jueves, 25 de octubre de 2012

Halloween

    Mi hija insiste en celebrar Halloween. A pesar de que yo también insisto en que nosotros no tenemos nada que ver con esa fiesta, a pesar de mis explicaciones sobre la tradición católica a la que pertenecemos (otra cosa es que la profesemos) y a pesar de intentar venderle la moto de las vacaciones escolares venideras, llenas de buñuelos y huesos de santo, ya se de antemano que no tengo nada que hacer. Es más, he claudicado y le he comprado un sombrero de bruja y una bolsa en forma de calabaza para llevar dentro química pura en forma de golosinas de colores que poco tienen que ver con mis idolatrados buñuelos de viento. Que nadie interprete estas líneas como un manifiesto de antiamericanismo primario, el "Otan no, bases fuera" ya lo dejé atrás junto con mis años mozos, en mi segunda juventud soy bebedora de Coca-Cola Zero y consumidora sin medida de cine USA. 

    Pero Halloween, insisto una vez más, nada tiene que ver con nosotros. Y aquí sí me sale la castellana vieja que llevo dentro, defensora a ultranza de buñuelos, crisantemos y visitas a cementerios llenos de flores en este momento del año. Y de la llegada de los puestos de castañas, que al menos en mi tierra coincide con estas fechas. Por cierto, las castañeras de rostro curtido en el campo, manos ennegrecidas y toquilla de lana han dado paso a unos castañeros jóvenes, de pendiente en la oreja y ordenador dentro del puesto...consecuencia del maldito paro, supongo. No tengo nada que objetar si la castaña está bien asada, crujiente y abierta por la mitad y convenientemente envuelta en papel de periódico para que conserve el calor. Una duda me corroe: le habrán aplicado también la subida del IVA al cucurucho de castañas?

    Volvamos a Halloween que, supongo que a ustedes , lectores inteligentes, les ha quedado claro que es la manera de vender algo entre el momento de la vuelta al cole y la llegada de Papá Noël y los Reyes Magos. Hace pocos días tuve que recorrer varias tiendas de manualidades, juguetes y plásticos varios buscando la dichosa bolsa en forma de calabaza. Me costó lo mío encontrarla porque este año, al parecer, la operación comercial Halloween se ha suprimido en muchos casos. Así me lo aclaró una amable dependienta ante mi curiosidad antropológica: -"mire usted, tal y como andan las cosas este año la gente no se gasta el dinero en esas tonterías". Bién por la gente! pensé yo. Y ante mi sorpresa añadió: "pero hemos adelantado la campaña de Navidad, y si quiere usted comprar adornos ya los estamos colocando en las estanterías"...No somos nadie.

    Bien pues, en los próximos días, los colegios de media Europa de tradición católica se van a llenar de niños disfrazados de monstruitos que atacarán a todo el que pasa (si es que son fieles a esta tradición que nos ha caído encima) pidiéndoles caramelos al grito de "truco o trato?". Quedan ustedes eximidos de responder; pero si insisten en entrar al trapo y ver de qué va la cosa, les dejo con unas instrucciones cinemátográficas, para mí la mejor escena de Halloween que nos ha djado el séptimo arte, rodada por el maestro Spielberg, quién sino!


   And Happy Halloween! En castellano no pega nada decirlo...

martes, 23 de octubre de 2012

Corte y confección

    Un poco de análisis de vocabulario para empezar, que los que tenemos escolares en casa nos pasamos el día repasando. "Recorte", según el diccionario de la Real Academia Española,  se describe como "acción y efecto de recortar". "Recortar": cortar o cercenar lo que sobra de algo"; lo releo y dice bien "cortar lo que sobra",  no lo que queda. Conclusión: ahora que, por desgracia, "recorte" se ha convertido en una palabra de uso diario en boca de políticos, mandatarios, periodistas y del común de los mortales, resulta que todos la empleamos mal.

    En el taller llamado España, el maestro de los recortes, dueño de la tijera y brazo ejecutor de su amo se llama Cristobal Montoro, ministro de Hacienda; que emplea el dichoso vocablo día sí y día no, y que a saber dónde aprendió corte y confección este hombre, porque los tijeretazos (que es como deberíamos llamar a los recortes si aplicáramos con propiedad la lengua castellana) son certeros, dañinos, muchas veces al bies y tantas veces inútiles e incomprensibles para el respetable público. No sea tímido señor Montoro, ahora que ya hemos entendido todos que se corta, o se pega un hachazo donde más duele, no se corte  (y valga la redundancia) en ir hasta el fondo del asunto. Ahora sí, por fin ya hemos entendido cuando nos dice usted (o los de antes que lo hicieron igual de mal) que ya no queda nada por recortar: esta claro! porque ya no sobra nada. Ahora sólo queda cortar  y cortar, y ni siquiera molestarse en hacer un bonito pespunte. Si quiere yo le doy algunas ideas.

    Empecemos por los funcionarios, a quienes ya les quitamos una o dos pagas extras y les bajamos el sueldo: vamos a quitarles un mes más; total tienen el trabajo garantizado de por vida, de qué se quejan! Y así, poquito a poco, tendremos detrás de esas ventanillas donde tanto tiempo perdemos una casta de empleados en el más puro estilo de la Rumanía de Ceaucescu; soplones, fieles al horario hasta la décima de segundo y resueltos a hacerles a ustedes la vida imposible porque para lo que ganan, para qué molestarse.

   Los profesores, que son carne de cañón de la crisis. Ya lo dijo nuestra Esperanza antes de jubilarse con la clarividencia que la caracteriza: que cobren menos porque trabajan menos, o que hagan cuarenta horas como todos, y luego que hagan en casa sus deberes, que esas horas no cuentan. Total, a quién le importa el destino de nuestros escolares, si nadie se preocupa en enseñarles como está mandado por agotamiento;  tampoco es tan grave, pues cuando acaben su formación no van a poder trabajar en ninguna parte.

    Vamos a pegarle una buena subida al IVA, para que se arruinen los hosteleros y los pequeños empresarios, al impuesto de sucesiones que grava un bien por el que ya se pagó a su debido tiempo y al IRPF en los tramos bajos para que a la gente se les quiten las ganas de producir nada que sea útil ni duradero. Dejaremos intactos los fondos de inversión esos que ganan pasta por pasear dinero que no existe en realidad y luego lo guardan en las Islas Cayman, pobre gente, ya tienen bastante con lo que perdieron cuando cayó Lehman Brothers. Y a ver si dejamos tranquilos a todos los directivos de las Cajas de Ahorro en quiebra, Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita...

   Ni un Euro para construir trenes, mejorar carreteras, o aumentar las líneas de autobuses urbanos. Los que no tengan coche que no salgan de casa. Y si necesitan moverse para ir a trabajar, haberlo pensado antes de comprarse un adosado en la periferia a veinte kilómetros del curro; perderán el trabajo y perderán el adosado, pero así se darán cuenta que lo de vivir como los ricos era sólo un espejismo.

    Y acabemos con la madre de todos los tijeretazos: el gasto sanitario. Ya hemos perdido la vergüenza de negarles la asistencia a los inmigrantes sin papeles, vayamos un poco más lejos y quitemos médicos de pueblos pequeños, cerremos los centros de salud y digamos alto y claro, que el que no tenga posibles, mejor que no se enferme; al fin y al cabo la madre naturaleza cuando no existía la ciencia médica ya se encargaba ella de eliminar a los más débiles.

    Y no me meto con la asistencia a los discapacitados, las ayudas a los parados que han agotado el subsidio, las familias numerosas, las víctimas de riadas e inundaciones y los afectados por alguna estafa bancaria, que seguro que ya saben ustedes como undirles aún más en la miseria. Una vez que se ha perdido el miedo a hacer lo que ya sabemos que no sirve para nada, ni va a enderezar el rumbo del barco a la deriva, se puede seguir por la misma ruta y con el barco haciendo aguas. Nuestros políticos no son expertos navegantes. Ni siquiera estuvieron muy atentos en el curso de corte y confección.

    Y yo todo lo anterior lo digo haciendo un ejercicio de cinismo puro y duro. Supongo que lo han pillado porque asumo que son ustedes inteligentes, contrariamente a los que nos gobiernan, que piensan que todos somos tontos...

   

domingo, 21 de octubre de 2012

La voluntad viaja en silla de ruedas

    Hace unos días buscaba por mi biblioteca (sin encontrarlo) un libro que leí hace años y que me dejó sin habla, se llamaba "El misterio de la voluntad perdida", del profesor José Antonio Marina (Ed. Anagrama 1997) el único filósofo al que entiendo desde Sócrates, a quien también entendí, y de ahí en adelante a ninguno. Decía J.A. Marina que la voluntad como la conocimos ya no existe y que lo que representaba en nuestra sociedad se ha sustituído por un montón de palabras que parecen lo mismo pero que no lo son, entre las cuales mi preferida es "motivación"...muy utilizada entre los hombres de empresa, los cazadores de talentos, y los gurús de sectas varias. No les resumo el libro pero les aconsejo su lectura, es altamente esclarecedor y de paso, si alguno de los que me lee es el que se ha quedado con el mío, le ruego que se manifieste y me lo devuelva, porque tengo la voluntad (valga el chiste fácil) de releerlo.

    Cierto es que la voluntad, y no digamos ya la fuerza de voluntad no son valores en alza, al límite a uno que la posee lo llaman testarudo! Y si miro a mi alrededor, me doy cuenta que entre los voluntariosos del mundo sólo quedan aquellos que tienen que luchar contra algo muy gordo: una minusvalía, por ejemplo. De ahí el título de la entrada de hoy: la voluntad, señores, en el siglo XXI viaja en silla de ruedas. Quieren ejemplos? Pongan en su buscador este nombre propio "Teresa Perales". Resulta que es nuestra deportista nacional más galardonada, que tiene 22 medallas de oro conseguidas en varias olimpiadas, que es profesora universitaria y ha sido diputada en las Cortes de Aragón, que tiene músculo para nadar y cerebro para pensar, y encima es madre de un niño de dos años; Y saben qué? Todas esas medallas y todas esas cosas las ha hecho desde una silla de ruedas. No me vengan con el rollo de "sí pero son medallas de los juegos paralímpicos": si yo me tiro a la piscina a la vez que Teresa Perales, y les advierto que soy buena nadadora, seguro que llego cincuenta metros por detrás de ella!

   Y si quieren otro ejemplo más mediático (otra palabra adorable...) les recuerdo que Stephen Hawking, ese señor que aparece torcido sobre una silla de ruedas con cara de susto y que ha ganado todos los premios ganables excepto el Nóbel (que caerá) tiene ya 70 años y que a los 21 le diagnosticaron una ELA, que no es un satélite espacial sino un horror llamado esclerosis lateral amiotrófica. Y que los sabios doctores le auguraron una muerte segura en los dos años siguientes quizás porque no contaban con el factor voluntad, que este señor la debe tener a prueba de bombas. Lo dicho, ha cumplido ya 70, ha escrito obras de divulgación científica más leídas quelos tres Milenium juntos; y le ha dado tiempo a tener tres hijos, divorciarse de su primera esposa y casarse de nuevo, entre otras muchas actividades. Un prodigio.

    Como en silla de ruedas iba Franklin Delano Roosevelt, el único presidente de EE.UU. reelegido  4 veces, que acabó primero con la terrible crisis de 1929 practicando el gasto público y haciéndole caso a un tal Keynes, que sigue teniendo razón después de tantos años, pero que ya no le hacen caso. De paso, también firmó la paz tras la Segunda Guerra Mundial, que le toco en gracia, e impulsó la creación de la ONU. Y de paso, también desde su silla de ruedas le fue infiel en innumerables ocasiones a su señora, Eleanor Roosevelt que buena pieza era y de la cual hablaremos  otro día. Ya ven, le daba tiempo a todo al hombre.

    Y por qué a los que tenemos dos piernas, dos brazos y todos nuestros sentidos intactos y operativos no nos da tiempo a nada? Por qué pensamos siempre en todo lo que no somos capaces de hacer? Por qué no nos ofrecemos voluntarios ni para poner la mano a ver si dan algo? Porque nos falta la voluntad perdida, señores. Tienen ustedes desde mañana mismo, lunes para más señas, para encontrarla. Buenas noches.

martes, 16 de octubre de 2012

Padres en patera

    Me pregunto cómo se siente un pobre emigrante subsahariano dentro de una patera que hace aguas por todas partes, sin saber nadar y en medio del oleaje del Estrecho. Me imagino su sensación de alivio cuando toca tierra, aunque no sea más que un alivio pasajero, prólogo de penalidades mayores. La patera es un vehículo endeble e ingobernable, y con todo es el único que tienen muchos desheredados para salir de su miseria después de una o varias noches de zozobra en alta mar; hay que tenerlos bien puestos para subirse a una de ellas, o mucha hambre y muy poco que perder, o todo junto. 

     No piensen que les voy a hablar de la emigración, hoy no toca, pero me parece que la patera es una buena imagen para hablar de la adolescencia, ese Estrecho de Gibraltar por el que todos hemos pasado y por suerte se nos olvidó, y que nuestros críos nos recuerdan cuando les toca a ellos atravesarlo. El problema actual es que ya no me queda muy claro quienes van montados en la patera, si los afectados por la tormenta hormonal o sus sufridos padres.

    Creo haberles dicho lo que sigue ya alguna vez en este mi espacio de quejido y preguntas existenciales, disculpen la repetición en ese caso: yo, que he hecho dos carreras, un máster, una tesis doctoral y una oposición, creo sinceramente que criar hijos y tratar de no equivocarse es mucho más difícil que recolectar toda la lista de títulos anteriores. Y que me perdonen mis padres, de quienes creo haber recibido una educación más que correcta: antes era mucho más fácil no equivocarse que ahora. Reto a cualquiera de los que educaron a mi generación a que vuelvan a intentarlo en un mundo invadido por teléfonos inteligentes, pantallas de ordenador, parejas divorciadas, familias recompuestas, padres que se creen los mejores amigos de sus hijos e hijos que tienen la llave de casa y marcan los horarios antes de que les brote el primer acné.

    No soy nadie para dar consejos, pero por lo que puedan valer, hay ciertos principios a los que me aferro en esto de la lucha contra los seres hormonales, y el primero de todos es la autoridad; pero no la de mandar y conjugar todos los verbos en imperativo, sino la "auctoritas" romana, aquella que heredamos del imperio como tantas otras cosas y que se define como "la capacidad moral para emitir una opinión cualificada sobre una decisión". Huelga decir que el senado y el pueblo romano aceptaban las decisiones de la "auctoritas" sin rechistar. Finalmente esta autoridad así entendida es la que da a la edad y la experiencia cierta supremacía sobre los impulsos de la juventud. Aunque ellos no lo saben, nuestros herederos adolescentes necesitan esa autoridad, nos sólo para no meter la pata ni sobrepasar ciertas líneas rojas que no deben cruzar, sino sobre todo para que ellos mismos puedan formarse su propia "auctoritas", algo que les será de mucha utilidad para navegar por la vida. No hay nada peor que un niño que crece rodeado  de adultos  que se comportan como niños.

   Y este  principio de autoridad requiere intervenir, actuar, pasar malas noches, dialogar y tantas veces litigar, disentir lo necesario y levantar la voz más de una vez y decir hasta aquí hemos llegado; o como decía mi padre con un refrán muy tonto pero lleno de sentido: "cuando seas padre comerás huevo". Una sociedad llena de adolescentes que no dejan de serlo no es sostenible a largo plazo.

    Hay otra posibilidad: quedarse quietos y escondidos en el fondo de la patera esperando a que la ola pase por encima y limitarse a achicar el agua: hacer de Don Tancredo, vamos. Para ello les propongo que imiten a nuestro presidente del gobierno, Tancredista por antonomasia, que permanece quieto y escondido dentro de esa enorme patera a la deriva que es España. Quizás cuando tenga hijos adolescentes (los suyos son pequeños aún) les aplique la misma técnica. Quizás el Tancredismo sea una forma de andar por la vida, yo prefiero la acción, francamente, porque ya lo he dicho muchas veces: no soy una persona Zen.

lunes, 15 de octubre de 2012

La Santa del día

    Entre otras muchas buenas costumbres los expatriados hemos perdido la de celebrar los santos, porque nos faltan aquellos calendarios con el santoral que tenían nuestras abuelas en las cocinas, porque hay que explicar a los nativos en qué consiste eso de celebrar el nombre propio y ya no digamos si una se llama María Concepción...mejor atenerse al aséptico y cronológico cumpleaños.

    Cuando esto escribo estoy de viaje, a un sitio bastante esdrújulo llamado Luxemburgo del cual no merece mucho la pena hablar,  así que me voy a centrar en la Santa del día, mañana 15 de octubre, voy a tener un día ajetreado como para ponerme a escribir sandeces y para remate es Santa Teresa, que es una santa que no deja indiferente a nadie, así que manos a la obra.

    Teresa de Cepeda y Ahumada (1515-1582) monja Carmelita Descalza, doctora de la Iglesia, sospechosa de ser descendiente de judíos y castellana de origen, como yo, es una vieja conocida mía. En mi vida anterior, pasé muchas horas de mis días y de mis noche descifrando sus escritos, total, para hacer una tesis doctoral que de poco me sirvió aparte de para saber mucho de Santa Teresa. Hacer una tesis doctoral de historia o literatura debe ser en estos días algo tan antiguo como hacerse una misma una colcha de ganchillo. Prosigamos.

   Santa Teresa era una señora bastante moderna para su tiempo, no hay más que leerse sus escritos, lo que pasa es que todos nos hemos quedado con aquello de que flipaba en su celda, levitaba y entraba en éxtasis con relativa facilidad. Ciertas teorías de los historiadores de la medicina atribuyen estos viajes a las hierbas medicinales que le aplicaban para sus dolores reumáticos, lo cual me parece una explicación bastante plausible, porque yo, salvando las distancias, si me tomo dos ibuprofenos seguidos me pongo también en la pista de despegue. Para moderna,  baste ya la idea de que su padre la mandó al convento porque se pasaba la vida leyendo novelas y frecuentando gente poco recomendable. De monja hecha y derecha,   andaba por los caminos de la muy ancha Castilla,  fundando conventos y llenándolos de monjas, lo cual es lo más feminista que se podía hacer en aquellos tiempos: las mujeres se lo pasaban bastante mejor en muchos claustros que sometidas a la dictadura de un marido que no habían buscado ni aceptado. Y para colmo, superó el ojo escrutador de la Inquisición, que le buscaba las cosquillas por aquello de que su familia era descendiente de judíos, pero que en realidad no veía con buenos ojos que una señora anduviera tan suelta: "de mí le dicen al Nuncio que soy vagabunda e inquieta"...escribió en una de sus miles de cartas que han quedado como testimonio para la historia. Cultivó la amistad de San Juan de la Cruz (otro proscrito) y entre viajes y pleitos aún le dio tiempo a legarnos una obra literaria espléndida. Y con una poesía amorosa que dejó perlas como la que siguen (sean ustedes capaces de abstraerse de que el destinatario es el Altísimo):

Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?

   Y mañana es Santa Teresa, el santo de un buen montón de mujeres que conozco y que se llaman Teresa, que son fuertes, que pelean contra la adversidad desde una silla de ruedas o que han peleado contra el destino que las llevó muy lejos de sus países a ganarse la vida y la de sus familias. Conozco Teresas de todas las edades (incluso una de noventa años en plena forma) y de varios países; todas son mujeres fuertes y llenas de voluntad; lo dará el nombre?

    Para mañana, felicidades a todas las Teresas, les dejo mi verso favorito, aunque reconozco que le hago poco caso:

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.

jueves, 11 de octubre de 2012

Comando actualidad

Les voy a hablar de un programa de televisión, mi favorito desde que desaparecieran los Alcántara de las pantallas, se llama "Comando Actualidad" y probablemente ustedes lo conozcan y quizás hasta estén un poco de acuerdo conmigo en que es periodismo del bueno. Y no sólo. Los reporteros de Comando Actualidad (hay que reconocer que con el nombrecito no estuvieron muy acertados, qué se le va a hacer) son una pandilla de jóvenes descarados, concienzudos en su búsqueda, ácidos en el comentario y por si fuera poco, respetuosos con el televidente y con su inteligencia. Ponen el dedo en la llaga, miran debajo de nuestras camas y nos sacan, como país, esas entretelas que nadie quiere reconocer pero que todos sabemos que existen. Son el equivalente actual de aquel "Vivir cada día", que tan famoso se hizo en los años '80 entrevistando putas en todos los barrios chinos de España, pero éstos con el ojo crítico más agudizado. Llevo años viéndolo y nunca han perdido la garra ni la frescura, tocan todos los temas que nos interesan y nos preocupan y ahora, con la crisis, han encontrado un filón, claro; y aún así no se repiten, todo un mérito.

    Ayer me quedé viendo dos programas (en la TVE Internacional los ponen de dos en dos) hasta la una de la madrugada, ni les cuento las ojeras con las que me he levantado; pero eran tales las verdades que cantaban y tan insultantemente verdaderas las imágenes de aeropuertos sin vuelos, estaciones de AVE sin viajeros, palacios de congresos a medio terminar y ciudades de las artes y las letras hechas ruinas antes de haberse inaugurado, que me quedé literalmente pegada ante la pantalla, la visión era sobrecogedora. Como sobrecogedor era el título del programa: "nos los podíamos permitir?"; la respuesta creo que todos ya sabemos cuál es.

   Y al filo de la medianoche comenzó el segundo episodio, que llevaba por título "un gasto extra" y mostraba niños con dientes torcidos como alcayatas que no se pueden arreglar por falta de presupuesto en casa; madres buscando desesperadas un traje de comunión prestado para que el niño comulgue vestido de almirante; parejas reconociendo que en vez de gastar 4000 euros en la comunión de la criatura, esta vez "sólo" gastarán dos mil; repartidores que no cambian los neumáticos a las furgonetas porque necesitan cuatro (claro) y sólo hay dinero para dos; y al lado de todo ésto un centro comercial madrileño con público a rebosar en las tiendas de ropa, haciendo cola para pagar y los vendedores de coches de lujo diciendo que en la vida se habían visto tantos Porsche circulando por las carreteras hispanas. Llamenlo ustedes como quieran, yo a ésto lo califico de sinsentido y eso, buscando un calificativo amable.

    Ya saben que lo mío es el cine, y de repente, y a esas altas horas de la madrugada en la que me acosté, me vino a la memoria el documental de Buñuel sobre las Hurdes, donde  llamaba la atención  la cantidad de gente desdentada que el genio aragonés sacó en las pantallas de ese "Las Hurdes, tierra sin pan" que en 1933 era lo más parecido a un Comando Actualidad que se podía hacer; y que si lo vuelven a filmar en el 2020 volverán a encontrar un país con gente sin dientes, visto lo visto. O ese otro monumento que fue "El pisito"  de Marco Ferreri (1959) donde dos novios llevan doce años esperando para casarse por falta de vivienda y a él se le ocurre casarse con su casera, que mira por donde resiste viva más de la cuenta. A aquello lo llamaron Neorrealismo, que debe ser lo que yo veo y las historias que me cuentan cuando voy a España todas mis fuentes literarias, que son las panaderas, porteros y vendedores de los mercados, casi todas sobre comuniones con listas de boda, gente empeñada hasta el ADN para celebrar la boda de un hijo y listas de morosos más largas que el rollo del papel higiénico. La campaña de la Cruz Roja de este año ya no pide para el tercer mundo, porque el tercer mundo lo tenemos en el portal de casa, no hay que ir tan lejos.

    No voy a echarles otra vez el rollo del ahorro, para eso les remito a mi propia entrada de hace unos días ("Ahorro con "h" intercalada, 4 de octubre) tampoco quiero volverme alemana y atacar de nuevo con eso de la fiesta permanente, de que todos éramos nuevos ricos y así nos va, etc. etc.  Si no fuera porque creo firmemente  que un hombre vale un voto y en que todos somos iguales sin distinción de sexo, credo ni color, ganas me darían de promulgar una dictadura donde el buen juicio se estudiara en las escuelas y la cordura se impusiera por decreto ley; donde fuera imposible tener delirios de grandeza so pena de calabozo y donde el dictador tuviera plenos poderes para echar una buena regañina en la plaza pública  a todos los que perdieran el seso y gastaran lo que no tuvieran. Pero no puede ser, vivimos en una democracia llena  de  buena gente que ya ni sabe de dónde rascar para llegar a fin de mes. Y si la gente es buena, por qué hemos elegido a los peores para que tomen las decisiones fundamentales? La frase no es mía sino de Elvira Lindo en su columna del País de hace dos domingos, al César lo que es del César. Buenas noches.

domingo, 7 de octubre de 2012

Las anormales vidas normales

    En los últimos días, un par de visitas a las consultas de los médicos, y mi sesión mensual de peluterapia, me han permitido ponerme al día de la actualidad de la prensa rosa. Sigo con preocupación el estado de salud de Cayetana, que no ha podido este otoño subirse a un camello o arrancarse por soleares como a ella le gusta, pobre! De los demás personajillos que pueblan sus páginas poco o nada se me ha quedado grabado, la gente que otrora daba cualquier cosa por ser glamourosa ahora se empeña concienzudamente en parecer normal y pregonarlo sin descanso.

    Veo un reportaje de cuatro páginas en el "Elle" de agosto (versión inglesa) sobre David Beckham donde aparte de contemplar su cuerpazo garabateado (me temo que cualquier día su señora  pensará al agarrarlo del brazo que ha cogido un rollo de papel pintado por equivocación) sólo leo en la entrevista sus denostados esfuerzos por hacer ver que es una persona normal: se levanta cada mañana a las siete y prepara el desayuno de sus tres muchachos, se come apresuradamente  los restos que le dejan y los lleva al colegio en su coche, después se va a entrenar; por las noches ve películas en su DVD y encarga comida china a domicilio.

    Continuo con la prensa francesa donde el heredero de la corona belga insiste en que los fines de semana él, su mujer y su numerosa prole se quedan sólos en palacio, bajan la calefacción para no gastar más de la cuenta y de vez en cuando comen en un MacDonald.

    Turno de Cristiano Ronaldo en la prensa española, que afirma que de lo único que come sin medida en la vida es la "caldeirada de peixe" que le hace su madre y que el dinero no le interesa; se lo cree alguien? Un tipo que se peina para salir al campo de juego y que lleva en las orejas dos brillantes más gordos que los de Liz Taylor en sus buenos tiempos no puede ser feliz pasando desapercibido, lo siento.

    Pues miren ustedes, entre tanto deseo de normalidad, yo les confieso que nunca he querido tener una vida normal, siempre soñé con tener una excepcional y eso,  ya desde pequeñita, cuando en las aburridas tardes de verano donde nos obligaban a dormir la siesta yo jugaba a hacerme entrevistas a mí misma para pasar el rato. Si he terminado por vivir a casi  2000 kilómetros de mi lugar de origen es precisamente porque quería tener una vida diferente y anormal. En los últimos 23 años he vivido en cuatro países diferentes y lo he conseguido en buena medida. Por suerte, tengo un trabajo que me permite conocer gente excepcional (para lo bueno y para lo malo) e incluso haber sido testigo de algún que otro momento histórico, tengo suerte, lo renozco, pero también he hecho todo lo posible porque así fuera. Tengo amigos de todos los colores, clases, religiones y orientación sexual y muchos de ellos luchan como yo por tener una vida extraordinaria.

    A todos éstos que pregonan la normalidad ya me gustaría verlos haciéndole frente a esas situaciones normales que nos pudren la vida. Ejemplos? hacer cola en el supermercado, buscar una niñera a domicilio cuando los niños se enferman, encontrar un fontanero de urgencia cuando se atasca el inodoro o llevar el coche a pasar la ITV. Y ésto es sólo un breve muestrario de todos los horrores de la vida normal que esta gente, pongo la mano en el fuego, jamás ha afrontado, ni ganas que tiene. Nuestros príncipes herederos presumen mucho de ir al cine como cualquier otro ciudadano y de pasar por taquilla para pagar la entrada, pero me juego el cuello a que no tienen que pagar por horas a la canguro que se encarga de las infantitas y no  llegan tarde por no encontrar donde aparcar...Me equivoco? Ya pueden insistir ellos en hacer una vida normal, ya...

    A este paso, saldrán en la prensa rosa personas excepcionales como mi asistenta (les aseguro que lo es) o mi pescadera de mi pueblo de vacaciones (y ésta ni les cuento)  mientras los Beckham, la Realeza y la farándula  siguen pretendiendo vivir de forma normal y anodina. Vivir para ver!

jueves, 4 de octubre de 2012

Ahorro, con "h" intercalada

    Un ahorrador, nace o se hace? Yo, de pequeña y hasta donde recuerdo, era ahorradora; casi hasta la última peseta de mi paga iba a parar a la hucha y periódicamente el contenido de la hucha iba a parar al banco, en un proceso que en aquel entonces me parecía lo más natural del mundo. A mi ahorro contumaz ayudaba el que no me gustaban las chuches, no fumaba de adolescente, y no tenía dos partidas presupuestarias que son las que ahora arruinan a nuestros hijos: el teléfono móvil y las sudaderas de Abercrombie. Es más, una vez a mis tiernos diecisiete años, gané ocho mil pesetas en un concurso de cuentos y me gasté una parte del premio en dos camisetas de "Don Algodón" (el Abercrombie de mi generación salvando las distancias y los precios) y cuando salí de la tienda me sentí bastante idiota por el gasto incurrido. Con estas cosas llegué a criar una cierta fama de tacaña en absoluto justificada, que espero que quienes me conocen y me aprecian (alguien habrá) se apresuren a desmentir.

    Ser ahorrador nunca ha sido muy sexy; y por no serlo no lo es ni la palabra, que lleva una "h" intercalada incómoda y fea. Yo era así porque crecí en el entorno austero y ahorrador de los castellanos viejos, donde hablar de dinero y aún peor, presumir de ello era peor visto que sorber la sopa. Y en cierto modo sigo siendo una ahorradora bastante persistente, qué se le va  a hacer.

    Mis humildes ahorros me han sacado de algún aprieto, me han comprado una casa, y me dejan cogerme unas largas vacaciones cada verano. Soy funcionaria y tengo el trabajo garantizado de por vida, así que con los consabidos recortes y algún que otro achuchón económico, aún espero seguir ahorrando modestamente para poder disfrutar de mi tranquilidad  llegada la vejez y esas pensiones que nadie sabe cómo nos van a pagar. Ni los grandes gurús de la economía ni los cantamañanas que trabajan en los bancos van a convencerme de lo contrario, aunque el tipo de interés sea 0.000000% : ahorrar es útil y es un ejercio disciplinariamente sano.

    En este sinsentido en el que se han convertido nuestras haciendas nacionales, tan pronto nos echan la culpa de vivir como nuevos ricos y no ahorrar lo suficiente como nos machacan con la necesidad de consumir para reactivar la economía. Pero, de dónde salía todo el dinero que se gastó insensatamente en los años del orgasmo inmobiliario? pues del ahorro de varias generaciones precedentes. El problema va a ser que cuando salgamos de ésta, las generaciones que nos siguen van a tener que empezar con la hucha no desde cero, sino desde menos dos...si es que pueden.

    Y el gran problema inmediato es que los que podrían ahorrar y meter en la hucha usan lo que les queda para hacerle frente al día a día. Los ahorros de los abuelos sirven para pagar las facturas de hijos y nietos en los hogares donde los parados se cuentan con todos los dedos de la mano. Los inmigrantes que vinieron para ahorrar y mandar remesas a espuertas a Ecuador, a Colombia y a Marruecos usarán sus ahorros a partir de ahora para pagar al médico en un país que pretende no asistirlos a las puertas de un consultorio por una cuestión de papeles. Los que en los años gloriosos juntaron un capitalito, se dejaron convencer por unos soplagaitas con traje de banqueros y lo metieron en un engendro llamado "las preferentes", que con este nombre no son un grupo de coristas de verbena sino un atraco a mano armada permitido por la ley, y lo perdieron todo. Ya no queda ni un euro en las huchas ni en las cuentas corrientes de la gente corriente.

    A ver ahora cómo cantamos las virtudes del ahorro a quienes ni con lo que entra cada mes tienen para pagar lo que sale; a ver quién le enseña a los niños a guardar monedas en la hucha cuando están todos esperando a que salga el iphone 5 para tirar a la basura el 4; y a ver quién habla de ahorro en sitios como nuestro país, con una población convencida de que los bancos son antros de perdición gobernados por sinvergüenzas y ladrones o en el mejor de los casos por una panda de inútiles e irresponsables.

    Del ahorro, tal como lo conocimos, no va a quedar viva ni la "h" intercalada, fíjense lo que les digo...

lunes, 1 de octubre de 2012

Amigos, qué fortuna es tenerlos!

    He pasado el fin de semana en una playa de esas donde buscaban al soldado Ryan. Mi familia, unos amigos y yo buscábamos no se qué pájaro raro (ya saben ustedes de mi poco interés por el reino animal) y unas focas que parece ser que se aparcan en la costa con la marea baja: no vimos ni al soldado Ryan ni a las focas de turno, pero lo pasamos muy bien y nos dió el primer sol del invierno, que siempre es de agradecer. Y sobre todo, vimos a un querido amigo y a su prole, que ha crecido con la nuestra, para lo cual nos chupamos 700 Kilómetros en dos días con sus correspondientes pérdidas y desvíos, porque ya saben ustedes también que yo soy alérgica a los cacharros informáticos y que, por supuesto, no tengo GPS. No es un precio muy alto por  ver a un amigo al que no se ve desde hace tres años por esas vueltas raras que a veces da la vida, sobre todo si es alguien  con quien se han compartido momentos muy intensos de nuestras existencias respectivas.

    Días antes de ese viaje, me acerqué hasta el nuevo apartamento de una amiga que ha mudado techo y comenzado vida nueva, con la ilusión de darle a ella también un poco de ánimo y de paso, de la pila alcalina de la que yo a veces estoy sobrada; y allí me junté con otro puñado de buenos amigos que, supuestamente íbamos todos a lo mismo, y a llenarle la casa de flores, que a ella le encantan.

   En pocas semanas pasaré unos días en mi ciudad natal entre otras cosas, porque una amiga muy querida cumple cincuenta (ayyyyy! como se nos va acercando el medio siglo) y aunque a ella puede que le fastidie que yo se lo recuerde con mi presencia,  yo no puedo no estar por una simple razón: porque ella  ha estado en mi vida y yo en la suya en casi todos esos años vividos, hablados, bailados, bebidos, trasnochados  y apurados hasta la última gota. Y no se si así será para otros cincuenta, porque no llegaremos, pero por lo pronto, ojalá que pasemos unas cuantas décadas más juntas.  

    Y cuando llegue noviembre, y ya no quede ni una hoja colgando de los árboles, y los días se acorten hasta la desesperación, toca que nos visite nuestra amiga de Buenos Aires, amiga quizás no de tan larga andadura, pero sí de años decisivos, pues de ella aprendí buena parte del oficio de locos con el que me gano la vida. Nuestra amiga bonaerense  pasa por acá un par de veces al año,  puntual a su cita como los cometas. A ella la espero especialmente porque en su anterior órbita me pillo a mí fuera de la mía y no la pude ver. Nos reuniremos otra vez para comer, beber y cotorrear los sospechosos habituales  y brindaremos por la amistad, que es lo que ella nos pide siempre a los postres y que dicho así parece muy cursi, qué le vamos a hacer, pero es la frase que nos recuerda su presencia intermitente e imprescindible en nuestras vidas. A veces lo sincero sólo por serlo lo tachamos de cursi, qué crueles somos los humanos! 

    Cuando veo el programa que me aguarda en este calendario de visitas, idas y venidas, me digo que soy una persona muy afortunada, solamente por tener amigos, que parece que son gratis y los reparten por las calles, pero no. Los amigos se cultivan en tiestos de paciencia, y la ventaja de envejecer es verlos crecer junto a una misma y conservarlos...debe ser una de las poquísimas ventajas de envejecer!

    Les dejo con una canción de Juanes, que también puede parecer cursi y simplona porque como ya he dicho más arriba, lo único que es es...sincera. Buenas noches.