viernes, 24 de diciembre de 2021

Navidad con cuento de miedo para niños valientes.

 - ¡Papá, un cuento!Y esta noche lo quiero de miedo.

 -  ¡Pero si es Navidad! ¿Qué tal si releemos Mr Scrooge?

 - ¡No! de miedo. Los de Navidad ya los hemos leído mil veces. Son aburridos y sosos.

  -Pues allá vamos con la historia de miedo. En el 2020, uno simpáticos marcianos, cabezones y bajitos...

  -¿Como ET? 

- Sí,  más o menos, aunque aterrizaron en nuestro planeta disfrazados de terrícolas para pasar desapercibidos, visto la que le liaron al pobre ET, que no ha vuelto a visitarnos. Estos querían  ver si era verdad lo que contaban por la galaxia sobre este lugar en el que había sol y  agua a raudales, desiertos y montañas, animales de todas clases, flores, selvas de árboles entrelazados y bosques con todos los colores posibles, aire respirable y cielos azules. Les habían dicho que, gracias a eso, había comida en abundancia y que los humanos, aunque se multiplicaban constantemente y no acertaban a repartirse adecuadamente por todo el territorio del planeta, vivían bien y poco a poco, aprendían a usar todas esas máquinas y tecnología que los marcianos tenían por anticuada pero que a ellos les resolvía la vida. Los marcianos venían en misión urgente y un poco asustados porque meses antes, un pequeño robot espía de los terrícolas había conseguido aterrizar en su planeta y se pasaba el día haciendo fotos de todo; y temían que después de ver las fotos se les ocurriera ir a vivir allí.  Querían comprobar sobre el terreno si no sería mejor intentar venirse ellos a este planeta tierra tan bonito y tan variado, visto que el de ellos era árido y monocolor y los terrícolas ya lo habían alcanzado. 

- ¿Y qué les pareció? 

- Pues se llevaron una buena sorpresa porque, aunque el planeta sí que era como se lo habían contado, estaba muy alborotado: terremotos, lluvias torrenciales que devastaban cosechas, olas gigantes que se comían la costa combinadas con huracanes cada vez más frecuentes que arrasaban por donde pasaban. Los osos polares estaban desapareciendo porque desaparecía también el hielo sobre el que vivían y además no encontraban comida; había incendios inesperados y terribles que calcinaban los bosques y hasta la selva amazónica disminúa, haciendo que miles de animales tuvieran que salir de sus casas y al final acabaran también muriendo. Los océanos estaban llenos de plásticos y las ciudades rodeadas de vertederos donde era imposible acabar con la basura...A los marcianos les parecía que, a pesar de todo, el planeta merecía la pena, y eso que se enteraron que habían elegido mal momento para venir: un pequeño bicho microscópico atacaba a los terrícolas, que se enfermaban con toses y fiebre y  algunos  y muchos morían. Los científicos les daban algunas solucciones (como les habían dado antes para los males del propio planeta) pero ellos no escuchaban mucho y aquello no se terminaba nunca...Los marcianos pensaron que quizás fuera mejor volver un tiempo después, no fuera que el bicho aquel también la emprendiera con ellos. 

-¿ Y cuánto tardaron en volver? 

- No mucho, teniendo en cuenta que el viaje dura dos años por trayecto. Y al volver se encontraron con el planeta hecho un asco: el plástico de los océanos era ya casi un islote por el que se podía caminar, la selva cada vez más pequeña, los bosques quemados y cientos de animales salvajes habían dejado de existir. Las ciudades estaban sitiadas por un eterno vertedero de basura, porque los terrícolas compramos y compramos cosas sin parar y las almacenamos, y cuando ya no nos caben en casa las tiramos en cualquier parte. Y además, se encontraron con la gente enredada en mil peleas, los que se habían vacunado contra los que no, los científicos contra los políticos, los jóvenes contra los viejos, los ricos contra los pobres y los mismos pobre contra otros más pobres; los que tenían dos casas contra el que no tenía ninguna, el que pasaba hambre contra el que estaba obeso, los que comían carne contra los vegetarianos y así hasta el infinito. Los marcianos pensaron que visto así, ese planeta no era tan bonito como parecía y que mejor se volvían a su desierto rojo, que al robot espía hacía tiempo que se había terminado la batería y...

- Ya, papá, ¡basta! No quiero saber cómo acaba. Da  mucho miedo. 

- ¿No era lo que me habías pedido? 

- Sí...Bueno no,  mejor volvemos a leer "Feliz navidad, Mr Scrooge", por favor.

   ...Y paz a los hombres de buena voluntad, si todavía queda alguno por ahí afuera; en la segunda Navidad pandémica que será el prólogo de una tercera, en la que también espero seguir contando con el cariño de los lectores, que empiezan a ser familia. Feliz Navidad  a todos. Tengan cuidado ahí afuera.