martes, 31 de diciembre de 2013

Inocente yo?

    Por pura vaguería, estas líneas no verán la luz el día 28, que es cuando pegaba. Casi mejor, así puedo corregir el tiro y contarles mi experiencia "día de los Inocentes" a toro pasado. Porque yo soy inocente, que conste; me tragué una que me llegó vía Facebook, donde el diario on line de mi ciudad nos hacía saber que Ana Botella se pasaría ese día a visitarnos y a tomarse una relaxing cup de las suyas. No me pareció una inocentada porque para tomarse una "relaxing cup of café con leche" en una plaza mayor, la de mi ciudad, que es la màs bonita de España y reto a cualquiera a que me lo discuta, merece el desplazamiento. O quizàs porque pensaba que la Botella había emprendido una especie de vuelta a España a golpe de relaxing cups y eso hasta me parecía una iniciativa simpática.Ni lo uno ni lo otro: inocentada, y tonta yo por caer en ello y encima comentarlo en mi página Facebook! Antes bastaba con no dejarse embaucar por la radio, la prensa y la televisión, ahora nos meten las bacaladas por Internet...No sé si podré seguir muchos años estando alerta con tanta diversidad de medios dispuestos a gastarme una broma. 

   Porque yo soy inocente, y tengo bastantes argumentos para explicarlo. Y casi que me da gusto proclamarlo a los cuatro vientos rozando ya mi quinta década de vida. Inocente yo, que empezaba a creerme aquello de los brotes verdes y que lo peor ya había pasado; me cuenta el País que en este año los españoles no consiguen que les operen de una hernia en menos de seis meses, que los comedores escolares subieron de precio, que los maestros ganan menos y tienen un tercio  màs de alumnos por clase, que muchos de los becarios de las universidades tienen que devolver el dinero de sus becas, que la luz sube de precio sin que a los consumidores les expliquen el porqué, y que con el escaso sueldo de un pensionista a veces viven cinco o seis personas. Así que brotes pocos, me temo. 

    Inocente yo, que pensaba que mi país jugaba en la primera división de los países demócratas, avanzados y respetuosos de las libertades ciudadanas; ya saben ustedes que no, y que si quieren manifestarse contra ello, tampoco podrán. Váyanse a Noruega para ello, ya saben, porque Campofrío nos lo ha dejado muy claro, que una cosa es irse y otra es hacerse. 

    Inocente yo, que cuando empezó el 2013 a pesar del mal número final pensaba que podría ser un gran año para todos y quizàs lo haya sido sólo para unos pocos. Sin contar con la muerte de Peter O'Toole, Joan Fontaine o Manolo Escobar, este año se ha llevado por delante a una tía mía, una amiga y un par de colegas de trabajo...ufffff.

    Inocente yo, que creía que los únicos niños que pasaban de tiernas criaturas a adolescentes hormonados y en zozobra emocional eran los de los demás, y este año me ha enseñado que no, que a mí me toca como a todo quisque. Pues sólo faltaba! 

    Inocente yo? Juzguen ustedes. Y nos vemos ya el año que viene, que es mañana, sin ir màs lejos. 

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Muchos parientes

    Antonio Banderas se llevó al huerto a una rubia de Hollywood que, aunque se llama Melanie Griffith, para mí siempre será la hija de Tippi Hedren, la fantástica ladrona Marnie de Hitchcock. A lo que íbamos que me disperso: Antonio, más que llevársela al huerto se la trajo a Málaga, le puso una bata de cola y un clavel en la cabeza, le dió un cursillo acelerado de Semana Santa y saetas y probablemente la enseñó a comer churros y pan con aceite. Desde luego, si hay alguien que ha hecho
algo en este país por exportar lo más castizo de la bendita Marca España a sitios tan poco españoles como Hollywood, ese ha sido nuestro Antonio.   

    Cuando Melanie se soltó la coleta, y además de comer churros y aguantar procesiones malagueñas,
 aprendió un poquito de español, se atrevió a contestar preguntas en nuestra lengua a los pelmas reporteros de "Corazón Corazón" y similares, con mucho acento de Ohio, pero también con mucha amabilidad. Y cuando le hacían la sempiterna pregunta de si le gustaba venir a
España a pasar sus vacaciones, respondía que sí, y que no le importaba que los reporteros la persiguieran (cuando has nacido en Los Angeles y eres hija de Tippi Hedren debes estar acostumbrada) pero que le resultaba muy duro aguantar las interminables paellas dominicales en casa de su marido, y que le costaba entender cómo Antonio tenía tantos parientes...que por supuesto venían todos los domingos a comer. 

    Me acuerdo de esta historieta porque, para cuando ustedes lean estas líneas, se habrán chupado 48 horas de paellas familiares non stop en su versión navideña; tremenda
costumbre con la que los nativos castigamos a nuestros cónyuges de más allá del Pirineo o de más allá del Atlántico. Aunque no se crean, que en Alemania la cena de Nochebuena empieza a la hora del café y dura hasta la medianoche, momento en el que tras cenar, abrir regalos y visitar una iglesia (los que practican) se lían a tirar cohetes. Ya ven ustedes que lo de pasarse varias horas comiendo, hablando, bebiendo y hasta tirándose los trastos a la cabeza es una herencia grecolatina que varios pueblos somos capaces de soportar.

    Lo que si es verdad, es que en España tenemos muchos parientes, que nuestras familias se alargan más que un día sin pan, y que nos acordamos y nos preocupamos por un montón de primos, tíos abuelos, sobrinos políticos, cuñados de cuñados que en otras latitudes se limitan a apuntar en la lista de conocidos, simplemente. Muchos de esos parientes se sientan con nosotros una vez al año a comerse el turrón, o las uvas, o las dos cosas; y la proliferación de divorcios y de familias recompuestas no ha hecho más que empeorar las cosas, porque con padrastros y madrastras, hay quien se pasa una semana celebrando comidas navideñas a razón de una diaria para poder contentarlos a todos. 

    Me limito a costatar el fenómeno. A partir de mañana procedo a pasarme un día entero a fruta y tisanas, porque yo soy de las que veo comida y como, no me puedo reprimir (me debí quedar en el paleolítico en ese aspecto) y creo que aún me quedan algunas citas culinarias pendientes de aquí a Reyes y...sí, Melanie, sí, en España tenemos muchos parientes! Y con casi todos ellos nos juntamos para comer. Feliz Navidad para todos ustedes, y sus parientes. 

domingo, 22 de diciembre de 2013

Luz de gas

    El día de hoy es el más corto del año, que aunque lo estudie cien años seguidos nunca recordaré a bote pronto si eso se debe al solsticio o al equinoccio...Solsticio, me chiva mi hijo, que prueba con ello que la lección de la rotación de la tierra o se la enseñaron mejor que a mí o simplemente es más inteligente que su madre.  Me alivia pensar que a partir de hoy (magro consuelo) los días dejarán de menguar como los ahorros y comenzarán poco a poco a añadir minutos de luz, y con suerte para los del norte (los demás lo tienen gratis) minutos de sol. Porque el invierno no ha hecho más que empezar señoras y señores, hasta ayer era otoño, aunque no nos lo pareciera.

   Y este día más corto del año es para los españoles el día de la lotería, acontecimiento que yo solía seguir con atención y que no sé por qué razón ha dejado de interesarme, aunque siga siendo la noticia más divertida del único Telediario del año que merece la pena ver íntegramente; porque siempre, entre mucho descerebrado  con botella de cava en la mano, aparece alguna que otra historia conmovedora. Recuerdan el señor que se quería arreglar todos los dientes del año pasado? Pues este año, mi Oscar particular de las historias de loterías va para ese emigrante que llegó a Tenerife en patera en el 2006 y que daba gloria verlo contar cómo había comprado su participación en una gasolinera y lo que iba a hacer con los 125.000 euros que le han tocado: cuánta sensatez comparada con los descerebrados anteriormente citados. Luego habrá quién diga que esta gente no se integra en las costumbres locales. A mí no me puede tocar nunca porque no juego; y no juego porque se me olvida jugar, que es algo que no debieron dejar bien apuntado en mi ADN mis antepasados, lo cual es curioso porque entre ellos tuve unos cuantos ludópatas; caprichos de la genética...O porque con todo lo que la vida me ha dado debo considerar que ya me tocó, vaya usted a saber. 

    Y con este día de luz mortecina les voy a dejar en una tarde que para, qué les voy a ocultar, no me traído nada que pueda inspirarme, más que esta semi-luz que nos alumbra a mediodía y que se ha convertido en noche cerrada antes del té de las cinco. El título de la entrada se lo he cogido prestado a George Cukor, un grande entre los grandes, en una película donde Ingrid Bergman aún tenía acento sueco. Véanla, si no tienen nada mejor que hacer en este solsticio (o equinoccio? ) de invierno. 




viernes, 20 de diciembre de 2013

El anuncio

    Desde hace una semana me llueve encima el anuncio de Campofrío, literalmente. Me llega por mail, me lo ponen en mi muro de Facebook, me roba la plana en las conversaciones y se hace omnipresente en la pantalla de mi iPad. Un poco cargante la verdad, y como dice muy acertadamente mi amigo Carlitos desde su convalecencia madrieña: "muy ñoño, pero sale Chus Lampreave"; y un pelín "cateto-nacionalista" si se me permite el palabro, diría yo.  Campofrío se ha convertido en la nueva burbuja Freixenet de nuestros tiempos, y se ha empeñado en decirnos a todos los españolitos de bien que somos la repera, por si alguno flojea de autoestima, cosa que dudo.

    Estamos hablando de publicidad para vender mortadela, así que tampoco creo que merezca la pena montar un debate de principios sobre el mensaje de la dichosa campaña anual que, para mí, alcanzó su punto álgido en el 2009, con el asunto de los legionarios y el jamón escondido:


   Desde entonces para acá, los publicitarios pagados por Campofrío han ido perdiendo sentido del humor y dejándose llevar por esa cosa facilona  y sensiblera de decirle a todo un pueblo que aunque sus niños sean unos borricos en la escuela, la sanidad no te pague ni un empaste y los parados sean más que la población de todo Madrid, que son geniales y que (cuánto me espanta esa frase) "como en España no se vive en ningún sitio"...será por eso que la gente se marcha, claro.   Y ya no  hablemos de esas perlas que desgrana el anuncio cuando dice que sólo en España somos capaces de "luchar aunque no tengamos fuerzas" (personaje sentado al lado de Rosario Flores, ni sé si es famoso). Y la banda sonora de los Gipsy Kings, que ni siquiera son españoles...no sigo.

    Lo que más me ha gustado esta vez (aparte de Chus Lampreave, claro) es esa frase lapidaria del final: una cosa es irse y otra es hacerse. Me gusta porque es verdad, y porque tengo razones de peso y vividas en primera persona para apoyarla. Porque yo también me fui hace más de veinte años, cuando el paro daba miedo, y la peseta se devaluaba cada seis meses; me fui pero no me hice de ninguno de los tres países en los que he vivido desde entonces; ni siquiera me he hecho de este en el que vivo ahora desde hace veinte años y en el cual tengo hasta una familia política, en el que he encontrado un trabajo que me gusta y en el que he criado a mis hijos .No me he hecho de nada nuevo porque no me ha parecido necesario, y porque guardando mi pasaporte español, y mis muchos defectos de española por el mundo (hablo demasiado alto, nunca llego a la hora en punto y creo que como el jamón de Pata Negra no hay nada) tengo una vida llena de cosas buenas sin necesidad de renegar del lugar donde me nacieron. Y sin renegar de ese lugar y de todo lo que me ha dado, he ido encontrando otros lugares, unos mejores y otros peores, de los que he sacado cosas buenas (muchas) y alguna que otra mala, claro que sí. 

    Así que ya ven, una cosa es irse y otra diferente, hacerse; y como muy agudamente me señala mi marido via Facebook (no se me asusten, tambien hablamos) hay incluso quien es capaz de hacerse sin irse. Y los que lo consiguen, incluso son felices y se quedan. Basta ya de juegos de palabras! Admitamos que, como en España, también se vive en otros muchos sitios del planeta. Sólo hay que descubrirlos, y para eso basta con irse...sin tener que hacerse! Buenas noches

viernes, 13 de diciembre de 2013

Perdonen Ustedes

     La muerte de Mandela ha llenado el planeta tierra de buenos sentimientos, cosa que es de agradecer. En estos días, las redes estaban llenas de mensajes de condolencia, de frases célebres del fallecido, de declaraciones de buenas intenciones para la humanidad y  de retazos de la vida del fallecido acompañados de otra oleada de sus frases más célebres, entre las que campa aquella del ideal de la igualdad humana, por el cual merece la pena vivir y merece la pena morir. Cosas peores tenemos que ver, oir y leer a lo largo del año, estamos de acuerdo? 

     Incluso los adolescentes indolentes se han dedicado a mandarse mensajes unos a otros con sólo dos palabras ,"Mandela Rip": si tuviera más de dos palabras no sería un mensaje de adolescentes y si tuviera tres, la tercera sería un taco. Como yo soy retorcida, me da por preguntarme: a) si saben realmente lo que significa "Rip" y b) si saben realmente quién era Mandela y cuales fueron los logros de su vida. No me llamen exagerada, que ya les veo venir; el periódico "La Razón" (de tirada nacional por muy escasa que sea) el 6 de diciembre traía el siguiente titular: "Adios a Mandela: el hombre que llevó a Sudáfrica el Mundial que conquistó España"...a lo cual, nuestro ínclito presidente del gobierno añadió: "el funeral de Mandela es muy bonito, es en el estadio donde España ganó el Mundial"; como para no preocuparse! Está claro que para media España Mandela se limita a ser un señor que una vez fue presidente de un país donde una vez hubo un Mundial que, por una vez, ganó España. Y luego, adicionalmente, había un conflicto racial en pleno siglo XX, qué le vamos a hacer. 

    A mí estas cosas de la prensa idotizada ya ni me conmueven, pero sí me preocupa que las generaciones venideras, esas que nos van a tener que pagar las pensiones, desconozcan no ya la historia, sino los hechos que la  han marcado, y los pocos seres humanos que han sido capaces de cambiar su curso. Cuántos ha habido en el último siglo? apenas una decena, contando a los que lo hicieron para bien y a los que lo hicieron para mal; creo que no debemos permitir que para nuestros escolares Gandhi, Martin Luther King, Hitler, Mandela, Franco (para los españoles al menos) Stalin y Mao Tse Tung sean simplemente nombres que terminen sirviendo para el estampado de una camiseta de Zara.

   Y que trajo Mandela? en mi opinión (que ya sé que no importa mucho pero si tengo un blog es para darla) la idea del perdón como arma arrojadiza: "el perdón libera el alma y elimina el miedo, por eso es un arma tan poderosa".Esta frase contiene todo lo que nuestros gobernantes no saben ni quieren aprender, y por eso no arreglan  nada a su alrededor. Porque perdonar es un gesto tan antinatural y tan terriblemente humillante a veces, que los seres humanos no venimos al mundo programados para ello. Y sino, díganme, por qué nos pásamos la vida machacando a nuestros hijos con lo de "pídele perdón a tu hermano", "dísculpate con esa señora que la has pisado", "excúsate si llegas tarde", etc. Por qué? porque pedir perdón es durísimo, y no es en absoluto un acto reflejo.

    Así que al abordaje de la Navidad, que es esa época del año en la que los seres normalmente constituídos tenemos buenas intenciones, quizás podamos poner en práctica lo del perdón de Mandela, con arrepentimiento sincero y dolor de corazón (que decía el catecismo de mi infancia) y quizás podamos gozar de sus efectos liberadores. Ya lo saben: perdonen a sus hijos si traen en estas notas algún cate inesperado (perdonen pero aprieten, eh? ) perdonen a su cuñado o cuñada que les va a regalar la segunda parte de las sombras de Grey cuando usted y yo sabemos que ya la primera era un bodrio; perdonen a su vecino pelma, al colega del trabajo que les pisa los días de vacaciones  y al policía municipal que se ensaña con su coche mal aparcado y le tiene a usted frito a multas. Yo por mi parte ya he empezado, he perdonado a Pepe Gotera y Otilio por el mes de mala vida que me han dado y los he despedido de mi casa con una enorme sonrisa y una botella de regalo para cada uno; y ya si se tercia, perdónenme ustedes a mí por no estar siempre a la altura de las circunstancias, o simplemente a la altura de mis lectores, que son personas inteligentes, presumo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Navidad sin árbol

    Ayer fue mi santo, algo que en estas latitudes en las que habito pasa sin pena ni gloria, y que en las latitudes más sureñas de las que vengo, a fuerza de festejar Halloween y el Baby Shower (habráse visto mayor cursilada) dejará de celebrarse en breve. Otros años, mi santo y San Nicolás (que aquí es quien trae los juguetes) daban el pistoletazo de salida para la campaña navideña de mi casa, donde la "plantá" del árbol señalaba uno de los momentos culminantes que festejábamos a ritmo de "Jingle Bells" cantado por Bing Crosby y con algún copazo si se terciaba. 

    No hace falta que les cuente que, este año,  el estado de zanja permanente en el que vivimos mi santo esposo, mi herederos y ésta que lo es, no permite muchas alegrías decorativas navideñas. Así se lo hemos explicado a los menores, que como se están haciendo mayores parecen no darle mucha importancia; y así de compungidos nos hemos quedado los mayores, no como árboles sin sombra sino como mayores sin árbol, al cual estábamos especialmente apegados. Hemos puesto un arbolillo falso sobre una mesa y un Belén al lado, todo ello en estado de sitio, rodeados de alfombras enrolladas, lámparas descolgadas y muebles desplazados de su sitio natural.Creo que hubiéramos acabado antes poniendo unas tiras de espumillón que adornaran todo ese caos, al estilo de la casa de los Alcántara en sus primeros episodios. Y así es que, en el día en el que debería estar hablando de Mandela, aquí estoy llenando líneas porque no puedo poner mi tradicional árbol de Navidad. Pero ya saben, los blogueros somos como los de Bilbao, que nacen donde les da la gana...como ni cobramos ni tenemos casa editorial, ni periódico que nos publique, pues también escribimos de lo que nos da la gana. Y de Mandela ya lo han dicho todo, y lo que falte por decir ya lo harán mañana Obama y Raul Castro, extraña pareja de oradores elegidos para el panegírico funerario. 

    Yo a lo mío. Me habré quedado sin árbol, pero como siempre hay que mirar para atrás, hay gente que se va a quedar sin Navidad; gente tan variopinta como los pobres damnificados del huracán filipino o Luis Bárcenas, que se las va a pasar en chirona por primera vez. Habrá gente que espere la Navidad con ansia y habrá quien espere que pasen pronto para saber si por fin se ven de verdad los brote verdes (Rajoy) si me van a imputar con lo que sea (la Infanta Cristina) o si es niño o niña (Iker Casillas). Y habrá una familia en el hemisferio sur que va a echar de menos a un marido, padre, un abuelo y hasta un bisabuelo que no era un bisabuelo cualquiera, sino el hombre que dijo aquello de que "el perdón libera el alma y elimina el miedo, y por eso es un arma tan poderosa"...El anterior que se expresó en esos términos, dicen que acabó crucificado; a éste otro le condenaron a muerte, y pasó 27 años en la cárcel. Se ve que lo de perdonar es un arma de destrucción masiva que, puesta en manos de según qué personalidad, puede cambiar el mundo. Aquí estamos esperando al próximo profeta, visto que Mandela, del que yo no iba a hablar hoy, se nos ha ido. Y encima sin árbol de Navidad.

  

jueves, 5 de diciembre de 2013

Yo no sabía

    La capacidad de adaptarse y aprender es lo que ha salvado a la raza humana de desaparecer de la faz de la tierra como les ocurrió a los dinosaurios, esa capacidad de admirarse y acoplarse  a todo lo nuevo que a veces nos entusiasma y a veces nos horripila. A mí concretamente, me maravilla descubrir  y aprender lo que no sé, tener la oportunidad de incrementar mi patrimonio intelectual y no tanto con las cosas que mis congéneres me cuentan, me enseñan y me demuestran. Quizás todo esto les parezca de perogrullo, pero no lo es, y como los humanos somos una casta de insatisfechos (excepto las monjas de clausura, los enfermos terminales y los voluntarios de las ONG) tenemos que recordarnos que como el saber no ocupa lugar, sino tan sólo algo de tiempo y esfuerzo, las ventajas que se obtienen a cambio son muchas y muy agradecidas.

   Les cuento todo esto porque llevo un mes aprendiendo cosas que seguro que en otras circunstancias no hubiera aprendido. Y tendrán que disculparme porque se las voy a largar en una lista que, de todos modos es resumida, porque sé que hay muchas que se me van a olvidar. 

    Yo no sabía que el gas que circula por las tuberías del gas, antes estaba mezclado con agua y por eso las tuberías tenían cáñamo en los empalmes: ahora lo sé. Tampoco sabía cual es la presión (en bares) que debe soportar una caldera que alimenta un edificio de cuatro plantas, ni que cuando la presión es excesiva, los grifos gotean, ni que los cables de la luz no se pueden desplegar en horizontal sino que tienen que venir del techo en vertical, y ahora lo sé.También he aprendido a rellenar juntas de azulejos y a calcular los metros cuadrados de baldosas que lleva un baño, dicho lo cual,  no creo que me sirva más veces en la vida, pero no lo sabía y ahora lo sé.

    Yo no sabía ( o no quería saber) que es posible vivir durante un mes con los armarios precintados y usar todos los días el mismo bolso, el mismo foulard y los mismos guantes porque todos los demás están en el armario precintado; ahora lo sé y además me doy cuenta de cuántos bolsos y foulares superfluos tengo. Tampoco sabía que cuando alguien corta una tubería a veinticinco metros (exactamente)  de tu cama, tu te encuentras con el polvo de la dicha tubería plácidamente reposando en tu almohada cuando te vas a acostar: ahora lo sé.

    Yo no sabía hasta qué punto dos semiadolescentes en la edad de escaquearse con  cualquier pretexto de sus tareas escolares, pueden resistir a hacerlas con fondo de martillazos y taladradoras, y en mesas y sillas que no son las suyas, y sí, son capaces, y además me llena de orgullo  decir que son mis hijos! Tampoco pensaba que se pudiera vivir en una casa que parece un cruce entre el Beirut de los años 70, el Sarajevo de los 80  y Bagdad en los 90, y ahora sé que se puede, incómodamente, pero se puede.

    Yo no sabía lo que puede machacar los riñones el barrer y fregar todos los días un pasillo de veinte metros y ciertas habitaciones adyacentes; yo sabía que el aspirador no es un electrodoméstico ligero, pero ahora lo compruebo cada día; yo sabía que ser empleado(a) de la limpieza no era un trabajo cualquiera, pero AHORA LO SE (con todas sus mayúsculas).

    Yo no sabía hasta qué punto es posible vender y/o regalar a quien lo necesite todo lo que almacenamos en los trasteros, bodegas y desvanes de nuestras casas; y ahora sé que todo se vende, desde unos auriculares para un equipo de música hasta un retrete; y que muchas otras cosas se regalan, y que hay todo un mercado de usuarios de segunda mano, aficionados al trueque y gente necesitada que está esperando a que usted ponga un anuncio para acudir a la llamada. Ahora lo sé y además tengo pruebas fehacientes de ello. 

   Y por qué sé todas estas cosas que hasta hace poco no sabía?  Porque Pepe  Gotera y Otilio vinieron a mi casa hace casi un mes, se iban a quedar entre tres y cuatro semanas, y ahora me da la impresión que no se van a marchar nunca...Intentaré seguir aprendiendo cosas mientras tanto, porque la otra opción es atiborrarme de ansiolíticos, y no me parece la mejor.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Dientes de acero

    Esta mañana temprano sonó mi móvil (ni que decir tiene que como es táctil no llegué a tiempo de sacarlo de la funda y descolgar) y ante mi sorpresa vi que la que llamaba era la antigua pediatra de mis hijos. Me hizo gracia la situación, porque en otros tiempos no tan remotos, era yo la que la  llamaba a ella (con mi teléfono de teclas) a esas horas madrugadoras, después de una noche de fiebre y toses y con la urgencia de pensar quién se quedaba con la fábrica de mocos, perdón, con la criatura, porque yo me tenía que ir a trabajar; buen ejemplo éste de cómo da vueltas la vida. Huelga decir que, en aquel entonces, yo consideraba que no había persona más imprescindible en mi existencia que el pediatra; e incluso tuve dos, uno aquí y otro en la madre patria, y ambos son, después de muchos años de tratar y curar a mis hijos, no sólo excelentes médicos, sino además, con el paso del tiempo, buenos amigos. 

    Pues hete aquí que esta mañana, mi adorada amiga pediatra me llamaba para hacerme una consulta a propósito del ortodoncista que, pasados los tiempos de las fábricas de mocos a granel y de pillar todo cuanto con nombre de virus  traspasaba la puerta de mi casa, es el personaje paramédico fundamental de nuestra existencia familiar. Me encantó compartir con ella toda mi sabiduría ortodontística y sobre todo, poder ayudarla después de tantos años pidiéndole yo ayuda a ella.
    Este señor ortodoncista que le recomendé a mi ex-pediatra, ya me enderezó a mi lo enderezable recién cumplidos los cuarenta y encaminada a ser una vieja desdentada por culpa de unas malas encías; y ahora se ocupa de alinear los caninos de mis hijos, que como todos los hijos del siglo XXI, tendrán una dentadura perfecta porque hay una legión de ortodoncistas que se encargan de meternos miedo a los padres diciendo que si no lo hacemos (y vaciamos en consecuencia nuestros bolsillos) nuestros herederos se convertirán en la segunda edición de Nosferatu, tendrán un trauma insuperable y por ello, se convertirán en asesinos en serie cuando sean adultos. No sé cómo somos capaces todos de caer en la trampa, cuando mirando a nuestro alrededor y entre los de nuestra edad, no vemos más que paletas salientes y separadas, colmillos montados sobre el incisivo de al lado y muelas del juicio que hay que quitar por falta de sitio; será que el miedo escénico a las dentaduras torcidas ha arraigado con fuerza entre nosotros, como no lo hizo con nuestros padres. Y eso que yo puedo decir, para descargo de los mios, que se preocuparon por mi dentadura desordenada y tuve un aparato a los quince años, aunque aparentemente fue una tomadura de pelo, porque hizo falta poner otro 25 años más tarde...

    Ahora los ortodoncistas son unos señores muy competentes que te reciben en unas consultas impolutas que parecen a veces platillos volantes; donde te presentan presupuestos millonarios para dejar a tu prole con una sonrisa como la de George Clooney o la de Angelina Jolie. Suelen salirse con la suya en los dos supuestos: el de dejarte con la cuenta corriente tiritando y el de poner los dientes en fila india. Por el camino, quedan muchos días batallando con los herederos para que no se quiten el aparato (cuando es móvil) y para que se laven los dientes más de lo que acostumbran (cuando es fijo); muchas horas pasadas en las salas de espera, donde curiosamente en vez de tener el "Hola" y similares, sólo tienen folletos de varias páginas anunciando tratamientos blanqueadores y ortodoncias invisibles; muchos pagos a plazo o al contado de cantidades que, si las ponemos todas juntas nos darían para unas buenas vacaciones y muchas ganas de terminar con este suplicio en forma de acero y plástico rosa que adorna todas, y digo bien, todas las bocas de nuestros adolescentes.

    Esperemos que el día de mañana, todas estas bocas remozadas que hemos pagado a millón, se dediquen a ofrecernos las mejores de sus sonrisas cuando nosotros, sus progenitores de dientes amarillentos y torcidos en muchos casos, estemos sólo para sopitas! De ilusión también se vive.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Empleos idiotas

      Vivir secuestrada por Pepe Gotera y Otilio tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Me temo que yo me fijo más en estos últimos, porque caminar sobre restos de cemento por el pasillo de tu casa no creo que nadie lo contemple como una ventaja; pero no sigo por aquí, porque me conozco y en treinta segundos estaré largando y despotricando sobre electricistas que hacen agujeros donde no deben y obreros que te preguntan muy seriamente si hablas ruso después de que tú has intentado comunicarte con ellos en los cuatro idiomas que conoces y otros tres que chapurreas, y pedidos de baldosas que llegan a tu casa con el color equivocado. Basta por ahora de ese monotema que me quita el sueño y con el que acabaré por aburrirles. 

    Por el lado de las ventajas quizás debería sopesar la de no tener que ir a trabajar, porque huelga aclarar que para que Pepe Gotera y Otilio no dejen tu casa como un queso Gruyère, ni prolonguen tu obra como si fuera la del Escorial, es necesario pedirse una excedencia y quedarse a su vera. Y eso me libra los domingos de pensar que mañana es lunes y hay que volver a echarse al monte para cumplir con la maldición bíblica de ganarse el pan con el sudor de lo que sea. Y aquí abro un paréntesis: yo ese síndrome del domingo lo desconozco, porque afortunadamente me gano la vida haciendo algo que más o menos se me da bien y me gusta; pero reconozco que hay  millones de almas que, como dice no sé muy bien quién, el domingo por la tarde inclinan la cabeza. Es más, en mi país de mis entretelas, hay seis millones de personas que al llegar el domingo no inclinan la cabeza ni protestan, porque saben que el lunes traerá más de lo mismo, que es infinitamente peor que temer la llamada del despertador. 

    Hace poco leía un artículo en la prensa sobre la multitud de trabajos existentes en nuestro planeta laboral que no sirven absolutamente para nada, y cuyos trabajadores lo saben. Esos controladores de gestión, consultores  de mil cosas consultables, gestores de grupos de presión, expertos en marketing, consejeros y expertos en todo y en nada; jefes  de ventas donde nada se vende, buscadores de red, proyectistas de proyectos que jamás se realizarán y delineantes de sistemas que nadie sabe muy bien en qué consisten. No sigo, porque la lista es más larga que la de los reyes godos, si quieren más detalles léanse el artículo de un visionario profesor de la London School of  Economics  (otro más) que atiende por  David Graeber, publicado este año en una revista llamada  "Strike": "The phenomenon of bullshit jobs", que viene a traducirse como "el fenómeno de los empleos idiotas" (como deferencia a mis lectores no angloparlantes) donde este profesor Graeber nos ilustra de forma alucinante sobre como la economía ha creado en los últimos años millones de puestos de trabajo altamente inútiles, que crean frustración a quienes los desempeñan y que han hecho que en el actual contexto de crisis, sea muy fácil eliminar. Porque, no nos engañemos, en estos recios tiempos que nos está tocando vivir, para una empresa, ser productivo y obtener beneficios no consiste en trabajar de forma más inteligente y dar  más tiempo libre a sus trabajadores, sino en poner más gente en la calle y que los que se queden dentro trabajen de sol a sol. Y, qué casualidad, buena parte de los que se van a la calle ocupaban uno de esos trabajos idiotas. El círculo perfecto. 

    Esta pobre gente que ve acercarse el lunes como una amenaza porque piensa que lo que hace en su trabajo no sirve para nada, vive aterrorizada de pensar que además, el día en que los de arriba lo descubran, se irán a engrosar las cifras del paro. Seamo claros: podremos vivir en un mundo sin médicos, profesores o fontaneros? Lo dudo. En un mundo sin barrenderos, conductores de metro o mecánicos de automóviles? Con dificultades. En otro sin músicos, escritores o productores de cine? Quizás, aunque sería un mundo bastante más aburrido. En un mundo sin todo ese ejército de consultores, asesores, evaluadores y teleoperadores, probablemente sí. 

    Pero qué difícil es encontrar su propio camino en la vida, yo ya tuve que tomar mis decisiones hace años, no se crean, cuando me di cuenta que estudiar la vida del clero y los nobles en el siglo XVII no podría darme de comer a muy largo plazo. Ahora tengo un trabajo que nada tiene que ver con aquello y no tengo el síndrome de los lunes, más que en este paréntesis de mi vida en el que los lunes en vez de esperar la hora para irme a trabajar espero a que Pepe Gotera y Otilio traspasen la puerta de mi casa! Algo que, por suerte, no durará mucho, espero. Feliz semana para todos. 

martes, 19 de noviembre de 2013

Pepe Gotera y Otilio (y dos)

    Iba yo a escribir sobre la entrevista que Roldán ha concedido este pasado domingo a El País, que me ha parecido entre puramente surrealista o como versión amable, perteneciente al realismo mágico, y claro, con los Pepe Gotera y Otilio rondando por la casa y amenizando mis días a golpe de martillazos, resulta difícil concentrarse sobre cosas serias. Y no es una excusa fácil les advierto, que lo he intentado, diciéndome a mí misma que mi poder de concentración era superior a sus golpes y taladros...pero ni modo. Así que me he tenido que buscar otra terapia ocupacional.

    Y aquí me he dado cuenta que la presencia de estos señores en mi casa, está revelándome cosas de mi propio yo que desconocía hasta ahora ("cada uno tiene sus personalidades" que decía Lola Flores) y vaya usted a saber si no acabaré presentándome a algún concurso televisivo si la obra se prolonga más de la cuenta, o aprendiendo a hacer Petit Point, por poner dos casos extremos; porque desde que vivo encerrada con Pepe Gotera y Otilio, veo a otra Concha que no soy yo, que se transforma cada mañana cual si del hombre lobo se tratara. Les voy a poner un ejemplo esclarecedor. 

    Ya les conté en mi entrada del 11 de noviembre ("Segunda Mano") que, para mi sorpresa, había vendido la bañera antigua de mi cuarto de baño en reforma. De sobra es sabido, porque me harto de repetirlo en este Blog (y porque si me leen ya se habrán dado ustedes cuenta) que yo no tengo talento literario, aunque lo intento. Pero de lo que yo estaba  más segura es de  que no tenía tampoco ningún talento comercial, y resulta que parece que sí lo tengo, porque esta tarde he vendido una lámpara de colgar, y un pequeño lavamanos y (agárrense) un retrete! Vivir para ver. Y no sólo lo he vendido, es que he tenido que pasar el día agarrada al miserable teléfono táctil  respondiendo a unos y dando citas a otros, porque, se lo crean ustedes o no, el mercado del retrete de segunda mano está que arde. Y ya, si quieren más precisiones, les diré que he tenido que descartar un par de llamadas que sólo estaban interesadas en la tapa del retrete (lo que oyen)  y dar la vez como en cualquier mercado de abastos, porque retrete sólo había uno y compradores ansiosos tres o cuatro, que se han quedado con las ganas porque el botín se lo ha llevado el primero que vino, a las siete de la tarde, para ser ms exactos. Y finalmente ni siquiera puedo decir que tenga talento comercial, porque me he limitado a poner un anuncio con poca fé o ninguna y esperar a que alguien llamara, cosa que, para mi sorpresa sucedió. 

    Toda una experiencia sociológica para alguien como yo, que de pequeña no jugaba a los tenderos porque no sabía dar las vueltas, que perdía siempre al Monopoly, que jamás soñé con poner un negocio porque sé que me arruinaría y que hasta hace dos días ni siquiera sabía en qué consistía eBay y demás pàginas afines. No es una mera coincidencia lo de acabar siendo funcionaria, con el talento comercial que Dios me dió lo más lejos que hubiera llegado hubiera sido a la quiebra a los dos días de echarme a la calle. Pero miren por dónde, hoy he vendido un retrete, que es algo de lo que no sé si muchos de los que andan por ahí vendiendo pueden presumir! Y ahora, a dormir, que mañana a las ocho vuelven Pepe Gotera y Otilio y a saber qué otra faceta extraña de mi personalidad van a sacar a la luz...

viernes, 15 de noviembre de 2013

Pepe Gotera y Otilio

    A mi padre le gustaban los tebeos, de los que era un consumidor voraz. Consumía con la misma voracidad novelas y periódicos, pero a mí me hacía mucha más gracia en aquel entonces presumir de un padre que leía tebeos y además los apreciaba y por ende, me los compraba en grandes cantidades. Discrepábamos en nuestros personajes favoritos, los míos eran Mortadelo y Filemón y todos los habitantes de la 13 Rue del Percebe; los suyos, Pepe Gotera y Otilio, sin ninguna discusión. Los recuerdan? aquellos dos tipos que aparecían en tu casa para desatascar un lavabo y terminaban haciendo saltar el edificio en pedazos. Pepe Gotera era el patrón y se daba un aire a Groucho Marx; Otilio era el peón que ejcutaba con bastante poca destreza los encargos que recibía su jefe y comenzaba todas sus viñetas comiendo bocadillos con una vaca entera dentro (cuando no era un cerdo). A quí los tienen, para los desmemoriados, o simplemente para los más jóvenes:

 
    Pues bien, sepan ustedes que desde esta semana yo vivo con Pepe Gotera y Otilio metidos en mi casa  varias horas al día. Tienen un aire bastante más profesional y supongo que saben lo que hacen; son amables y sonrientes, bastante puntuales y por ahora no han roto más que lo que les hemos indicado que hay que romper, eso sí con algún agujero más de la cuenta y saben qué? he descubierto que Pepe Gotera y Otilio en sus múltiples configuraciones (albañil, fontanero, electricista que de todo hemos tenido hasta ahora) son capaces, vaya usted a saber por qué poderes paranormales, de paralizar mi cerebro, dejarme con la boca abierta y sin respuesta, saltarme las lágrimas de impotencia y hacerme fregar y restregar cada día el suelo de mi pasillo como no lo he hecho en los trece años que llevo viviendo en mi casa. Normalmente casi nadie puede conmigo en estos términos, y menos aún, todo junto en la misma persona, sólo ellos; por eso les digo: tienen poderes paranormales. 

    O quizás todo ésto sea un trauma de la infancia, porque en mis años alevines, mi señora madre se entretenía, justo cuando llegaba el momento de apretar los codos, en tirar tabiques, cambiar puertas de sitio, pintar, barnizar parquets o combinación de dos o más de las anteriores operaciones. Vaya, mi señora madre no, los Pepe Gotera y Otilio de entonces. Sería por eso que eran los personajes favoritos de los tebeos de mi padre? No tengo respuesta, pero si un psicoanalista se encuentra con esta historia lo mismo hasta le saca jugo. Yo prefiero pensar que mi aversión por las obras en casa (y ya no digamos viviendo dentro al mismo tiempo) viene de un trauma infantil antes que de cualquier otro tipo de trastorno más serio.

    No me digan que es algo que le fastidia a todo el mundo, conozco a más de uno a quién la presencia de los hombres de las chapuzas les levanta el ánimo; para quienes romper una pared y destripar las tuberías es una operación más interesante que abrir un regalo o catar un jamón por primera vez. No diré nombres, ellos saben quienes son.En mi caso (y ya sé que hay cosas mucho peores en la vida) tengo la sensación de estar actuando en una película de terror en la que aparecen Darth Vader, la niña del exorcista, JR , Voldemort y Hannibal Lecter como compañeros de reparto; y a mí las  películas de terror no me gustan ni para verlas, así que imaginense ustedes verme yo misma  dentro de una de ellas!

    Hoy es viernes, tengo por delante dos días de tregua para descansar de golpes, ruido, polvo y radio a todo volumen. Me consolaré pensando que estoy ayudando a que la economía se reactive, ahora que gracias a la bajada de los tipos de interés, vamos a acabar teniendo que pagarle nosotros intereses a los bancos para que nos guarden nuestro dinero, en vez de al contrario. Nunca pensé que vivir con Pepe Gotera y Otilio fuera una obra de beneficencia...vivir para ver. Feliz fin de semana a todos.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Segunda mano.

    Ayer domingo hice una cosa que no pensé que haría nunca, a sumar a toda esa lista de cosas que todos decimos que nunca haremos y que van cayendo. No se me inquieten, no he matado a nadie, no me he cambiado de sexo y ni siquiera me he inscrito en un grupo de meditación, es algo mucho más banal, pero que resulta un cambio fundamental en mis principios y que, yo creo,  hará que mi vida nunca vuelva a ser la misma: he vendido la bañera de mi casa.

    Les pongo en situación: voy a reformar mi cuarto de baño, por necesidad y no por capricho, que conste. Todos mis sanitarios están en un estado más o menos decente y encima la bañera, que hay que quitar de en medio porque ya no va a caber tras la reforma, es un modelo con patas imitación años treinta, con cierto encanto y con cierto valor, además. Como vivo rodeada de avezados internautas, más de uno me sugiere que esas cosas se venden, y a esta primera sugerencia hago oídos sordos; porque yo siempre he creído que lo que uno se quita de encima, se le regala a quien lo puede necesitar más. Y con ésto les desvelo mi lado "Teresa de Calcuta" (sólo tengo ese, eh? ) que aflora cada vez que hay que cambiar un mueble en la casa.

   Y aquí se abre un paréntesis: me paso una semana en España, intentando desmontar la casa de una tía mía que se ha muerto soltera (era soltera profesional en realidad) y haciendo valer el principio de regalar lo que puede ser de utilidad, aunque yo me quedo con una lavadora y dos sillas porque la verdad, no le veo mucha utilidad a todo lo que hay dentro de aquella casa. Nadie quiere nada, los anticuarios no quieren comprar las antigüedades y las ONG interesadas llaman preguntando sin los muebles son del Ikea...huelga decir que en la casa de una señora de 87 años no hay muebles del Ikea, porque la tal señora ni sabe que el Ikea existe. N hay manera de regalar nada y malamente de vender, porque a los españoles con crisis de primera mano no les gusta comprar cosas de segunda. Una de las muchas contradicciones que nos identifican como pueblo. Se cierra el paréntesis.

   Y de regreso a mi lugar de residencia, y con los fontaneros afilando sus instrumentos para entrar a saco en mi casa, me decido una noche a hacer fotos de los sanitarios, darme de alta en tres páginas de anuncios varios, pasar una hora devanándome los sesos para ver cómo se pueden reducir unas fotos hechas con mi adorado iPad pero que no hay manera de cargar en las páginas de anuncios; inventar nombres de usuario y contraseñas  para todas esas páginas malditas y con todo eso me dieron casi las dos de la mañana! Cuánto más me hubiera aprovechado una buena juerga, pero en fin...

    Después de una semana en la que no he parado de contestar correos electrónicos con medidas y colores, mensajes de texto en mi móvil y peticiones de aclaraciones múltiples, me llega el domingo sin una maldita venta en el aire, hasta que aparece el comprador como por milagro. Comprador que no es un trapero rumano sino un señor diplomático que se lleva la bañera y la paga religiosamente, todo en un par de horas. Tan fácil, o tan difícil como eso. Les decía que toda esta experiencia ha supuesto un cambio decisivo en mi vida: ahora sé cómo poner un anuncio en Internet, sé cómo reducir los pixels de una foto (y eso en mí ya es para subir nota) y sé que las cosas viejas se pueden vender, porque a veces es más fácil venderlas que regalarlas. Y sé que todos tenemos unas casas llenas de cachivaches de los que nuestros herederos tendrán que deshacerse algún día, y que les va a costar Dios y ayuda venderlas  y/o regalarlas porque estarán rodeados de personas que a su vez estarán intentando vender y/o regalar las cosas de su padres, y así hasta el infinito. Moraleja: no acumulen, disfruten de la vida y regalen las cosas, cacharros, vajillas y muebles, e incluso casas y fincas rústicas antes de dejar de pertenecer a este mundo, porque la segunda mano es un mercado que se está poniendo muy duro! Buenas noches.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Erasmus 1-Wert 0

    El título de esta entrada se le ha ocurrido a unos estudiantes Erasmus, que son los mismos que han movilizado esas redes que, cuando se utilizan con inteligencia, son un arma de destrucción masiva; y cuyo resultado ha sido el que se anuncia: el ministro pierde por un gol, pero qué gol: el córner lo sacaron los estudiantes Erasmus, pero se lo remataron de cabeza los de su propio partido! Espectacular.



    Como el tío es listo (la inteligencia también se puede usar de mala manera) ahora nos venderá la milonga esa de que rectificar es de sabios, pero el hecho es que  este señor que otrora se dedicara a hacer encuestas y cobrar millones por equivocarse, ésta vez se ha equivocado desdeñando y pasándose por la entrepierna el programa Erasmus, algo que, siendo como una especie de mili de Europeísmo e idiomas, nos ha venido muy bien a varias generaciones de españolitos, entre los cuales me incluyo. Porque no se lo he dicho hasta ahora, pero yo, del convento Erasmus soy madre fundadora! Eran otros tiempos lejanos, en los que los profesores te perseguían por los pasillos para que aceptaras unas becas que casi nadie pedía porque no se fiaban de las famosas convalidaciones. Como yo he tenido siempre la especialidad de tirarme de cabeza a piscinas de lodo en las que no se ve el fondo, pues heme aquí, después de 24 años, orgullosa de ser uno más de esos estudiantes que nos fuimos a hacer las Europas en un tiempo histórico en el que ser europeo tenía cierto empaque.

    Lo triste de esta historieta con final feliz es que sigue demostrando que en España nos importa un pimiento la educación. En realidad no nos ha importado casi nunca, aunque todo padre de familia se llene la boca diciendo que la educación de sus hijos es lo primero, no es así en realidad. Despreciamos a los profesores, escatimamos en libros, en clases particulares, estudiar música es caro y difícil, el deporte sólo vale si sale por la televisión, los colegios de pueblo se cierran, y los de muchas ciudades apenas se tienen en pie de viejos. Destinamos lo mínimo que despachan a becas, se les recorta el sueldo a todos los que enseñan con el demagógico argumento que sólo trabajan nueve meses al año, nuestros escolares siguen sin hablar idiomas (aunque les den "Concimiento del Medio" en inglés) y nuestros parados, que no tienen culpa de serlo, tampoco tienen manera de salir de ello porque muchos apenas saben leer y hacer las cuatro operaciones matemáticas esenciales. Los laboratorios de investigación cierran y los escolares catalanes tienen que pagar por calentarse el almuerzo en el microondas; los que tienen posibles están obsesionados por mandar a sus hijos a estudiar a colegios y Universidades privadas de a millón y los que no pueden se maldicen de su mala suerte. En este país de mis entretelas, camino de celebrar cuarenta años de democracia, vamos a conseguir algo que no consiguieron cuarenta años de dictadura: cargarnos la enseñanza pública!

    Y ponemos al frente del ministerio de educación a tipos como el que nos ocupa en este momento, o a otros aún peores que dicen que "la desigualdad del hombre viene escrita en el código genético"; el que soltó está frase era uno con barba, que tenía un primo que le había dicho que lo del cambio climático era mentira, lo recuerdan? Ahora tiene un puesto aún mejor que el de entonces...

   Yo también tengo un puesto decente en un trabajo más que decente (creo) y fui a un colegio concertado de monjas de provincia y a una Universidad pública. Me doctoré con una beca de otra institución pública de enseñanza y oposité a funcionaria pública para intentar devolverle a mi país y a sus instituciones una ínfima parte de todo lo que recibí durante tantos años. Y aún así me solivianto y me enojo, y me revuelvo contra las autoridades...imagínense cuando se nos revolucionen los de ahora, con lo poco que les estamos dando!

lunes, 4 de noviembre de 2013

Herederos. En diez mandamientos

    No cunda el pánico: no me he arrepentido de escribir un blog, aunque creo que jamás he estado diez días sin poner una entrada nueva como ha sucedido. Todo tiene sus motivos, y en este caso son largos y tediosos de explicar. Me fui a pasar una semana a mi casa del pueblo (ya saben aquella que ni es una casa ni está en un  pueblo) y me encontré  metida en un berenjenal en el que se mezclaba la necesidad de vaciar la casa de una tía soltera muerta, el reencuentro con muchos parientes olvidados y con muchas reliquias del pasado y las preocupaciones derivadas de una herencia mal concebida y predispuesta para que se la lleve Hacienda, que otrora decía en su publicidad "somos todos". Un tumulto de mucho cuidado, que ha conseguido bloquear mi escritura como casi nada lo había conseguido hasta ahora. Y para colmo, en la semana conmemorativa de Todos los Santos y Difuntos...hay coincidencias que deberían prohibirse por decreto ley. 

    Creo que con la lejanía del lugar de autos, y el retorno a la vida cotidiana y sus respectivos madrugones, he recobrado algo de cordura y buena parte de mis espíritus, y con ello les dejo el decálogo de la herencia perfecta, y los buenos deseos de los herederos mártires, que les aseguro que existen. Les ruego disculpen tanto esoterismo, pero tengo que escribir sobre ello a modo de exorcismo, para poder pasar página y dedicarme a otros asuntos. 

HEREDAR EN DIEZ MANDAMIENTOS. 

1- Amarás tu patrimonio sobre todas las cosas: pero sin olvidar que, lo quieras o no, un día dejará de ser tuyo.
2- No pronunciarás el nombre del notario en vano.
3- Santificarás las fiestas, y no te dedicarás a llevar lavadoras y armarios de una casa a otra un domingo por la mañana (es sólo un ejemplo, pero real).
4- Honrarás a tu padre y a tu madre, pero también a tus hijos, a tus hermanos, y a todos aquellos que algún día padecerán las consecuencias de tus decisiones terrenas y del reparto de tus bienes. 
5- No matarás...aunque vistas ciertas cosas no te falten ganas!
6- No cometerás actos impuros: cagarse en la madre que parió al difunto o la difunta también cuenta.
7- No robarás: ni a Hacienda, ni a tus parientes. 
8- No dirás falso testimonio ni mentirás en situaciones tan ideales como delante de un notario, en la ventanilla de la Caja de Ahorros o llegado el momento, ante los inspectores de la Agencia Triutaria.
9- No consentirás pensamientos ni deseos impuros; dentro de los cuales entran tanto los deseos avariciosos como las ganas de mandarlo todo y a todos a............ rellénese la línea de puntos al gusto.
10- No codiciarás los bienes ajenos, y algún día te darás cuenta que sólo es tuyo lo que has ganado con el sudor de tu frente y muchas horas de trabajo y que, lo demás, es una lotería en la que el número que nos toca no siempre lleva reintegro.Y hablando de bienes, tampoco es necesario acumular los propios hasta el infinito, porque muchas veces acaban sus días en bolsas enormes de basura.

    Y con ésto queda clausurada mi semana negra de los muertos, difuntos, Halloween y demás sandeces venidas de lejos. Mañana tengo que levantarme para ir a trabajar y no para esperar que me caiga una herencia, y les aseguro que, considero que sólo por eso ya tengo mucha suerte! Buenas noches

viernes, 25 de octubre de 2013

Tranquilizantes de última generación.

   No teman, no voy a escribir del asalto a la casa de Bárcenas, y eso que se merece que le den algún susto y que, francamente, como allanamiento de morada me parece de lo más original que he visto y oído. Ni tampoco de la Doctrina Parot, porque lo mismo van ustedes y se piensan que soy una terrorista más si les digo que la ley, y el derecho internacional están para respetarlos, porque sino acabarán los propios terroristas por  sentirse cargados de razón, que no la tienen. Ni siquiera les contaré de mi puño y letra que hoy  nos hemos desayunado con 72.000 parados menos, y el gobierno quiere que nos lo tomemos como una buena noticia cuando aún quedan cinco millones y medio por recolocar.

   No voy a escribir sobre las escuchas telefónicas de los norteamericanos, aunque está claro que hasta que la todopoderosa Angela no se ha sentido vigilada, ellos no se han sentido culpables de nada. Me pregunto qué interesante conversación pueden haber escuchado en el teléfono de una señora que sólo vive para trabajar, que va al supermercado ella misma, y que està casada con un profesor de química.

    Ni hablaré (aunque sé que hay muchos que me esperan a la vuelta de la esquina) de la muerte de Manolo Escobar; para empezar porque no me gustaba y para seguir, porque Manolo Escobar no se va a morir nunca mientras siga habiendo por el mundo una panda de borrachos dispuestos a cantar "Que viva España" a las cuatro de la mañana. Y ya que estamos con la cosa noctámbula, tampoco escribiré sobre la vida peligrosa de nuestros jóvenes, que van a sitios donde se juegan la vida por tomarse una copa, porque sólo un año después del Madrid Arena, casi se organiza la misma en una discoteca de Córdoba. Con cuántas piedras más habrá que tropezarse para aprender?

    Y si no puedo escribir de todo ésto, ya me dirán ustedes qué me queda..Menos mal que no soy periodista y no tengo que escribir al dictado de la actualidad, porque últimamente la actualidad es fea y en algunos casos hasta desagradable. Si yo fuera la persona Zen que no soy, me dedicaría a buscar entre todas esas imágenes que algunos de mis amigos que sí son muy Zen me mandan vía Facebook para desearme que pase un buen día, para decirme que el amor es lo único que importa en esta vida, o para contarme que las mujeres somos geniales y  todo lo que el Dalai Lama opina sobre las mil y una facetas de la vida humana. En las últimas semanas también me llegan muchas imágenes de gatitos y perritos y cachorros de variados animales, que no sé muy bien cómo interpretar, pues la verdad, nunca pensé que las crías animales tuvieran un efecto sedante...hay gente para todo.

    Así que como de la realidad fea y antipática que nos rodea hay que escaparse, no me gustan los animales y no soy una persona Zen, les dejo mi pequeña lista de tranquilizantes, todos de libre acceso en comercios y pantallas táctiles, a mí me sirven, ya me contarán ustedes:
-lecturas recientes: los sonetos de Shakespeare, y no lo digo para darme el pisto que los he leído, prueben. Y cualquiera de las novelas de Jaime Bayly, que son intrascendentes y a ratos parecen el "Hola", pero tienen el mérito de estar bien escritas.
- música: toda la discografía de Pink Martini, que desde que los vi este año en directo estoy enganchadísima. En plan decadente: Dean Martin o Mina (cuántas veces seguidas puede escuchar un ser humano "grande, grande, grande" sin caer en la hipnosis? ) en plan moderno: Tony Zenet o Charlie Winston, por sugerencia de mi santo esposo, que está mucho màs a la última que yo. Y en plan clásico, mi último descubrimiento tras años de negar su belleza:  los "Lieder" de  Richard Strauss para soprano y orquesta.
- cine: del de ahora poco o nada, del de antes un par de comedias de Billy Wilder: "1,2,3" y "Sabrina".
- televisión: ver de nuevo y de un tirón las tres temporadas de "Downton Abbey" en lo que estrenan la cuarta en abierto o pillo un sitio Internet donde verla, aunque sea cometiendo una ilegalidad.
- ejercicio: de 5 a 7 kilómetros tres veces por semana; al alcance de todo el mundo y, mano de santo, oiga. 

    Y en pocos días, caña y pincho con los amigos, churros para desayunar y cochinillo asado para festejar (lo que sea). Y que viva el colesterol! Y les dejo la canción de Mina, que es adictiva, les advierto.


miércoles, 23 de octubre de 2013

Toma pan y moja!

    Hace unos días, "Un país para comérselo" (ese programa de RTVE que lo ves y te entran ganas de cenar de nuevo) le dedicó un capítulo a mi tierra. Me dió mucho gusto ver a Ana Duato zampándose un Hornazo a dos carrillos en la plaza de un pueblo y mojando pan en los huevos fritos con Farinato que le habían cocinado los lugareños. Que qué es el Hornazo? y el Farinato? Algo tan brutal que casi es mejor no describirlo y dejar que lo vean ustedes con sus propios ojos, vayan ustedes a cualquier página gastronómica de  Internet y se informan, que tampoco hay que contarlo todo, caramba! Porque yo, de lo que quiero hablar hoy es del pan, que en otro tiempo fue considerado el primer alimento del hombre y ahora es demonizado no sólo por toda esa generación de médicos gordólogos que aconsejan a sus pacientes quitarse el pan de la dieta diaria en vez de comprarse unas zapatillas para correr; sino también por la literatura paramédica que tanto vende ultimamente. 

    Hace poco he leído en la prensa que un cardiólogo de Milwaukee, que atiende por William Davis, se está haciendo de oro con una nueva dieta basada en suprimir el trigo en cualquiera de sus formas, y ha escrito un libro que aún no se ha traducido al castellano, pero que cuando se traduzca se llamará algo así como "el pan perjudica seriamente su salud", del cual lleva vendidos millón y medio de ejemplares en USA en menos de un año. El doctor Davis nos dice que el pan no sólo engorda (hasta la fecha este era su único defecto) sino que además es una especie de veneno para el organismo que  descontrola la secreción de insulina, atasca la vesícula, altera el ritmo cardiaco y los ciclos del sueño. Menos mal que, con la excepción del sabio Doctor Marañón, no me fío mucho de los médicos metidos a escritores, porque si no, la glotona que habita en mí daría paso a la hipocondríaca, y la tostada con aceite mañanera desaparecería de mi vida.

    No dudo que habrá quien haga caso a estos agoreros, y para demostrarlo, una vez más recurro a las estadísticas, sobre todo a esas estadísticas idiotas que yo suelo encontrar en Internet y tanto me gustan: el consumo de pan en España alcanzó su punto más bajo en el 2011, con 45 Kgrs. por habitante al año. Para que se hagan una idea, en los años sesenta estaba en torno a unos 55 Kgrs. Las mismas estadísticas idiotas dicen que el consumo de pan  se está recuperando gracias a la crisis, porque es un alimento barato (lo será en España, puntualizo, aquí una barra cuesta dos euros...) y porque cunde mucho en la cesta de la compra y sobre todo, en las meriendas infantiles. Parece ser, que las madres de la crisis se han acordado de repente que ellas merendaban en su infancia un pedazo de barra con cuatro cuadrados de chocolate "La Campana" en el interior, y  han dejado de comprar galletas con la silueta de Bob la Esponja, que tiene más porquería dentro y encima son más caras. Eso sí, espero que hayan encontrado en el mercado patrio una solucción alternativa al chocolate de "La Campana",  al que sólo le salva la nostalgia que pueda producirnos,  porque era bastante malo!

    La Iglesia Católica nos acostumbró a pedir por "el pan nuestro de cada día" y yo, que ya abandoné hace muchos años el acto reflejo de la plegaria, sigo pidiendo en mi subconsciente que no me falte mi ración de pan diaria: 250 gramos, no más, según los expertos nutricionistas, para evitar engordes innecesarios. Me temo que hay muchos días que los sobrepaso. Y peor será aún dentro de unos días más, cuando me de una vuelta por mi ciudad, que está situada en esa parte de España que desde el siglo XVII se llama "las tierras de pan llevar". Les ahorro los detalles de las hogazas de pan de mi tierra, grandes, rotundas, con esa miga espesa y blanca que vale igual para acompañar jamones y chorizos que para reconstituir la Sexta Flota navegando por un plato de cocido; que las compras el lunes y el jueves sigues comiendo de ellas, y cuando se endurecen sin remedio, aún valen para hacer gazpachos, salmorejos y migas varias. Ni les cuento los kilómetros que tendrán que hacer mis piernas en noviembre para poner remedio a tanto pan. Quizás algo de razón tenga el doctor Davis y el pan sea perjudicial para las articulaciones. Buen provecho!

domingo, 20 de octubre de 2013

Los infrecuentables

   Erase una vez un viejo continente llamado Europa, donde la gente estaba acostumbrada a solventar sus diferencias a bombazos, y así fue al menos durante veinte siglos de su historia. En la última de estas peleas, provocada por los delirios un loco bajito, bigotudo y racista, murieron varios millones de personas, y se organizó un genocidio de proporciones colosales, cuyas consecuencias estamos padeciendo, en otras partes del globo, hasta el día de hoy. Unos años después de esta última contienda, un avispado luxemburgués, llamado Robert Schuman y un francés no menos clarividente, de nombre Jean Monnet,  concluyeron que buena parte de las disputas tenían su origen en la lucha por las materias primas, así que pensaron que creando un mercado único que las aglutinara, y poniendo en sintonía las dos grandes potencias productoras del carbón y el acero, se podría comenzar a pensar en una unión europea de cierto calado que terminara con tanta guerra inútil. 

    No les sigo contando el cuento porque me lo sé como el Padrenuestro (o quizás mejor) ya que he tenido que estudiarme con profundidad este capítulo de la historia en varias ocasiones, y por motivos varios; si les pica la curiosidad, ya tienen ustedes la Wikipedia. La moraleja del cuento es que desde 1950, fecha  en la que estos dos prohombres pusieron en marcha su invento, Europa ha disfrutado del más largo periodo de paz de su historia, y  ha sumado a su club a muchos países, como el mío, Grecia, Portugal, o los muchos países de la antigua esfera soviética,  que han atravesado zonas de oscuridad y han pedido ser miembros de la Unión Europea para que se les reconociera de puertas para fuera la impecable convivencia democrática de sus ciudadanos, requisito ineludible para ser miembros del equipo UE. Y la fundación Nobel así lo reconoció el año pasado y nos dieron un premio que, modestamente, creo que todos los europeos nos merecemos...hasta ahora.

   Porque ahora resulta que, por culpa de unos desalmados que se dedicaron a jugar con nuestros ahorros en las bolsas del mundo entero (quién se acuerda ya del carbón y el acero...) el personal se está alborotando y lo que es peor, está perdiendo la memoria, y está dispuesto a votar en las elecciones (las que sean) a unos nuevos locos con delirios igualmente peligrosos que hace sesenta años, igualmente racistas y lo que es peor, que aparentan una normalidad democrática que no es más que una careta que se quitarán en cuanto lleguen al poder  y comiencen a gobernar pasándose los parlamentos por la entrepierna. Y por supuestos, convencidos de la superioridad de la raza Aria, y de la obligatoriedad de eliminar a los de otro color, otra orientación sexual, otro credo y vaya usted a saber cuántos "otros" horrores más. Me da igual que se llamen Front national, Amanecer Dorado, Falange Española Renovada, Lega Nord, FPO, British National Party, Vlaamse Blok y no sigo porque me asusta lo larga que se está haciendo la lista. 

    Y me  preocupa que hasta hace poco, los europeos estábamos de acuerdo en que esta gentuza era infrecuentable, y ahora  muchos coquetean con ellos y con sus peligrosas ideas para pescar en río revuelto y no perder votos, sin pararse a pensar con quién se están juntando, o a quién están copiando: los infrecuentables se han convertido en respetables, y es ahí donde reside su peligro. Me aburre repetir un discurso que ya escribí el 9 de mayo del 2012 ( véase "Y a éstos quién va a pararlos?") con unas imágenes de la película  "Cabaret" como apoyo. Esta semana he vuelto a ver "Cabaret" en la filmoteca (para evitar a los que comen en los cines la filmoteca es una buena solucción) y me ha vuelto a estremecer la dichosa escena como ya lo hizo hace años.  Miren ustedes, yo tengo hijos, no son de raza Aria (y aunque lo fueran) y  sólo  por ellos tengo el deber de luchar por un planeta más limpio, no sólo ecológicamente limpio, sino sobre todo limpio de quien todavía piensa en el Siglo XXI que la palabra "raza" se nos puede aplicar por grupos a los humanos, o que puede ser un argumento electoral...Que tengan ustedes una feliz semana, de todas formas.

jueves, 17 de octubre de 2013

Cambio de armarios

    Hace unos días vi en el Telediario una noticia curiosa; Y antes de seguir hago un paréntesis: hace unos días vi un Telediario, que es algo que no hago casi nunca por dos razones. La primera porque todos los informativos de las televisiones cuyos idiomas entiendo son todos la voz de su amo (del que gobierna) excepto los de la BBC; y la segunda y más importante, porque ver el Telediario todos los días, y aún peor, estar esperando a que lleguen las nueve para verlo, es un síntoma alarmante de vejez; y de estos síntomas servidora huye como de la peste, aunque luego tenga otros achaques. 

    Como les iba diciendo, vi un telediario donde, como de costumbre daban una noticia simpática antes de que apareciera  María Escario a hablar de fútbol durante otra media hora; La noticia era el cambio de temporada y la llegada de los primeros fríos, que obligan a mucha gente a efectuar el consabido cambio de ropa en los armarios. Como en España, otra cosa no tendremos pero originalidad para buscarnos la vida nos sobra, resulta que hay unas señoras (en el paro, presumo) que van por las casas ofreciendo sus servicios para efectuar el engorroso cambio de armarios con distintas tarifas que van desde el simple cambio de ropa, hasta el llevar a la tintorería la que hay que limpiar, arreglar o ajustar la del invierno anterior e incluso asesorar al cliente sobre el contenido del armario y aconsejar que es lo que merece la pena guardar o no. Se imaginan si tuvieran que cambiarle los armarios a Angela Merkel? Me pareció muy buena la ocurrencia de las señoras en cuestión, aunque me pregunto quién recurrirá a sus servicios en un país en el que tres cuartas partes de la población está a dos velas, y los que no lo están ya tienen quién les cambia los armarios. 

    No crean que el asunto me tiene sin dormir, pero lo de recoger camisetas y bañadores y sacar a la palestra pantalones de pana y abrigos, es una operación que todos los españolitos hemos visto hacer a nuestras madres y que, me temo que, inconscientemente, repetimos todos ahora que somos los amos de nuestro hogar, aunque ya no sea tan necesario. Y es más, me atrevo a decir que debe ser una manía patria, fomentada por la pequeñez de los pisos en los que nos criamos las gentes del sur, porque por estas latitudes nórdicas que habito, donde los metros cuadrados de vivienda son generosos, lo de sacar y meter ropa de verano o de invierno es una tarea superflua. Hace años, sin embargo,  la operación "cambio de armarios" era una auténtica maniobra militar planeada al milímetro por nuestras madres, que nos secuestraban en casa durante toda una tarde para probarnos todo tipo de prendas, aplicar rodilleras o coderas, subir o bajar dobladillos y efectuar las trasmisiones correspondientes de mayores a pequeños, porque como no existía Zara, les puedo asegurar a los más jóvenes del lugar, que los pantalones Lois (orgullo de la industris textil nacional) los zapatos Gorila y las faldas escocesas tenían en nuestras casas familiares  más vidas que un gato. 

    En este mi hogar ya hemos procedido diligentemente al cambio de armarios hace unas semanas, porque el cambio climático sólo se apiada de los países pobres y simpáticos, ya se sabe; en los demás hace frío y llueve a la que te descuidas y generalmente a primeros der septiembre. La buena noticia es que podemos ver por calles y parques esos árboles que de repente se vuelven rojos como tocados por una varita mágica y que a mí, año tras año consiguen hipnotizarme cuando paso a su lado. Por muy mayor que me haga y pretenda estar de vuelta de todo, nunca dejará de sorprenderme y maravillarme la sucesión de las estaciones, y los colores cambiantes que las acompañan. Y la mala noticia es que dentro de pocos días nos van a cambiar la hora, para nuestra desdicha, y todos tendremos ganas de convertirnos en osos y pasar el invierno en nuestra caverna. Vayan preparándose y saquen del armario la mantita para arrebujarse en el sofá...yo esa también la recojo en verano. Las manías se heredan, a veces.

lunes, 14 de octubre de 2013

Para todos los públicos

    A mí me gusta el cine, supongo que como a mucha gente, pero lo que me gusta de verdad es IR AL CINE (con todas estas mayúsculas) y eso, ya no me queda claro si le gusta a tanta gente. Entre otras cosas, porque los dueños de los cines, los gestores de las productoras, los que administran la cultura y el público mismo en muchos casos, han hecho todo lo posible para que no vayamos: precios por las nubes, proyecciones que a veces dan asco, sonido que te perfora los tímpanos y está pensado para una proyección en asilos de ancianos sordos, circuitos reducidos para el cine de autor, versiones dobladas (en España) y venta de todo tipo de porquerías comestibles y bebibles que hacen ruido por sí mismas, obligan a hacer ruido a quienes las comen y las beben y dejan la sala como un estercolero, hay quién de más?

    Pues yo, a pesar de todo, voy al cine con gusto; es más, si por mí fuera mi única salida semanal sería para ir al cine, como las solteronas de la posguerra. El cine me ha dado mucha de la cultura que (creo que) poseo, me ha abierto la mirada y los horizontes de par en par, y me ha hecho soñar despierta como ninguna otra manifestación artística que yo conozca. E insisto, cada vez que voy al cine (y cada vez voy menos porque mi vida, como la de todos los de mi franja de edad es complicada) me digo que me compraré una pantalla de metro y medio cualquier día de éstos y que me pondré películas en mi casa...Aunque sé positivamente que no lo haré, porque comprarse una pantalla y un proyector significa aprender a usar ambas cosas y si no me he comprado un teléfono inteligente hasta que un desgraciado me robó mi viejo Nokia con teclas, imagínense todo lo que tiene que llover para que yo me meta en un Media Markt y salga con el proyector bajo el brazo!

    Me fastidian varias cosas de las salas de cine, aunque sin dudarlo, lo que más me fastidia es el público, sobre todo ese que llega tarde y pretende sentarse en la mitad de la fila de en medio, dando por hecho que todo el mundo se va a levantar; o aquellos a quienes sólo les falta encargarse una paella y un cuarto de pollo asado para comérselo según ven la película, a la vez que sorben con profundidad y empeño hasta la última gota posible del vaso de refresco, y que por supuesto lo dejan tirado todo por el suelo cuando se marchan; por no hablar de los que van al cine a hablar, de cosas miles que poco tienen  que ver con la película, de los que tienen el Whatsapp abierto que emite silbidos cada medio minuto o de los que sentados detrás de tí cruzán y descruzan las piernas sin parar propinándote la consiguiente patada en los riñones. Si a ésto se le suma el precio de la entrada, el del parking y lo que hay que pagarle a la niñera de turno para que se quede cuidando a tu prole, verán ustedes que el cine es un capricho bastante caro que, si uno no es cinéfilo, da bastante poca satisfacción a cambio de muchas incomodidades. La otra opción es ir permanentemente a la sesión de las tres de la tarde (las cinco en España) que es la que yo contemplo para mi jubilación.

    Todos estos inconvenientes los soportábamos antaño en aquellas proyecciones domingueras clasificadas "para todos los públicos", donde ya sabíamos que ir al cine implicaba muchas otras cosas que no eran estrictamente ver una película. Los padres nos llevaban a los hijos para tenernos un par de horas quietos y callados, los novios iban para besarse, los abuelos para salir de casa y las madres de familia para ver a los actores de Hollywood que, consideraban ellas, que eran lo que les hacía falta como hombre y que, justamente  no encontraban en casa. Y haciendo memoria, me doy cuenta que en aquellas sesiones de cine para todos, vimos muchas joyas cinematográficas, con menos ruido y menos molestias que a día de hoy. Aunque, por otra parte, lo del cine "para todos los públicos" ha desaparecido, porque lo que le gusta a los niños no nos gusta a los mayores y viceversa. O lo que está pensado para críos (véase, muchas de las películas de Pixar) nos gusta más a los padres y a ellos les va más la violencia gratuita de vengadores, comandos militares y juegos del hambre o la insoportable cursilería de las sagas de vampiros de nuevo cuño y musicales de colegio, que a nosotros nos horrorizan.

    Viene a cuento todo este rollo porque este fin de semana he visto "The Butler" (que espero que en España hayan tenido la decencia de traducir simplemente como "El mayordomo" ) una película más que decente y sumamente entretenida, en compañía de mi familia, en una proyección de media tarde donde, a pesar de ser una película para todos los públicos, el público era mayormente maduro (de mí para arriba) con la excepción de mi hijo adolescente, el único de la sala. Y con la excepción de una pareja de jóvenes en torno a los veinticinco que hicieron todos los ruidos posibles mientras se pegaban un banquetazo de Nachos con salsa de Huacamole y que, por supuesto, abandonaron a medio comer tirados por el suelo con su salsa incluida. A mi hijo le encantó la película y ahora lo quiere saber todo sobre Kennedy y Martin Luther King, a la pareja de guarros espero que no les haya gustado nada, porque así por lo menos podremos confirmar lo que hemos dicho más arriba...

    Y si quieren saber de cine, no me sigan a mí, sigan a mi amigo el lúcido bloguero, que él si que sabe! www.cinealdesnudo.com.

  

miércoles, 9 de octubre de 2013

Reunión de padres

    Habrá quien se pregunte donde me he metido desde hace una semana, y puede ser que los lectores habituales piensen que he sido abducida por mi nuevo teléfono inteligente; pues de eso nada. He estado enzarzada con asuntos varios que me han tenido la cabeza ocupada y el tiempo dividido, y entre estos asuntos, priman los académicos, como buena madre de dos escolares que soy. En esta época del año toca entretenerse con un asunto llamado "reunión de padres" que consiste en ir al colegio por la tarde-noche y apenas salidos del despacho; allí se pasa uno unas horas, te dejan sin cenar, te aprietan los zapatos que llevas puestos desde las ocho de la mañana, y con suerte consigues enterarte medianamente de quienes son los profesores de tus hijos. Estos profesores, amablemente te presentan su asignatura, el programa de la misma para todo el año, la hora de la semana en la que te reciben y atienden a ruegos y preguntas miles de unos padres que, por lo general, somos bastante pelmas. Al final de la sesión vuelves a casa al borde del coma diabético (de hambre) y cargada de dudas y de informaciones que a veces más que tranquilizar son motivo de taquicardia. Como mi santo esposo, además de santo es profesor, él a veces tiene que volver a uno de estos saraos en calidad de profe y no de padre, con lo cual por el mismo precio se lleva sesión triple...

    Cuando pienso en estas reuniones donde, por desgracia, tampoco nos libramos del Power Point, con turnos de preguntas donde se plantean hasta dudas de trigonometría y se intercambian direcciones de correo electrónico o páginas web donde encontrar temarios y fechas de exámenes, no puedo por menos pensar en unos instantes en mis propios padres y en el colegio de monjas donde me eduqué. Pienso en esos padres que se portaron ms que decentemente conmigo como padres pero a los que no imagino volviendo a casa como volví yo ayer cargada de papelotes y notas manuscritas donde se hablaba de gramáticas francesas y alemanas o de física nuclear. Es más, reto a cualquiera de mi edad a que me demuestre que sus padres conocían de antemano y con detalle las fechas de sus exámenes y los programas de sus asignaturas: no hay quién. Y ya no hablemos de las monjas, bastante más preocupadas cuando se reunían con los padres en sacarles los cuartos que en explicarles el programa de matemáticas de 2° de BUP. Lo único que explicaban con todo lujo de detalle era lo mal que nos portábamos.

    Ser padre de unos escolares de siglo XXI no es nada fácil y ya ni sé cuantas entradas he escrito en este blog sobre este sujeto. No insistiré de nuevo en la dificultad de gobernar a unas criaturas que ya viven gobernadas por Internet y el teléfono móvil. No sé muy bien si preocuparse cada día por sus deberes, por lo que hacen y no hacen,por los cuadernos que pierden y los exámenes que no repasan es el mejor servicio que podemos hacerles. No sé si estamos criando una generación de asistidos que se están acostumbrando a andar por las calles y a salir de noche ms pronto que nadie, pero que se echan a temblar ante el primer bache que encuentran por el camino, comenzando por los deberes. Insisto: no lo sé, y además creo que no lo sabe nadie. 

    Cada uno somos como somos y yo como madre soy del género "encimera" (no de cocina, sino de estar encima) y especialmente "encimera" con la cosa escolar. Tengo argumentos para ello: con la mala pinta que tiene el mundo últimamente, estos pisos que nos compramos en plena burbuja y que ahora no valen ni la mitad, nuestros sueldos sometidos a hachazos permanentes y unas pensiones que quién sabe si llegaremos a cobrar algún día, si es que alguna panda de chorizos de guante blanco no se las ventilan antes. Con todo ésto, digo, lo único que les vamos a dejar a nuestros hijos es una buena educación, en sus múltiples facetas. Y esa buena educación, cuando se trata de ecuaciones de segundo grado, del Cantar del Mío Cid y de los verbos irregulares ingleses, se requiere estar encima. Nuestros padres no lo hicieron, porque en muchos casos tuvieron que atravesar el desierto de la posguerra sin saber dividir por más de dos números. Muchos de nosotros hemos llegado un paso más adelante y me atrevo a decir que es casi un deber moral el procurar que nuestros cretinos herederos lo sean un poco menos el día de mañana.

    Ayer noche, después de mi segunda reunión de padres en menos de una semana me lancé sobre los sonetos de Shakespeare, que me ayudan a coger el sueño desde hace una semana, y leí el que les dejo a continuación (sólo les dejo la mitad) como si una mano inocente lo hubiera puesto en mi camino:

"Al tiempo que tú menguas crecerás
en uno de los tuyos, al que dejas;
la savia que, de joven, sepas dar
será tu propiedad cuando envejezcas.
En ello hay sensatez, belleza, aumento;
sin ello, necedad, vejez, estrago".

    Siempre hay que volver a los Clásicos...

miércoles, 2 de octubre de 2013

Mi móvil y yo (segunda parte)

    Evidentemente, con el título de esta entrada, no les queda a ustedes más remedio que leerse la primera parte ("Mi móvil y yo" 19 de junio de este año) si quieren  reirse un poco, que es el fin de muchas de mis entradas aunque algunas, reconozco que son más bien para llorar. Viene a cuento hacer una segunda parte porque todo lo que yo vaticinaba en la primera que me iba a ocurrir, ha ocurrido: se acabó mi historia de amor con mi viejo Nokia con teclas y heme aquí recién llegada al mundo táctil, que no es aquel en el que la gente se toca,  sino en el que cada uno toca una pantalla, que es bastante menos interesante. Y todo ello, sin que el pobre Nokia se haya muerto, sino que me lo han robado! Que ya hay que tener ganas de robar un teléfono de seis años, sin Internet, ni cámara fotográfica, ni nada de nada.

    Y ahora viene lo bueno: dónde me han robado el móvil. En el Metro? En la cola del supermercado?   En Zara mientras me probaba unos pantalones? Pues no, me lo han robado en un concierto de música clásica, en un teatro; para los que no vamos a misa, se me ocurre que ésto es lo más parecido a que te lo roben en una iglesia; o incluso peor, pues como bien me indicaba ayer una amiga, dentro una iglesia a veces hay gente muy necesitada.  Se ve que hay ladrones melómanos, en el fondo es un alivio pensar que hay quien roba escuchando a Beethoven.

    Y mi llegada al mundo táctil no ha sido gloriosa porque lo de las pantallas táctiles no está en mi ADN (aunque yo creo que no está en el ADN de nadie) y porque no entiendo muy bien por qué fabrican estos cacharros multiusos que sirven para mil cosas pero que, justamente, lo que peor hacen es llamar y dejar que te llamen.Yo antes era capaz de coger el teléfono con una sola mano y mandar un mensaje a la vez que le daba vueltas a la cazuela; con el modelo que obra en mi poder desde ayer, necesito las dos manos para poder contestar cuando me llaman y aún así llego tarde; lejos de ver ésto como un adelanto, me parece que mi calidad de vida telefónica ha descendido unos cuantos enteros. El amable vendedor de la tienda, viendo mi cara de asombro ante las múltiples funciones del cachivache que he comprado muy a mi pesar, intentó darme un cursillo acelerado; y cuando digo acelerado significa que me explicó todas las funciones básicas en dos minutos...olvidando la más básica de todas ellas: qué hay que hacer para llamar, o para descolgar cuando te llaman...significativo, no creen?

    Así pues, dense por satisfechos que he encontado media horita para poner estas líneas que, de paso, me sirven de desahogo, porque desde hace tres días vivo pegada a una pantalla táctil, toqueteandola sin descanso e intentando saber qué hacer con ella sin sentirme una perfecta idiota. Porque los vendedores insisten en que estos teléfonos no llevan manual de instrucciones porque se aprende a usarlos de manera intuitiva, cosa de la que discrepo. No creo que exista una persona menos intuitiva para las máquinas que una servidora, aunque no me considero un caso perdido para la humanidad, porque la intuición me ha servido en ciertas ocasiones determinantes de mi vida para tomar decisiones de las que no me arrepiento (estudiar mi carrera, hacerme funcionaria, casarme, vivir donde vivo, elegir ciertas amistades); lo que nunca imaginé es que la intuición era fundamental para saber usar una máquina que, en principio, sirve para telefonear!..aunque haga de todo menos eso.

   No diré más, esta noche toca comenzar un nuevo libro y no quiero que el cacharro Samsung (ya está salí del armario) que reposa en mi cuarto me robe ni un minuto más de mi tiempo preciosamente reservado para leer. Buenas noches.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Sobrecogimiento

Sobrecogida estoy después de haber leído de un tirón una novela llamada "La luz difícil", de un autor colombiano  llamdo Tomás González,  desconocido para mí hasta ahora, y de haber leído este libro a la vez que la crónica negra de mi país me bombardeaba día y noche con un suceso que no les cuento porque ya se imaginan ustedes de qué estoy hablando. El libro sí se lo cuento: un padre narra en primera persona sus recuerdos de las veinticuatro horas previas al momento en que su hijo parapléjico va a someterse a una eutanasia por voluntad propia para librarse de los dolores que le producen sus lesiones, y éstos recuerdos se van entremezclando con los de su propia vida a partir del momento en que muere el hijo.   Un drama, me dirán ustedes...pues no, un gran y bellísimo canto a la vida como nunca he leído y como no había visto desde "Mar adentro" de Amenábar; y dos sobrecogimientos juntos para mi espíritu, que ya  son muchos. 

    A medida que leía el libro (que me he ventilado en poco más de 48 horas) el relato de amor paterno que se desprendía de él se entremezclaba con las muchas veces cretinas observaciones de los opinadores a tiempo completo que iba oyendo en la televisión y viendo en la prensa, vicios ambos de los que no consigo curarme. Toda esa basura vertida sobre dos seres humanos, padre y madre que, mientras no se demuestre lo contrario son por ahora inocentes aunque acusados, y sobre todo merecedores  de un juicio justo y de cierto respeto por parte del público que les echa en cara "haberse traído una pobre chinita para acabar matándola"...palabras textuales. Y paso de comentar todo lo que publican los voceros oficiales de Facebook, con peticiones de pena de muerte incluidas y críticas varias sobre "los padres adoptivos que se cansan de sus hijos": esto último, también palabras textuales. 

    Según iba devorando las páginas escritas con las tripas de "La luz difícil" me sentía reconfortada por ese relato del amor a los hijos libre de cursilerías y de frases hechas que nos da su autor, y a la vez admirada por ese padre protagonista,  capaz de aceptar las decisiones de sus hijos criados con amor  y esfuerzo y dispuesto incluso a aceptar que en un momento dado uno de ellos decida acabar con su propia vida. Era el protagonista del libro un padre adoptivo? No lo dice en ninguna parte, y podría ser...o es que los adoptantes tienen que estar hechos de una madera especial a prueba de miserias? Tampoco lo dice en ninguna parte y creanme, de protagonistas  de adopciones yo sé un rato largo. 

    Cierto es que para adoptar a un niño hay que pasar un montón de pruebas y tests que los padres biológicos (que horrible denominación, por cierto) se ahorran, lo cual no garantiza como resultado una casta superior de seres humanos psicológicamente perfectos que serán capaces de hecerle frente sin un solo signo de flaqueza a cuantos vaivenes nos traiga la vida. Les aseguro que conozco muchos padres adoptivos y he visto en ellos todo el gran abanico de la condición humana, incluidos unos que a la vez que adoptaban una niña de color en Colombia votaban a Le Pen en las presidenciales francesas, tal cual se lo cuento.

    Dejemos trabajar a la justicia y quitémonos las gafas de los prejuicios. Los padres adoptivos lo son porque en un momento dado, como los padres de ovario y espermatozoide por la vía clàsica, han querido regalarse a sí mismos la paternidad, no son una ONG, para eso ya existieron Josephine Baker, Mia Farrow y Angelina Jolie. Y la naturaleza es mezquina a veces y maravillosa las más, y de todo hay en la viña del Señor. Y leanse el libro  de Tomás González, publicado por Alfaguara en el 2011, disfruten con su prosa y reflexionen sobre el contenido, que habla de padres y madres en sentido universal, sin etiquetas. Y sin tonterías.

martes, 24 de septiembre de 2013

La suerte de la fea.

    Después de haber provocado un encendido debate por el uso y escarnio de la dichosa Thermomix, me dispongo de nuevo a abordar un tema serio, que seguro que no provoca tamaña discusión y que, de paso, me permite alimentar mi vana ilusión juvenil de haber sido periodista para poder opinar en las columnas de los periódicos de asuntos varios, incluso sin tener ni idea de ellos. 

    No esperarían los amables lectores escaparse de que les suelte mi particular visión de la victoria de Angela Merkel en las elecciones alemanas del pasado domingo, no? Claro, que si se quieren escapar, con no leer de esta línea hacia adelante, asunto concluido. Y si de todas formas  quieren, les diré que tengo sobre este particular dos lecturas: una,  la que puedo hacer como ciudadana europea de la victoria de Angela, la nueva Canciller de Hierro y otra, la que hace Concha, mujer y cuarentona, del éxito y la atracción que provoca esta mujer poco garbosa y mal vestida donde las haya. Vayamos por partes. 

    Como ciudadana,  creyente y practicante de la cosa europea, no se si alegrarme o no la verdad; y lo peor es que ninguno de mis gurús periodistas me saca de dudas. No se si creer que una Angela libre de ataduras electorales será por fin más generosa y dejará de apretar el monedero y  mostrará un poco más de comprensión con las deudas ajenas o si, por el contrario, con la borrachera de éxito se crecerá en sus postulados, y decidirá que Europa es un apéndice de Alemania y que vamos a marcar todos el paso que nos dicte el Bundesbank, sea o no sea de sentido común. Esto sólo lo sabe ella, porque además la veo desconfiada en sus maneras (no olvidemos que creció en la vieja RDA) y me da que estas cosas no se las cuenta ni a su maridito  Pero aún me parece más interesante analizar a ésta mujer que ya va entrando en años (y en carnes) de peluquería básica y vestuario repetitivo, que es capaz de meterse a los electores en el bote sin hacerle mucho caso a los asesores de imagen que son, como se sabe, una casta poderosa dentro de la alta política.

    Angela gana elecciones desde el 2005 sin hacer dieta, sin cambiar el tinte de su pelo y sin otro vestuario que el sempiterno pantalón negro acompañado de unas chaquetas que le confecciona el enemigo en todos los colores del muestrario, adornadas con unos botones modelo chapa de botellín de cerveza. Es sosa y apenas se ríe, jamás la hemos visto bailando en verbenas populares ni cogiendo en brazos a niños de corta edad; su marido es un profesor de química que no aparece apenas en los actos oficiales y no hay hijos propios a quien sacar en la foto. En realidad, toda Alemania viene a ser su prole, porque buena parte de sus votantes perciben que esta señora de la chaqueta coloreada es una juiciosa madre de familia que sabe muy bien cómo administrar la paga de sus niños, el dinero de casa y de paso, sabe cómo echarle una buena bronca a los más dispendiosos de la comunidad de vecinos. Con estos débiles mimbres, Angela ha tejido un cesto que gana elecciones cuantas quiere, riéndose de la mercadotecnia y de tanto elemento superfluo que gobierna las campañas electorales, donde a los candidatos se les tiñen las canas (a veces cambiando el color con respecto a la barba) se les obliga a hacer jogging y se les practica una ortodoncia antes de echarlos al terreno de juego. 

   Y aún más, Angela gana elecciones prometiendo tijeretazos presupuestarios al vecino, austeridad en los gastos, libertad de horarios comerciales, pluriempleo para todos y dejando en casa sin trabajar a un buen montón de mujeres que no tienen cómo ni quién les cuide a sus hijos. Decididamente, Angela será muy hábil, pero también los alemanes están hechos de una pasta especial que no es la del común de los mortales, porque con todas esas promesas de sangre, sudor y lágrimas, encima son felices! A veces me pregunto si serán los supervivientes directos de aquellos cristianos que Nerón echaba a los leones y morían cantando...

    En esto de gustarle al gran público teniendo un punto de partida tan poco favorecedor sólo he conocido un caso parecido y se trata de Camila, la esposa del Príncipe Carlos de Inglaterra, quien con esos dientes y esa cara de cuadrúpedo cautivó al heredero y a la larga consiguió que los súbditos le perdonaran hasta la muerte de la inefable princesa del pueblo, muerte de la cual casi, casi la hicieron culpable. Verdaderamente, como dice muy bien el saber popular: "la suerte de la fea, la guapa la desea". Y para que se entretengan, les dejo una imagen con las chaquetas más vistas en Europa para los próximos cuatro años!