domingo, 27 de noviembre de 2011

Economía para preadolescentes

    Hace exactamente veinte años, Fernando Savater publicó un libro llamado "Etica para Amador", donde intentaba explicarle a sus hijo los nada evidentes conceptos de la filosofía. Con el paso del tiempo el libro va por ni se sabe cuántas ediciones y se ha convertido en un manual de uso corriente en muchas escuelas. En 1997 Tahar Ben Jelloun hizo lo propio con el racismo en "Le racisme expliqué a ma fille", publicado en español como "Papá, qué es el racismo? en el  año 2000. A mi la semana pasada mi hijo, mientras cenábamos me preguntó "mamá, me puedes explicar la crisis de forma breve para que yo entienda qué es lo que está pasando?" y a pesar de mis esfuerzos por ponerle ejemplos sencillos y no mandarle a leerse a Keynes (que es lo que deberían hacer los que nos gobiernan) no se si le aclaré mucho las ideas...y desde luego como tengo ni la labia de Savater ni el talento literario de Ben Jelloun, lo que salió de mi boca no dará lugar a ningún libro memorable.

   La economía consiste básicamente en fabricar, comprar y vender cosas para que el sistema funcione. Entre los muchos ejemplos que se me iban ocurriendo le puse el de la compra de mi reciente y flamante televisión nueva. Me he comprado una tele porque la anterior a pesar de que tiene 12 años y funciona como un reloj, es pequeña y no la veo, y dicho sea de paso, a mis hijos les da vergüenza invitar a sus amigos a ver películas en mi casa desde que algún invitado graciosillo hizo la broma de turno sobre el tamaño de la pantalla, poco más grande que la de un ordenador. Aunque yo soy de natural poco consumista y de cortos reflejos  a la hora de lanzarme a las tiendas, me digo que contribuiremos al aumento del consumo que parece que es lo que hace falta en tiempos de crisis.

   Les ahorro la búsqueda y estudio comparativo del mercado televisero. Elegido el modelo y la tienda, le contamos al vendedor el modelo de DVD que tenemos: "señora demasiado antiguo, no lo van a poder enchufar" (tiene seis años) y ya cuando le decimos que tenemos un vídeo VHS le vemos cara de querer preguntarnos si en casa tenemos luz eléctrica o nos alumbramos con candelabros. Nos vende un montón de cables cuyo precio alcanza practicamente el de un nuevo DVD y se queda tan pancho. El descodificador del cable también ha habido que cambiarlo por viejo :tres años este e ve quela vejez es implacable en el mundo de la TV por cable...Con todo y con eso, este sábado, mi abnegado esposo, que no padece de stress tecnológico como yo, ha pasado todo el día quitando y poniendo clavijas hasta conseguir que la maldita tele funcionara con todos sus apéndices, incluido el VHS. Mejor no contabilizamos lo que hubiéramos tenido que pagar a un obrero especializado por el número de horas empleadas. Mejor no pensamos tampoco en el potosí que nos hemos dejado entre televisión, descodificador nuevo y cables accesorios que al final ni eran ncecesarios; sobre todo si lo comparamos con lo que habrá costado fabricar y ensamblar la tele, de marca coreana (nada) y lo que habrán cobrado los obreros coreanos (aún menos). Mejor no pensamos en el porqué de tener que comprar un descodificador cuando las televisiones ya lo traen incorporado, cosas del capitalismo, se persigna uno y se sigue pagando.

   Siguiente ejemplo, un clásico de estas fechas: el árbol de Navidad, natural o artificial? Mejor uno natural, talado en un bosque cercano que después se deja secar y se acaba tirando o uno artificial, para que no se arranquen árboles de los bosques, pero que está fabricado en China, con obreros que cobran cincuenta céntimos la hora y aspiran todo tipo de gases tóxicos, y que después viene desde Pekín en avión? A ver quién es el guapo que se pronuncia claramente por una u otra opción sin perder las plumas en el intento.

   A veces las preguntas de los hijos nos dejan desarmados. Casi que para entender la crisis, la economía y la locura que nos envuelve en estos meses es más útil leer la "Etica para Amador". Y no salir a comprar más que al supermercado. Feliz semana a todos

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Las muñecas de Famosa se dirigen al portal

   Cuando ustedes lean estas líneas, estaremos exactamente a día D-30 de la Nochebuena. Ajá! ya les oigo, mentes retorcidas, esperando a continuación toda una sarta de improperios contra la Navidad, las compras, las comilonas y los Reyes magos en su modalidad "amigo invisible"...Pues  han pinchado en hueso, porque miren ustedes por dónde, a mi las navidades me gustan, y he llegado a la conclusión de que lo que no me gusta son los parientes, los amigos, los conocidos y colegas laborales que se empeñan en decirme cómo tengo que celebrarlas. 

   Insisto y proclamo, me gusta la Navidad. Y les recuerdo que en el fondo es una fiesta pagana, hábilmente recuperada por los cristianos como tantas otras costumbres (ay! la religión, qué tremenda máquina de reciclaje) celebramos el solsticio de invierno: esto es , que aunque los días sean insoportablemente cortos y haga un frío polar, a partir del 22 de Diciembre la cosa, teóricamente tiene que ir a mejor. El que no se consuela es porque no quiere.

   Y a mi atracción navideña han contribuído en sobremanera mis dos hijos, que tienen un espíritu navideño subido y que en cuanto me descuido me llenan la casa de bolas, colgajos y adornos varios, me meten en el salón un pino de dos metros y cumplen escrupulosamente con todos los ritos de la temporada, excepto con el de la misa del gallo porque dudo que sepan de qué se trata. Y me gustan los polvorones, aunque no el turrón; y los villancicos si los cantan Bing Crosby o Dean Martin, aunque no cuando los dan sin interrupción por megafonía callejera. Creo que "los peces en el río" debería estar en el Top 100 de las canciones de mi vida; y si me dejaran , me pasaría diez veces seguidas el DVD de "Qué bello es vivir" y el de "La gran familia" con atención especial a la escena en la que Chencho se pierde en el mercadillo navideño de la Plaza Mayor y el abuelo Pepe Isbert lo busca desesperadamente. Y me gusta el derroche de luces, comer como un ogro y atragantarme con las uvas el día de Nochevieja. me gusta sobre todo que, como decía mi padre: "siempre que suceda igual, que ocurra lo mismo".

   Lo malo de todo ésto es la presión social: verse con los parientes por obligación, comprar regalos a los cuñados sólo porque toca, pasárselo de miedo por real decreto en soporíferas fiestas y cenas navideñas de trabajo con colegas que en muchos casos ni saludarías por los pasillos y para rematar, hacerte el amigo invisible (pero hay alguien que sepa de dónde nos vino este maldito invento?) con los amigos visibles.

    Prueben a vivir de vez en cuando una Navidad diciendo NO a todo este despropósito y les aseguro que disfrutarán de ella como nunca. Yo disfruto no sólo por decir que no, sino  porque vivo permanentemente retroalimentada  por la nostalgia, y para muestra el vídeo que acompaña, que solo empezar a oirlo me pone ya de buen humor...Y feliz Navidad, para cuando llegue...


domingo, 20 de noviembre de 2011

Mi querida España...

  Yo pensaba quedarme hoy calladita, que en mi caso es un esfuerzo sobrehumano, pero no puedo...Y tampoco se muy bien qué decir, se lo dejo a otros que lo cantaron antes y mejor porque ay! si se calla el cantor...



   Y ella era hija de un diplomático, una expatriada como yo...Cuánto me siento identificada con sus palabras!


viernes, 18 de noviembre de 2011

Habla pueblo, habla

    A mi me gustaría el próximo domingo levantarme tarde, ponerme mis vaqueros, salir a desayunar fuera de casa con un mazo de periódicos aún calentitos, y después de todo eso, ir a votar. Hacer la cola que fuera necesaria y tras  un rato departiendo con los vecinos del barrio, ver como mi papeleta cae en la urna mientras oigo una voz que dice "Concepción Torres, vota". No va a ser así. Soy una expatriada (llamarme emigrante me parece una frivolidad después de lo que escribí en este mismo blog hace cinco días) lo cual me impide desde hace muchos años ver mis papeletas caer dentro de la urna, a lo más que llego es a verlas caer en un buzón. En las dos últimas elecciones, he tenido incluso que manifestar formulario mediante, mi intención de votar, esperar a que me llegaran las papeletas por correo certificado (el carteró llamará dos veces pero nunca cuando una está en casa...) ir a buscar el envío a la oficina de correos con su correspondiente cola, meter las papeletas en los varios sobres y volver a correos con su nueva dosis de cola para enviarlas en el último día posible del plazo por correo certificado a la junta electoral de mi ciudad. 

   No es un esfuerzo sobrehumano, pero bien mirado es mucho más de lo que van a hacer el domingo muchos que tienen la urna a la vuelta de la esquina y ni se van a acercar a ella. Y es mucho menos de los sinsabores que varias generaciones de españoles tuvieron que pasar en otros tiempos pretéritos en los que sólo se votaba en las juntas de vecinos...que además sólo podían reunirse con permiso del gobernador civil. Que tremenda es la desmemoria!

    Yo voté por primera vez en el referéndum sobre la OTAN , así que ya pueden poner las calculadoras en marcha para saber mi edad. Aquel referéndum en el que el partido de la entonces oposición (que nos gobernará probablemente a partir del lunes)   pidió a los ciudadanos abstenerse (?????). Pues allá fui yo con mi papeleta como quien va a una verbena, y así he hecho en todas y cada una de las veces en las que me han llamado a votar desde aquel año 1983; jamás me he abstenido ni he faltado a mis deberes como ciudadana de un país libre, algo que nos parece que viene gratis con la partida de nacimiento pero no, y sino pregunten a algún amigo tunecino, libio, sirio o egipcio, si lo tienen. 

   Ya dije en otra entrada de este blog (""Pompoff y Teddy salen de campaña") que soy una ingenua que cree que cada voto cuenta; y me gustaría contagiar un poco de esta ingenuidad a los parados, a los mileuristas, a los indignados, a los olvidados y a los jovenzuelos, sobre todo a éstos últimos. Porque ésto es lo que tiene hacerse mayor: te puedes largar de casa, comprar provisiones para el botellón sin tener que falsificar el DNI, mandar a la porra los estudios, colocarte por horas en un bar, casarte, divorciarte, abortar, conducir un coche...y tambien ser un ciudadano como todos, con algunas obligaciones, entre ellas la de votar. Así que no se os olvide el domingo, pequeños, aunque os hayáis acostado con el alba y os encontréis en la cola con todas las vecinas pesadas que os preguntan si tenéis novio,-a y por qué año de carrera vais. Aunque llueva. Aunque hayáis quedado con los colegas. Aunque no mole nada como plan. A las urnas ciudadanos, es el último asalto que nos queda. 

   Y de postre,  un vídeo nostálgico para mostrar a las nuevas generaciones de agnósticos en democracia cómo se las apañaba Suarez para mandarnos a todos a la urna, ya ven ustedes que no es un despliegue de mercadotecnia ni de efectos especiales, pero yo aún canturreo esa tonadilla de vez en cuando: algo tendría!


domingo, 13 de noviembre de 2011

Que se queden! Que se queden!

   En todas las campañas electorales hay cuatro o cinco temas candentes de los que encienden los debates: la sanidad, la educación, los impuestos, la seguridad en las calles, los emigrantes. En esta ocasión la fuerza del tornado económico es tal que la gente va a ir a votar (si van) con la única idea de que les quiten el miedo en el cuerpo a no poder pagar la hipoteca, a no quedarse sin trabajo y a que no les bajen más los sueldos. Huelga decir que ni Jesucristo resucitado acometería con éxito esa empresa, así que tengo mis dudas de que los que tenemos en plantilla sean capaces de nada mejor que mantener el barco a flote y dejarse llevar por las olas. 

   Y yo lamento profundamente que entre tanta zozobra no nos acordemos de los emigrantes, grupo damnificado como el que más por esta crisis de mierda y en absoluto culpable de que halla tanto parado, como hay quien aún tiene la osadía de inisinuar.  Lamento que no hablemos de esa gente de procedencia variada que en muchos casos son ya españoles de pasaporte y que por lo tanto, irán a votar si quieren el día 20, aunque visto lo visto no se si les quedarán ganas.  Esa gente que en un pasado reciente y próspero aportaba el 1 % de PIB a la próspera  (se permiten la carcajada nostálgica) economía española; que compraron los pisos madriguera  que los desaforados constructores levantaron por todas las afueras de España y los compraron con unas hipotecas basura que ahora no pueden reembolsarle a la CAM y compañeras de fechorías, mientras sus directivos se dan golpes de pecho y ponen a buen recaudo los millones chorizados en las Islas Cayman. 

    Sí, sí, no miren para otro lado, estoy hablando de esa gente que recoge a nuestros hijos de las guarderías y de las paradas de las rutas escolares, de aquellos que empujan las sillas de nuestros minusválidos, de los que lavan, visten y se ocupan de nuestros enfermos con Alzheimer y de nuestros abuelos con demencia senil. De los que hacen los turnos de noche en los taxis y en los autobuses urbanos, de los que limpian las estaciones de metro y recogen las basuras aunque algunos de ellos sean  fisioterapeutas o maestros. 

    Hablo de los que con sus ahorros han conseguido darles una vida mejor a sus hijos, han repoblado nuestros pueblos abandonados de Aragón o Castilla y con sus envíos de remesas en dólares han conseguido de paso levantar un poco la economía doméstica de muchas familias en Casablanca, en Quito, en Lima o en Bucarest. Ellos, los que murieron junto a los nuestros en los trenes del 11-M o los que se alegraron junto a los nuestros cuando España fue campeona del mundo. Los que nos curan las picaduras de medusas en las playas en verano, porque  los médicos españoles todos quieren ser cardiólogos o cirujanos y en las sustituciones pagan mal; los que limpian el portal de nuestra casa  y vigilan la puerta del Corte Inglés; y ellas, las que con hijos propios a miles de kilómetros fueron durante algunos años las segundas madres de los nuestros. 

   Y ahora que hace esta gente en medio de esta crisis donde muchos han decidido que son ellos los que sobran? Pues algunos, con la casa a medio pagar, una mano delante y otra detrás han decidido emprender el doloroso camino de vuelta sin haber encontrado Eldorado donde parecía que vivían. Y a mí me gustaría convencerles de que aguanten un  poco el chaparrón, y cantarles no "algo se muere en el alma cuando un amigo se va", porque aquí hemos cogido la costumbre de cantárselo a los Papas (que también se han acostumbrado demasiado a visitarnos) pero sí algo más sencillo y de estribillo contundente: que se queden!, que se queden! que se queden!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

De piojos y otras liendres

    Me escribe una amiga por Facebook hace un par de días y me cuenta con desesperación que los piojos de la temporada otoño-invierno han llegado ya a su casa. Contesto prontamente deseándole que la fuerza le acompañe y recomendándole vinagre. Me dice que escriba algo y aquí estoy: me pregunto si  ésto no se estará  convirtiendo en el programa de los discos solicitados de aquellas tardes de los Sesenta cuando Juanito Valderrama era el número uno en todas las emisoras y me digo que cosas peores hay en la vida.

   A lo que íbamos: los piojos. Son una de las siete plagas de Egipto en versión siglo XXI. Aquellas se las mandó Dios al faraon para que dejase que los hebreos se largaran de excursión a la Tierra Prometida (en buena hora) y ésta vaya usted a saber quién la manda, pero no tiene destinatario único: no conoce fronteras, raza, color ni religión, edad ni condición social. Y por lo que veo, últimamente la plaga del piojo no respeta ni el calendario, pues ya no espera a los primeros fríos invernales que nos obligan a ponernos bufanda y gorro para mejor facilidad de los bichejos que así pueden saltar de cabeza en cabeza sin coger mucha carrerilla.

    Marlène Dietrich decía en sus memorias (excelente libro por cierto para conocer mejor a un personaje fascinante y de paso la Alemania de entreguerras) que lo que recordaba con más horror de sus años de cantante para las tropas en guerra no era el frío, ni las bombas, ni el hambre ni las privaciones sino los piojos!!! Piojos de Guerra Mundial aquellos, como los que pensamos nosotros que son los más abundantes, los de basurero, establo o cárcel tercermundista. Pues resulta que no, que ahora no hace falta frecuentar el Cuarto Mundo para que los inquilinos se instalen en nuestras cabezas; y a estos inquilinos no les vale la orden de desahucio exprés que se han inventado en España. 

    La oleada piojosa se ha hecho fuerte con los años y los que antes se marchaban al olor del vinagre, ahora son capaces de resistir a insecticidas de cuarta generación  que nos dejan el cuero cabelludo cayéndose a tiras y a ellos bailando la Macarena en nuestras coronillas. Cada vecino, conocida, suegra y dermatólogo nos da una receta nueva para acabar con los bichitos, pero éstos parecen tener un servicio de inteligencia digno del  KGB para esquivar al enemigo. Cada año se inventa un nuevo producto que va a ser "el definitvo", y que además es hipoalergénico, hiporreactivo, ecológico, natural y yo añadiría que "hipoeficaz"; por no hablar de la sospecha bastante fundada que algunos tenemos de que son las multinacionales farmacéuticas las que esparcen por la atmósfera unas cuantas hembras piojas con premio de natalidad  cada principio de curso. 

   Sigamos creyendo pues en los remedios tradicionales, que al menos son baratitos y no lucran a las empresas sin escrúpulos: lavanda en el abrigo, vinagre al enjuagar el pelo y la funda de la almohada al congelador, y para los muy creyentes quizás un par de Padrenuestros y otro de Avemarías. Y que Dios reparta suerte!

domingo, 6 de noviembre de 2011

Pompoff y Teddy salen de campaña

   Acabo de volver de la madre patria, el objetivo era inflarme de buñuelos (por ser la época que es) y de marisco, porque he estado dando vueltas por Galicia. Objetivos ambos conseguidos, y con un postre indigesto de propina: empezó la campaña electoral y allí me pilló. 

   El circo de la campaña electoral, que no tiene nada que envidiarle a aquellos circos de nuestra infancia, todos de nombre pretendidamente ruso y plagados de funambulistas contratados en Ciudad Real. Este circo inaugurado el día 1 de noviembre tiene sus fieras que echar a la pista (nos rebajarán las pensiones, la crisis traerá más delincuencia) y los domadores que salen a acallar las fieras; tiene sus equilibristas, que intentan convencernos que bajar los impuestos y recaudar menos traerá más prosperidad para todos...Tiene prestidigitadores que saben como hacer desaparecer los fondos públicos dentro de una chistera y que luego salga un conejo; tiene trapecistas que saben volar por las alturas sin caerse nunca y algunos hasta trabajan sin red. Tiene payasos que salen a entretener al público entre número y número y este circo,  concretamente, no sólo tiene mujer barbuda, sino que tiene dos barbudos, dos, que quieren llevarse el aplauso final. 

   Así que el espectáculo está servido. Pero ojito, no se me tome por una indignada cualquiera, que indignada puedo estar, pero también soy una votante convicta y confesa, suficientemente ingenua para creerme aquello de que cada voto cuenta, y que cada cuatro años, yo con mi papeleta y las de mis conciudadanos podemos mandar a casa al que lo hace mal y darle la oportunidad a otro de que lo haga mejor, o al menos que lo intente. El voto es un arma de destrucción masiva, aunque los que se acampan en las plazas piensen lo contrario y proclamen que los del circo no nos representan. 

   Pues sí, queridos míos, los del circo nos representan, y cada cuatro años insisto, tenemos la oportunidad de darles una colleja, así que no la desaprovechemos. A nuestros mayores les quitaron esa oportunidad durante muchos años y la única opción que tenían era poner 1 X o 2 en la quiniela. Como la versión más cercana de la democracia que teníamos los de mi quinta era elegir al delegado de clase en el cole, y gracias si el candidato no estaba ya preseleccionado por los curas o las monjas de turno. 

   Mañana salen los dos barbudos por la tele a contestarse preguntas el uno al otro que ya han entrenado con sus asesores y que probablemente  reciten de memoria, sin sentido y sin alma ninguna. Yo los voy a ver aunque me aburran, para luego criticarlos y que no me digan que lo hago sin conocimiento de causa porque no vivo en España. De la misma manera que voy a votar,   aunque a los expatriados, el estado español hace lo posible para que se nos pasen las ganas tal es la complicación innecesaria del procedimiento. Y ustedes, estén donde estén y sean indignados, parados, ricos por casa,  constructores arruinados, alegres jubilados o jóvenes con exceso de diplomas, haganme el favor de votar, y después quejarse, pero no a la inversa.

   Y que siga el espectáculo!