizar su bolsillo. Y aún peor todavía, después de haber sido arrestado, su amiga la presidenta le ha nombrado ministro, para que eso tan desagradable de declarar a la policía judicial, y contar de dónde vienen ciertos dineros y a cambio de qué favores, no vuelva a ocurrirle al menos en los próximos dos o tres años. Y eso que, según las lenguas viperinas brasileñas, ambos no se soportan, lo que me hace pensar que la oronda Dilma tapa las miserias de Lula antes de que se descubran las suyas propias. Ya ven ustedes, cada país tiene su Rita Barberá, acompañada de su padrino o madrina correspondiente. Entre el "te mando el nombramiento por si tienes que usarlo"  y el "sé fuerte, Luis"  no veo yo grandes diferencias.
    Francamente, hubiera preferido que acusaran a Lula de algo más original: tener una empleada ilegal en su casa, ser ludópata, robar en un Corte Inglés o algo parecido; pero ser acusado de corrupción y encima, usar el aforamiento político para evitarlo, me parece una película conocida y con poca gracia. Si el hombre que pasó de ser obrero de fàbrica a gobernar el destino de doscientos millones de personas y darles cierta esperanza, cae en los mismos vicios que quienes en su mediocridad intelectual se han servido del cargo público para enriquecerse, entonces qué nos queda?  Vamos a tener que desear que sólo los millonarios se dediquen a la política para que no haya peligro de que se corrompan? El ejemplo màs a mano por el momento es Donald Trump...No sé si me entienden.
    Y como hablaba con un colega esta mañana mientras tomàbamos un café apresurado: a este paso, vamos a tener que acabar creyendo en Dios o en la Virgen...Los que lo hacen no se llevan estos chascos  que nos llevamos los demás. 

lunes, 14 de marzo de 2016

Postre viejuno

    Empiezo con un descargo: lo de la comida viejuna es una denominación que le he copiado a mi admirado Mikel López-Iturriaga, alias "El Comidista"; coordinador  del único blog de cocina que sigo habitualmente y dueño de una pluma mordaz y divertida a partes iguales. Con ésto de los motores de búsqueda si uno no quiere llenarse de enemigos en la red, más vale comenzar citando las propias fuentes. Que quede claro de una vez para siempre: yo cuando hablo de la cosa culinaria, siempre me inspiro en "El Comidista". Ahora ya puedo seguir con lo mío, que siempre es más antropológico que culinario. 

    Desde esta mañana, asisto en Facebook a un interesantísmo debate en el que se juntan las diferencias generacionales, las pecualiaridades autonómicas, ciertos comentarios históricos, alguno hasta político, las cuestiones de género y grandes dosis de sarcasmo y buen humor. Que de qué hablábamos? Del futuro gobierno? Nooo, entonces el sarcasmo y el buen humor hubieran estado de más. Hablábamos,  una pandilla de amigos y blogueros,  de una reliquia de las cartas de los restaurantes de la España cañí: el postre llamado "Pijama". Para los mucho más jóvenes que yo y/o desmemoriados: consiste en la combinación dentro de un mismo plato de dos o tres bolas de helado con piña y/o melocotón en almíbar, un flan, abundante nata montada y alguna galleta de adorno.  El tal postre era un bombazo de calorías que venía tras un menu de tres platos en el que nunca faltaban los entremeses variados, el cóctel de gambas y el pollo al ajillo. A mi amigo Alberto, aunque lo suyo sea el cine, le ha dado por empezar el día colgando una foto de este plato de composición picassiana y los habituales  que entramos al trapo, nos hemos pasado el día sacándole punta al asunto.

    Es aún algo que se sirve en los restaurantes? Es un horror culinario o un conjunto bien pensado para acabar con el hambre de la posguerra?  De dónde es oriundo? Lleva o no lleva piña en almíbar? Y melocotón? Admite variantes regionales? A cuántos de nosotros nos lo sirvieron en nuestra comunión? Y todas estas son apenas la mitad de las preguntas retóricas que el debate mañanero ha suscitado. Por no hablar de la cantidad de cosas nuevas que hemos aprendido, como su origen catalán, que a mí me ha resultado un chasco particular, pues yo estaba convencida de la superioridad culinaria y mayor refinamiento  de los catalanes con respecto a los castellanos viejos allá por los '70 y '80...Y ya ven ustedes que con la creación, comercialización y expansión del "Pijama" al territorio nacional dieron un paso en falso. Como en el debate hemos participado todas las gentes de la España plural, hemos comprobado que, aparentemente, sólo la Rioja salió indemne del experimento, pues dos riojanas de pro  han negado,  aún más vehementemente que San Pedro,  que de esta composición para diabéticos comatosos no tuvieron noticias hasta que se la sirvieron en otras autonomías. 

    Y como ocurre con cada cosa viejuna que sale a la luz de Facebook, el batallón de los nostálgicos es el que se lleva el gato al agua. Que si me lo pusieron en la comunión, o en la boda de una tía; que si era un premio cuando te portabas bien durante un largo almuerzo familiar de domingo...En lo que todos coincidíamos (y los nostálgicos principalmente) es en que era algo que se comía en los restaurantes; porque aún no habían entrado las Thermomix, las hojas de brick y la fruta de la pasión  en nuestras vidas y porque en casa de nadie (al menos en los años de mi infancia) se comía otro helado de postre que no fuera la gloriosa tarta al Whisky de Avidesa. En casa,  el postre era flan, arroz con leche o natillas, y las combinaciones extrañas había que pedirlas en los restaurantes; y ésta combinación en particular, tenía el mérito de que a los glotones (yo lo era) nos daba la oportunidad de comerlo todo y no tener que elegir entre el flan (que nos gustaba) y el helado, que no nos daban en casa regularmente.Ya les he contado muchas veces que mi padre no nos dejaba pedir Coca-Cola en los bares pero sí tinto con gaseosa, que según él era menos dañino...Eso para que vean ustedes el viaje culinario que algunas y algunos hemos tenido que emprender para llegar hasta aquí.

    Vaya, que hoy hay que darle las gracias a Alberto, por sacar a colación el olvidado "Pijama" (les he ahorrado las miles de teorías sobre el porqué de su nombre) y las muchas sensaciones gustativas y no tanto que esta magdalena de Proust ibérica nos ha provocado. Quizás llegue un día en el que algún espabilado lo sirva en forma desestructurada y con humos varios (a éste viniendo de donde viene el único humo que le pega es el del Ducados) y se marque un bombazo gastronómico. Cosas más insólitas hemos visto, no?


   


viernes, 11 de marzo de 2016

Golpe de tos

    Si la envidia fuera tíña, es el principio de un refán castellano que nos indica que la tiña era una enfermedad  temida, a la par que abundante. Cada generación terrícola ha tenido sus bestias negras entre esas cosas que no son un cáncer, no te llevan a la tumba y sin embargo, no deseas pasar de nuevo. Desde hace unos días le doy vueltas a este asunto y creo concluir que entre mis coetáneos, la gripe, que antes podía matarte, ahora es la estrella de las enfermedades benignas con mala baba. Como ya publiqué hace unas semanas, la gripe somos todos porque este año me ha cazado hasta a mí, que suelo ser bastante inmune a casi todo lo que transita por la atmósfera cercana; y no contenta con cazarme, hasta se ha ensañado y ha vuelto dos semanas después para dejarme un recuerdito en forma de tos perruna que estoy penando por quitarme.

    Mantengo con la tos desde hace años una relación de odio contumaz. Creo que comenzamos a odiarnos cuando en mis juventud de madre primeriza y aprensiva, en aquellas visitas a los pediatras de urgencia  con unos bebés que tosían, lloraban y vomitaban todo al mismo tiempo, los pediatras insistían en saber  si la tos del niño era seca o "grasse"(en francés en el original) que yo en mi ignorancia pretendía traducir por "grasa". Aprendí que la tos "grasa" en realidad se traducía por "tos productiva" o "con expectoraciones",  y aunque me alivió reconocer que las categorías de toses no son las mismas que las establecidas para los champús, lo de las expectoraciones contribuyó aún más a mis preocupaciones maternales. Pasé muchos años con estas cavilaciones sin llegar a discernir muy bien la categoría de tos de mis criaturas, y eso que una de ellas ha sido campeona olímpica en la materia. 

    Mi padre también era un gran tosedor, cuanto más porque era un gran fumador; y como tenía una caja torácica del tamaño de un armario empotrado, aquellas toses tremendas, cavernosas y repetitivas fueron junto con las noticias de Radio Nacional de España (el famoso "parte") la señal inequívoca que había llegado cada mañana la hora de levantarse. Ni nos hacía falta el despertador. Yo, que no fumo, hago deporte, apenas pruebo el alcohol y estoy en guerra permanente contra la báscula, se ve que por algún lado he dejado un resquicio abierto para que las toses, oportunistas y malvadas me ataquen y aniden en mis vías respiratorias. Acabo de pasar una semana de esas de toser, de no dormir (ni dejar dormir) por toser y de no poder articular palabra porque la tos pasó por mi laringe como el papel de lija y se llevó con ella la voz. Ya les he contado someramente en muchas ocasiones que me gano la vida hablando...Saquen ustedes sus propias conclusiones pero,  es o no es como para odiar las toses? 

    Toser es un acto reflejo que, por inútil,  quisieras controlar;  debe ser como dicen que es engañar al erario público y luego arrepentirte a los diez minutos...Como dicen Urdangarín y Torres (nada que ver con mi familia) que les ha pasado. Toser es un mecanismo de defensa del cuerpo que te deja el cuerpo hecho un trapo, como  uno de esos llantos sin consuelo que nuestros padres nos consentían de chicos so pretexto que se limpiaban los pulmones y se aclaraban las ideas. Es una interrupción contínua de las conversaciones (como en los debates televisados) un sinvivir la noche y un sin morir durante el día, excepto para la Dama de las Camelias, la muerta de tos más famosa de la historia. Toser cansa, aturde y te agria el carácter; porque la tos aparece en la mitad del bocado más suculento, o en lo mejor de la frase lapidaria que quieres pronunciar. Toser es una interrupción,  un estorbo y un ruido bastante desagradable, aunque mi madre dice que peores son los estornudos. Por consejo del prójimo, te dedicas a probar todo tipo de tisanas y a crear todas las variaciones y permutaciones posibles de tomillo miel y limón hasta sacar seis decimales y brillo a tus tripas pero,  la cruda realidad es que la tos viene cuando quiere y se va cuando le da la gana. O a golpe de barbitúricos, que es en este caso la solucción drogadicta y final.

    En estos momentos, lectores amigos, les desearía a todos aquellos que puedo tildar de enemigos ( y me cuesta encontrarlos) a ciertos políticos del parlamento español, a los mandatarios europeos que han inventado el canje de refugiados con el sultanato turco y a Donald Trump, un buen ataque de tos, de esos que duran varios días...Y luego hablamos.

martes, 8 de marzo de 2016

Un 8 de marzo más

    Si consultan ustedes la hemeroteca (se podrá decir algún día "blogoteca"?) de este blog, verán que jamás falto a la cita con el día de la mujer trabajadora. Hoy con más tiempo para explayarme, pues ni puedo trabajar, gracias a la gripe que, no sólo somos todos (remito de nuevo a mi blogoteca) sino que además contraataca; con la misma virulencia, que lo hacen Raphael, Chiquito de la Calzada o el anuncio de Campofrío.

    Y como cada año,  insisto, no es el día de las mujeres, como vulgarmente algunos proclaman, es el día de la mujer trabajadora, que aunque lo son la gran mayoría, hay todavía algunas que no. Por si quieren ejemplos, les diré que Isabel Preysler, Carmen Martínez-Bordiu, Paris Hilton, Chabelita Pantoja y unas cuantas que conozco pero no proclamo, hoy no tienen nada que celebrar; aunque en el caso de la Preysler no sé yo...Llevar tantos años siendo una señora estupenda es un trabajo, en el fondo. Y aunque hoy lo cuentan en todos los periódicos (algunos con grandes errores, como "El Mundo") no fue un 8 de marzo cuando se incendió la fábrica de camisas  neoyorquina y dentro murieron más de cien trabajadoras.   Fue  en agosto de 1910, en un congreso internacional de mujeres socialistas,  cuando se adoptó la resolución de dedicarle un día a la mujer y a sus reivindicaciones;  y como el 8 de marzo es fiesta por otros motivos en países como China, Vietnam o Rusia (donde las mujeres trabajan) se decidió ese día porque así no faltaban al trabajo para ir a manifestarse.

    Sigo insistiendo en lo de la mujer trabajadora porque es lo que verdaderamente se celebra. Las mujeres traen hijos al mundo y dan la vida, lo cual según la Biblia debería bastarnos para ser felices; pero resulta que no, que algunas, muchas de nosotras y por suerte, cada vez más, necesitamos que nos reconozcan nuestros méritos y los paguen en consecuencia sin pararse a mirar la talla de sujetador; más concretamente, sin pararse a mirar si lo que tienen que reconocer y pagar lleva sujetador o no. En España un tercio de los puestos de alta responsabilidad de la administración pública los desempeñan mujeres, pero curiosamente, en el ministerio de asuntos exteriores, sólo el 2%. El 56% de los oncólogos del país son mujeres, pero sólo el 25% dirigen los hospitales o los centros de referencia donde estas oncólogas, muchas de ellas muy prestigiosas, ejercen su oficio. La brecha salarial, es decir, lo que ellos ganan más que nosotras a igualdad de empleo y responsabilidad es de más del 20% en países que nos parecen tan modernos como Alemania,  y del 19% en España. No nos conformemos, el objetivo es que la brecha sea cero y lamentablemente, ni yo ni mi hija viviremos para verlo, porque las previsiones económicas dicen que si la famosa brecha se cierra, será dentro de 118 años...Que son muchos. 

    Como estoy convaleciente y con el cerebro un tanto en remojo, llevo todo el día navegando por las redes sociales y afines,  y veo todo tipo de dedicatorias y alusiones varias a la mujer, insisto, no siempre a la trabajadora ; siguen abundando los gatitos con dedicatoria, sugerencias de mandar ramos de flores a tu parienta, promociones de descuento en grandes almacenes para la ropa interior (hay que esperar al 8 de marzo para que las bragas estén de rebaja? ) y ofertas de cupones de descuento en restaurantes si tú (macho) llevas a tu pareja (hembra) trabajadora a cenar a un restaurante. Por no hablar de las innumerables alusiones a "cuándo será el día del hombre trabajador?" y los reportajes televisivos sobre esos oficios peligrosos que ahora también desempeñan las mujeres: piloto de avión, bombero, policía, etc. La guinda sobre el pastel la pone la prensa rosa que dedica un extenso fotomontaje a esos hombres magníficos que permiten que sus mujeres "concilien", con el marido de la vicepresidenta del gobierno a la cabeza...No les parece todo demasiado repetitivo, evidente y sobre todo equivocado? 

   Una anécdota para terminar. En mayo de 2014, en un vuelo de Iberia que cubría la ruta Madrid-Sao Paulo, se dio la circunstancia que los tres pilotos y todo los tripulantes eran mujeres. En Iberia hay más de mil pilotos pero sólo unas cincuenta son mujeres, así que fue una feliz coincidencia que se le hizo saber al pasaje (más de trescientas personas) que aplaudieron encantados al llegar a Sao Paulo y lo contaron en las redes sociales. Saben cuál fue el primer comentario que apareció en la página Facebook de Iberia a los pocos segundos de la llegada: "Y cómo han conseguido aparcarlo al llegar al aeropuerto si los tres pilotos eran mujeres? "...A favor de Iberia hay que decir que las mujeres piloto ganan lo mismo que los hombres. Feliz 8 de marzo, amigas trabajadoras y amigos que apoyan  y tratan de igual a igual a mis amigas trabajadoras.

jueves, 3 de marzo de 2016

No pudo ser

    Ya está. 35 años después del 23-F (que lo recuerdo como si fuera ayer) y de haber visto con mi familia la más que decente película de mi paisano Chema de la Peña que repusieron en TVE la semana pasada, resulta que los españoles necesitamos la mayoría absoluta para funcionar, porque parece imposible que nos dejemos gobernar de otra manera. Será por eso que aguantamos otros 35 años a un señor feo, bajito y de voz chillona que tenía la mayoría, la opinión, el bastón de mando y al ejército con él. Ya estoy empezando a pensar lo peor de nosotros mismos. Será por eso que la conversación es un arte que se ha perdido; y que lo que llaman tertulia en los medios no es más que un tinglado vocinglero; será también por eso que la gente aún ve "Sálvame",  que es un perfecto ejemplo de  conversación fallida y la verdad, visto el debate de investidura de ayer, bastante parecido a los modos de nuestras nuevas señorías.

    Cómo pude yo ser tan ingenua a mis cincuenta primaveras como para pensar que España podía tener un gobierno de coalición? De dónde saqué yo el optimismo incauto que me llevó a pensar que por fin estábamos en ese momento en el que nos hacemos mayores democráticamente y que pueden juntarse dos (o tres) partidos en un mismo gobierno? Yo misma les doy la respuesta: la ingenuidad es un mecanismo de defensa ante la vejez que se me echa encima; el optimismo es por una parte congénito y por otra, me lo fomenté yo  a mi misma desde hace meses,  a cuenta de pasarme el día leyendo y releyendo cosas sobre la Transición, ese milagro político que ahora todos se empeñan en negar y poner al mismo nivel que la Virgen de Fátima y los pastorcillos.

    Ayer no pudo ser, porque los que querían no podían, o incluso no querían lo suficiente. Mañana tampoco podrá ser porque todos seguirán no queriendo y así, nos encaminaremos pasito a pasito a las urnas, de dondre saldrá en junio una foto parecida a la de diciembre; quizás corregida y dudo mucho que mejorada. Hemos perdido el tren de la madurez política, el diálogo y el sentido común y nos hemos subido a la camioneta del griterío, la pelea callejera y la política de megáfono. Y como seguimos creyendo en aquello que inventó Fraga de que "Spain is different", no podemos tener gobiernos de coalición, sino mayorías absolutas con parlamentos dóciles e inutilizados durante cuatro años.

    Y claro que sí, señoras y señores, esos tipos que gritan y se avasallan dentro de las Cortes, y que son incapaces de dar un paso adelante generoso y tolerante por el bien del país,  los hemos votado nosotros, no me vengan ahora con que no nos representan. Y se comportan así, porque sus encuestadores, sociólogos y gurús de medio pelo les han dicho que si no,  no les votaremos más; y de ahí toda esa pamplina de las líneas rojas, las confluencias, las centralidades y demás majaderías. Así que nada de mirar para otro lado: cada pueblo tiene el gobierno que se merece...O no lo tiene como es nuestro caso. 

    Ya me estoy preparando para volver al Via Crucis de pedir las papeletas, esperar al correo, reclamaciones al censo, envíos certificados, etc. Pero esta vez, después de 32 años de votar con cierta cabeza, hasta contemplo la posibilidad de votar en blanco y de rezar a los santos electorales para que no den a luz a un Trump o una Le Pen a la española y vayan todos a una, como en la desdichada Fuenteovejuna a votarlos para que salven la patria. Estoy un poco enfadada...Se me nota?