lunes, 31 de diciembre de 2018

Lo mejor del año

    Barack Obama, a quien sigo fielmente en sus redes sociales, publica en estas fechas, desde que no es presidente, una lista con las películas, series, libros y canciones que le han gustado del año que termina. Coincido en varias de sus preferencias y es algo que me enorgullece pues le tengo por un tipo inteligente;  aunque también anoto muchos de sus títulos,  porque constato que él tiene bastante más tiempo libre que yo: se ve que los ex-presidentes tienen mucho tiempo para leer y ver series! Y no digamos para escuchar la radio y bajarse canciones de iTunes: la lista de Obama es tan moderna como podría serlo la de uno de mis hijos...Vaya! cuando deje de ser presidenta de lo mío, a ver si consigo alargar mi lista, de ilusión también se vive.

    No les aburro con los libros porque no hace mucho ya les di una lista (entrada del 29 de noviembre: "De leer, no leer y no parar") pero desde entonces para acá pueden añadir ustedes tres títulos:
-"La disparition de Josef Mengele", de Olivier Guez ( lo siento, no está traducido)
-"Los pacientes del Doctor García" de Almudena Grandes
-"A little life" de Hanya Yanagihara. Este último está traducido como "Tan poca vida" y es el libro que todas las mujeres debemos leer para entender la amistad entre los hombres...Escrito por una mujer, además. Si sólo tienen intención de leerse uno de los tres quédense con este último, 850 páginas, el que avisa no es traidor.

    A Obama le ha gustado "Black Panther", y a mí también. El ya ha visto "Roma" y yo estoy en ello, Y no dice nada del regreso de "Mary Poppins" que yo sé que me va a gustar muchísimo aunque, en mi ociosidad sin descanso de estos días, aún no he encontrado el momento para ir a verla. A falta de sacarme algún atraso más, mi voto de este año va para "Las horas más oscuras" ("The darkest hour"). Si tengo que sumar las series, voto por lo bien hecha que está "El guardaespaldas", el bombazo de "La casa de Papel" (lo siento, yo la he visto este año aunque sea del 2017) "The Queen" ;  "Grace and Frankie" por dejarme con la duda de cuál de las dos seré yo a su edad y "La casa de las flores"; esta última por ser libre, desvergonzada, irreverente,  divertida y sin pretensiones.

    Pero como no soy Obama, sospecho que mi lista les importa un comino, pero algo tenía que escribir para cerrar el año y no ponerme sentimental, que de todos modos me voy a poner. No ha sido un mal año: es más, ha sido muy bueno, como corresponde a los años pares; pues he notado que en los impares me pasan cosas, y el que viene, tocando madera, es impar de los buenos...2019, vaya número feo.

    No voy a pedir por la paz del mundo porque de eso ya se ocupan en las iglesias, ni siquiera voy a pedir para todos ustedes salud y amor, que ya se encargan ustedes mismos de pedírselo por su cuenta. No voy a pedir elecciones a grito pelado como piden todos los que no se han enterado que la democracia tampoco consiste en votar y votar hasta que salga el que nos gusta; no voy a pedir amor porque, dando gracias, lo tengo a raudales. No voy a pedir tranquilidad porque eso significa que me hago más mayor de lo que ya soy, ni voy a pedir que me toque la lotería porque como no juego es pedir un imposible. Pediría que mi hijo aprobara todos sus exámenes de enero, pero eso está en su mano y no en la de la Divina Providencia. Pediría también un poco de silencio para poder pensar, sobre todo en España, donde el ruido es un derecho humano y pediría un techo, una escuela y unos padres para cada niño que nace sobre el planeta tierra si de lo que se trata es de pedir algo enorme e inalcanzable. Así que para el feote 2019 voy a ser modesta y pedir poca cosa: que dentro de un año pueda estar de nuevo ante el teclado de mi ordenador escribiendo una lista idiota de películas, libros, series y deseos sin mayor incidencia que la suma de las días. Y que pasen ustedes un buen año, como el que espero pasar yo, sin más. Nos vemos en Enero.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Herodes.De vez en cuando.

    En pleno dia de los Santos Inocentes me acuerdo de Herodes, aquel rey que,  en todas las películas de romanos que hacían los americanos en los años cincuenta, aparecía como un soplagaitas cuya única genialidad fue ordenar una matanza de niños para así asegurarse que eliminaba al recién nacido que llamaban el rey de los judíos y venía a robarle el trono. Con la perspectiva del tiempo,  digamos que Herodes anticipó lo que luego los propios americanos patentaron como "guerra preventiva" y que les ha sido bastante útil en no pocas ocasiones. Por si no se acuerdan de ninguna, les recuerdo yo la invasión de Irak. Y no sé si debería darles todos estos ejemplos bíblicos que a mi me parecen tan pedagógicos, porque hace unos días se me ocurrió felicitar a mis lectores vía Facebook haciendo una interpretación propia (y subrayo lo de propia) libre,  intencionadamente chistosa y sin ofender de la Navidad, y algún lector me contestó precisamente ofendido en sus creencias cristianas, argumentando que con esas cosas no se bromea. No sé si esos ofendidos han visto "La vida de Brian", por cierto...

   Bien, pues antes de proseguir con esta entrada aviso: va de Herodes y a ratos, de broma, o de broma pesada según se mire. Herodes fue el rey que ordenó la matanza de los inocentes para encontrar (que no encontró) al Niño Jesús entre ellos. Me acuerdo de él precisamente hoy, cuando en menos de un mes, el muro de Donald ya se ha llevado por delante a dos niños guatemaltecos detenidos por las autoridades migratorias. Se llamaban Jakelin Caal y Felipe Gómez, ocho y siete años respectivamente. Creo que es de rigor acordarse de ellos en este día de los Inocentes, aunque haya quien crea que me estoy riendo de nuevo de los dogmas cristianos. Que dicho sea de paso, se puede uno reir de ellos como de casi todo en la vida, siempre que no se le falte el respeto a la gente. Este 2018 en mi caso, va a quedarse en mi memoria como el año de los ofendidos: los que no soportan las bromas, los que se retiran de los chats de Whatsapp porque se habla de política y no como a ellos les gusta, los que de repente se vuelven más papistas que el Papa y se dedican a perseguir herejes (yo, como ejemplo de hereje) y los que promocionan productos aprovechándose de sus amistades de Instagram y te retiran de su lista si no les das al "me gusta".

    Herodes era para mí ese personaje que invocaba mi madre cuando le dábamos guerra, que eran muy pocas veces porque mis hermanas y yo, para lo que hoy tienen que lidiar los padres modernos, éramos unas santas; y a pesar de ello, mi madre decía "qué bien vendría Herodes de vez en cuando". Como supongo que lo dirían miles de madres de su generación, porque a día de hoy, con ese montón de padres y madres embelesados por sus hijos a quienes muestran en Instagram como si fueran Oscars de Hollywood, puede que invocar a Herodes te lleve ante los tribunales. O ante el Defensor del Menor, allí donde exista. 

    Pues me está ya calentando tanta pamplina, la verdad. En este final del año de gracia de 2018, los humillados y ofendidos de la tierra no se encuentran entre nosotros ni pasan sus horas en las redes sociales, y los herodes del mundo, que son unos cuantos y no tan bobalicones como el de las películas de romanos, se cargan verdaderos inocentes cuyo pecado original es nacer en ciertos lugares de la tierra donde la vida no vale nada. Y como este blog es mio y pongo lo que me da la gana, aqui les dejo este Belén que me ha mandado mi amigo Andrés, que me ha hecho reir un rato, que es el mejor regalo, junto con la amabilidad, que uno le puede hacer a otro ser humano en estos tiempos recios. 


  Y de propina, este audio enviado por una de mis amigas, creyente por cierto, pero que me parece de morirse de la risa. Aviso a los dogmático-intolerantes: puede herir su sensibilidad. 





lunes, 24 de diciembre de 2018

Navidad galáctica (La chica de Ayer, 21)

   La niña no tenía más que un plan para las vacaciones de Navidad: ir a ver "La guerra de las Galaxias", que había llegado por fin a su provincia tras el pertinente estreno en los cines de la capital. Las negociaciones con sus amigas habían sido duras, sólo Adela, su compañera de fatigas cinematográficas, como siempre, se prestaba a ir a ver una película de ciencia ficción el año en el que el auténtico bombazo de taquilla era "Aeropuerto 77" que, además, tenía actores archiconocidos, cual no era el caso de la cosa galáctica. Ya la había embarcado meses antes a ver "Encuentros en la Tercera fase" y la ciencia ficción era a veces dura de pelar.

   Pero hete aquí que llegó esa misma tarde el padre de familia anunciando que su prima Pili, la que vivía en Minneapolis porque se casó con un americano, estaba de paso en la ciudad y que había que entretenerle a su Vickie, que se aburria como un hongo visitando parientes. Para nuestra niña, la sorpresa fue morrocotuda: ahora resulta que esta familia de recia estirpe castellana tenía una prima en un lugar de América de nombre impracticable. Con una mezcla de obediencia debida y cara de fastidio fue aquella misma tarde a conocer a Vickie y plantearle que no había otro plan posible que ir al cine al día siguiente a ver la película que ella llevaba meses esperando ver. "Y si no le apetece que se aguante", iba rumiando por el camino. 

    Vickie era ella misma un ser venido de una galaxia muy lejana, aunque la llamaran Minneapolis. Dos palmos más alta que nuestra niña, pelo rubísimo hasta la cintura, dientes perfectos y unas zapatillas de deporte tan galácticas como ella misma. Hablaba español con un levísimo acento inglés, era simpática y educada, y cuando llegó el momento de despedirse y hacer planes para el día siguiente la niña expuso su plan con vehemencia:
- vamos a ver "La guerra de las galaxias", con una amiga mía, el plan no se cambia, llevo meses esperando este momento. 
- What? "Star Wars"? Ya la he visto dos veces; pero puedo verla también en español, será divertido.
- Sí, es esa..  Aquí le han cambiado el nombre, supongo. 
-No importa, es fantástica, el final sobre todo y...
- Vale, entonces te paso a buscar a las cinco.

    La niña cortó la conversación, antes de  que aquel angelito de Minneapolis le acabara contando el final.  Regresó a su casa pensando que la vida, en su inmensa injusticia, creaba estas criaturas celestes que hablaban inglés desde que habían nacido y veían todas las películas tres meses antes que el resto de los mortales...Y que acababan aterrizando en la estepa castellana para impresionar a sus lugareños. Pero era Navidad, y era un favor que le había pedido su padre, y la pobre niña qué culpa tenía, si además era muy simpática. Y en el fondo, podría fardar delante de sus amigas y decirles a todas que era su prima, porque eso había dicho su padre, no? "mi prima Pili la que se casó con el americano"; también le contó por dónde venía el parentesco pero no le hizo mucho caso. Y en esas tribulaciones andaba cuando a punto de doblar la esquina de su casa tuvo la idea más brillante de la semana: le pediría dinero a su padre y después del cine se llevaría a la americana a tomar chocolate con churros, que eso sí que no lo habría hecho en su vida, seguramente! 

    Todo ésto ocurrio, hace muchos años,  tantos como 41,  en una galaxia muy, muy lejana.  Y en una Navidad tan lejana como la galaxia. Feliz Navidad!





   

viernes, 21 de diciembre de 2018

Lo que no me va a pasar.

    Con inmensa alegría, y a esta hora de la tarde-noche del día más corto del año (o es mañana?) les comunico amados lectores, que hay una serie de cosas que no me van a ocurrir a partir de este momento. Cuando vean la lista, se darán ustedes cuenta que a veces es mejor estar contentos con la certeza de lo que no va a ocurrir que esperando, tantas veces de forma vana y estéril, a que ocurran cosas maravillosas que luego resulta que no lo son. 

   Mañana no me va a tocar la lotería. Lo sé a ciencia cierta porque no he jugado una sola participación, y eso que vengo de una estirpe de grandes ludópatas. No se crean que es una cosa religiosa: no juego porque se me olvida, así de sencillo;  y porque, de alguna manera pienso que ya me han tocado tantas loterías en la vida que pretender que, además, me toque la de Navidad, sería demasiado!

    A partir de mañana y durante diez días no va a sonar el despertador a las siete de la mañana, y ya solo eso es como para tirar cohetes y que corra el champagne. A Dios pongo por testigo que el día que me jubile, lo primero que va a salir despedido por la ventana es el maldito despertador! Ya que mencionamos el espumoso, a partir de mañana en mi casa vamos a festejar varias cosas, y por mucho que se empeñen algunos de mis parientes (los hay que hasta me han borrado de sus redes sociales) no lo vamos a festejar con cava extremeño; ni para boicotear a Cataluña ni nada por el estilo, porque el Cava de verdad tampoco es bienvenido en esta casa, donde hace tiempo descubrimos que si el Champagne cuesta lo que cuesta por algo es...

    Desde este momento me he apoderado del mando del Netflix, y como Agustina de Aragón estoy dispuesta a hacerme fuerte en mi sofá con él en la mano y a no abandonarlo e incluso lanzar cañonazos a cualquiera de mis cohabitantes que se atreva a arrebatármelo. Los adolescentes que se ocupen con sus teléfonos: no pasarán! Sé que esta vez, ellos no van a ver lo que les de la gana, y yo sí.

    Sé que este año no voy a comer langostinos congelados, y esa certeza me produce sentimientos encontrados a medio camino entre la alegría, el alivio y la nostalgia. Voy a pasar mis vacaciones en casita y he dejado abandonada mi casa del pueblo, por una vez, donde a la vez habrá unos cafés toreros que no voy a disfrutar y unos cielos azules que no voy a contemplar. No crean que estoy triste, porque voya tener alrededor a mis polluelos y eso ya me hace la más feliz de las gallinas cluecas. 

    A partir de hoy esta casa es un muestrario de la Navidad más navideña, con su  árbol de metro noventa (verdadero, no de plástico) su Belén; sus campanillas, luces por doquier, velas y Pascueras a tutiplén. Cuando una ha crecido con Mr Scrooge en casa, practica la fe del Converso, claro. Ya ven ustedes la cantidad de cosas buenas que NO me van a pasar...Como para pedir, además, que me toque la Lotería!

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Una carta que no llegará.

    Desde hace un par de días tengo que escribir una carta a una mujer. No sé como se llama y tampoco tengo su dirección, aunque si sé en qué pueblo vive y sospecho que debe tener más o menos mi edad. De esa mujer sé, por pura intuición, que creció en un mar de advertencias contra los hombres: no iba al baño sola en los bares de copas, nunca volvió sola a casa pasada la medianoche, apoyaba el trasero y la espalda contra la pared en los autobuses urbanos y todos los consejos que recibió de su madre (pocos pero precisos) iban destinadosa evitar un embarazo más que a saber de qué iba lo de sacar los pies del tiesto. 

    A esa mujer a la que le debo una carta, no le asustaban los hombres a pesar de las advertencias maternas, y creció decidida a hacerse un hueco entre ellos, aunque fuero a empujones. Estudió como la que más y se sacó una oposición, o un empleo cualquiera, aun siendo consciente de que su sueldo tantas veces era inferior por igual trabajo, y sus oportunidades, muchas menos. Esa mujer ha aguantado preguntas impertinentes sobre el reloj biológico y miradas torvas en los trenes de cercanías; se ha puesto falda para ir a una entrevista de trabajo y ha criado niños y niñas, los suyos, pensando en un mañana infinitamente mejor y menos duro con las hembras. 

    Esa mujer ha criado una hija intentando transmitirle confianza en sí misma y ganas de comerse el mundo; nunca la ha asustado con las maldades del sexo opuesto y supuestamente fuerte, porque en el siglo XXI el sexo fuerte tiene que dejar de serlo; o por lo menos dejar de justificar su existencia  gracias a que existe un sexo débil. Esa mujer se ha ahorrado los consejos de temor y amedrentamiento que recibió de su madre porque está convencida que su hija llegará hasta donde quiera y conseguirá todo lo que se proponga; y con un poco de suerte, recorrerá más mundo que ella. 

    Esa mujer a quien desde hace días quiero escribir una carta y no puedo, piensa que su hija también puede presidir el Banco de Santander, aunque no se llame Botín, o presidir el gobierno de España, o conducir un Formula Uno, o mandar una tropa cuartelera. Ella sabe que en este siglo que nos queda por delante, las hijas de su hijas podrán tener tanto poder como Angela Merkel, pero además criar una familia numerosa, o llegar hasta la Casa Blanca, pero con mando en plaza y no acompañando como Primera Dama. Yo sé que esa mujer creía en todo eso y tenía una hija que hasta hace nada era ese sueño hecho realidad. Lástima que la realidad en forma de sexo fuerte y embrutecido le saliera al encuentro. Y  que a los que se les tienen que ocurrir solucciones solo se les ocurra endurecer las penas carcelarias o repartir pistolas; ideas que les vienen rápido por ser lo que son, el sexo fuerte y tantas veces descerebrado. 

   A mi se me ocurre que se puede mejorar la educación y educar a los machos, y crear cuotas de presencia femenina en las empresas y en los gobiernos, y crear la discriminación positiva, y establecer por decreto todo lo que desde tiempos milenarios se nos ha negado y que yo misma pensé que a la altura de mis más de cincuenta años no tendría que estar reclamando. Y a esa mujer que vive en Villabuena del Puente, provincia de Zamora, que no sé cómo se llama, no sé si acabaré por escribirle una carta que es lo que debería hacer, para decirle que su hija no va a ver todo lo que va a pasar el día en que todas las mujeres del mundo, que somos la mitad del cielo, nos pongamos en pie y les digamos a ellos: #niunamenos. Y no lo va a ver porque un energúmeno se cruzó en su camino, en ese que tú, la mujer de Villabuena del Puente le enseñaste desde pequeñita diciéndole que debía recorrerlo sin miedo: el que lleva a un lugar donde ellos y nosotras somos iguales. Llegará; y sobre eso no tengo duda. Cuánto me duele que Laura no viva para verlo.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Es mi deber

    Me van ustedes a perdonar que siga un poco con la vena política, a pesar de que tengo un cuento de Navidad a medio terminar y otras entradas de camino que hablan de cosas mucho más agradables que lo que viene a continuación. Ayer me salta en Facebook una noticia,  proveniente de un diario no precisamente de izquierda, que dice que visto el dramático descenso de la población española en 2018 (ya somos oficialmente un país de viejos) el saldo migratorio de 121.564 personas será lo único que arregle por este año la espiral demográfica negativa que, por si les resulta curioso les diré que consiste en que no habrá ni un Euro para pagar las pensiones y los servicios públicos de seguir así las cosas: muriendo más que naciendo. Gracias a esos 121.564 que han venido este año, tenemos aún un crecimiento de 46.273 personas; al menos el 2018 se ha salvado. 

    A esta noticia lanzada con cierto tono optimista por un diario (insisto) más bien de derecha, acuden los comentarios siguientes, que me tomo el trabajo de trascribirles literalmente: 
- "la pérdida de población es de los que se van fuera con sus estudios porque están hasta los cojones de que solo se ayude a los que vienen y no saben ni leer"
- "más nacimientos y menos inmigrantes"
- "esas manadas de negros subsaharianos son pura mierda"
- "más ayudas a las familias y menos a los caraduras que vienen aquí a delinquir"
-"el Pacto de la ONU sobre inmigración es el nuevo orden mundial donde mandan la banca y el judaísmo"
-"hay quien cree que importar esclavos baratos es la solucción y es un fracaso porque hay que financiarlos a ellos y no a nuestros hijos". 

    Quienes firman estas declaraciones? pues un enfermero, un trabajador del MacDo, un agricultor asturiano, un diseñador gráfico de Murcia, un maestro en paro y como cosa exótica, un entrenador personal venezolano. Me he molestado en ver todos sus perfiles en Facebook, los que eran públicos, con toda mi santa paciencia. No llevan la cabeza rapada, no tienen banderas de España inconstitucionales en sus fotos, no van vestidos de negro y parecen ser ciudadanos comunes sin una actividad política definida. Justamente eso son: ciudadanos comunes profiriendo insultos racistas que se han convertido, por desgracia, en lugares comunes. O recuperando viejas fórmulas como la de la alianza de la banca con los judíos que consiguió eliminar a seis millones de estos últimos allá por los años cuarenta del siglo pasado...Hace setenta años, solamente, no estamos hablando de Atapuerca.

   https://elpais.com/elpais/2018/12/15/opinion/1544881904_507375.html En este enlace les dejo la columna de hoy de Elvira Lindo, que como siempre, lo explica mucho mejor que yo. No son sólo jóvenes de chupa negra y esvástica tatuada;  algunos están sentados a nuestro lado tomándose un café; algunos otros compartirán nuestras mesas de Navidad, y muchos de lo que pregonan los partidos que ahora se llevan sus votos ya lo han dicho otros antes en lugares públicos e incluso sagrados, cuales son los parlamentos en democracia. 

    Hoy tenía preparado un cuento de Navidad, pero 5500 enloquecidos racistas y xenófobos declarados han desfilado por la ciudad donde vivo y creo que antes de los cuentos está el deber ciudadano. Este es mi deber de hoy. Desde niña siempre tuve muy claro que primero se hacían los deberes y después se iba a jugar.

jueves, 13 de diciembre de 2018

De todo menos fiebre

    Se acuerdan ustedes (los de cierta edad) de aquella canción de Martirio que decía "estoy mala, mu mala"... Aquí va de refresco, porque Martirio se está convirtiendo en una reliquia:


    Pues quitando la parte doméstica de lavar, vestir y preparar, así estoy yo: mala. Que como no lo estoy nunca, pues no sé como sacarle partido. Ya sé que ustedes me van a sugerir miles de series de Netflix y otras tantas novelas; pues no, todo eso yo soy capaz de hacerlo amén de trabajar, ocuparme de mi familia en lo que me toca, pelearme con las administraciones públicas y con Iberia (mayormente con ésta última) y además leer y ver películas; pero estoy mala y no soy capaz de hacer nada más que ver pasar las horas. 

    Ayer fui al médico, y en ausencia del titular, me tocó una criaturilla suplente que podría ser mi hija si yo hubiera tenido hijos cuando había que tenerlos, y no tarde como hacemos todas. Era amable y concienzuda con la visita, supongo que porque debo ser uno de sus, pongamos,  primeros cien pacientes y no tiene ganas de meter la mata. Su pregunta insistente era "tiene usted fiebre?" visto mi estado calamitoso en general y unas aftas como panes que tengo en la boca, en particular. Ante mi respuesta negativa se quedó un poco chafada y la visita se prolongó varios minutos más porque al médico titular le dices que no tienes fiebre y te dice que te tomes un Paracetamol y que lo tuyo será algo viral; pero a la suplente novata le dices que no hay fiebre con el despojo humano que tiene delante (yo misma ayer) y no se da por vencida. Es más, insistió mucho en que la llamara en dos días si la fiebre seguía sin aparecer pero mi estado no mejoraba y yo se lo prometí, para no preocuparla. Incluso admito que  al final de la consulta casi me rindo y le digo que tengo fiebre (adems de mocos, toses, un oído que silba y la boca invadida de aftas) para que se quedase contenta; pero no lo hice, estos jóvenes profesionales tienen que ver de todo en la vida para foguearse. 

    Y como estoy en casa, mala, fastididada sin poder salir, y perdiéndome entre otras cosas la copa de Navidad de mi trabajo, me dedico a ver las noticias por cuadruplicado, a diferentes horas del día, recostada en mi sofá y con mi tableta en ristre. Y llego a la conclusión que España está como yo, mala pero sin fiebre.  No piensen que me ha dado un delirio y que he decidido que, como Fraga, me cabe el estado en la cabeza, pero después de pasar un par de días en mi tierra, de donde me habré traido este virus o lo que sea, he llegado a esa conclusión. 

    España tiene millones de parados que no son culpa de ningún gobierno, sino de la propia coyuntura laboral española y de un mercado disfuncional, y eso no hay elecciones que lo arreglen; se ha salvado de tener personajes siniestros como los Le Pen, o Salvini, o Neil Farage hasta hace nada, aunque ha llegado este Santiago Abascal que lo pretende, pero veremos qué recorrido tiene. Tiene una sanidad envidiable; ya sé, con listas de espera, etc.;  pero vayan ustedes en cualquier hospital europeo a operarse de un cáncer sin la chequera al lado, ya verán, ya. La educación era buena; unos cuantos intentan cargársela desde hace años y cuando no elaboran leyes ridículas, crean Universidades de pacotilla donde se compran los título, pero nos sobran los maestros y varias de nuestras regiones están entre las mejores en esos malditos informes PISA. Tiene turistas que no dejan de venir un año detrás de otro, familias que sobreviven con la pensión del abuelo porque la familia es todavía una unidad económica; acaban de subir el salario mínimo, que ya se que no da para nada...Pero recuerden a cuánto estaba hace un par de años y en plena crisis!  Tiene España en estos momentos una situación que ya la quisieran para ellos muchos países, pero todo el mundo se empeña en decir que aquello es un desastre y que vamos de cabeza. Esto es: España no está enferma, tiene muchos achaques, pero no tiene fiebre. Como yo. 

    Y tiene una invasión de cadenas de radio y televisión, prensa gratuita y opinadores varios, que son como esos médicos novatos que urgan y urgan en el paciente intentando encontrar la fiebre o el tumor donde sólo hay achaques propios de la edad y sí, probablemente algún virus que se cure con Paracetamol durante tres días de baja laboral. Los de Vox se parecen mucho a esos médicos novatos y la cosa parece que les funciona, porque la gente mayor asustada por los desastres inexistente es fácil de convencer: nada le gusta más a un viejo que encontrarse con un médico joven que le pregunte un montón de cosas y le tome la tensión tres veces.   No olvidemos que según las cifras del censo este es un país de viejos, 20 % de la poblacion española tiene más de 65 años (que ya son muchos) y los jóvenes no leen ni se informan, y entre unos y otros los médicos de Vox van pescando votos en esa España que, puede que esté mala, pero sin fiebre. Como yo, no sé si me explico.



 

lunes, 10 de diciembre de 2018

Contra el Nacionalcuñadismo

   Breve paso por mi tierra para festejar con mi señora madre esa cosa viejuna y ya nada celebrada (salvo por mi señora madre y cuatro amigas suyas) que es el santo u onomástica, puestos a utilizar palabras en desuso. Pongo la radio para tomarme el café de la mañana esperando oír hablar de la Constitución, por ser la fecha que es y celebrar los muchos años de vida que, milagrosamente, ha cumplido. Pero la radio en estos dias solo habla de Vox: cómo han llegado, de dónde han salido, quiénes son, quién son los que les votan, qué se cuentan, en contra de qué y sobre todo de quiénes están, etc. Y la verdad me fastidia: no oculto que me fastidia Vox, pero más me fastidia que se les de tanto carrete. Pero más aun me fastidia que me tilden de intolerante así que me digo que hay que escuchar a todos los que hablan de Vox, oír todo lo que se cuenta de ellos y (en mi caso) confirmar lo que ya sé: que es un partido de extrema derecha, copia fíel  de los partidos de extrema derecha que van surgiendo por toda Europa. Y aquí, un mínimo rayo de luz entre tanta tiniebla: España ya no solo no es diferente sino que es tan europea como la que más, con su partido de extrema derecha y todo!

    En la mañana del domingo, me doy mi paseo matutino para comprar a crédito todas las calorías que en forma de churro asimilaré unas horas más tarde y me doy de bruces con el chiringuito de Vox en mi ciudad, con todas sus banderas españolas que son la mia, aunque yo no me dedique a pasearme por la calle con ella, entre otras cosas porque el rojo y el amarillo no pegan juntos, por muy bandera que sean, salvo si te vistes de Agatha Ruiz de la Prada, lugar al que mi desesperación por parecer joven aun no me ha llevado. Les hago una foto y me preguntan si quiero información o afiliarme (concretamente el chico dijo « apuntarse » pero yo expongo aquí la versión literaria); les digo que no y que la foto es una mera constatación ; respuesta: « una qué? » Y me dejan tranquila porque, probablemente piensan que hablo muy raro. Yo, entretanto he constatado que muy cultos no son. 

    También he constatado este fin de semana, de tanto oír hablar de Vox, que si han venido para quedarse y si mucha gente les vota es porque nadie se ha leído su programa; o mejor dicho: nadie se lee nada y menos los programas electorales. Y me resulta ocurrente lo de que lo llamen el partido de los cuñados porque responde a la pauta de comportamiento de esos cuñados españoles con los que nos sentamos a cenar el dia de Nochebuena que pretenden que todo lo malo del pais lo arreglarían ellos en dos patadas. Nota de la redacción : tengo cuatro cuñados y a Dios gracias, ninguno responde a ese modelo, pero haberlos, haylos! Quizás si dejáramos de lado tanto análisis sintáctico inútil en las clases de lengua y obligáramos a nuestros escolares a hacer comentarios de texto a espuertas, criaríamos de nuevo una generación como la mía y algunas posteriores, que nos leemos hasta los folletos de las oferta del Corte Inglés. Y la gente se leería los programas electorales, particularmente el de Vox, que yo me he entretenido en leer este fin de semana en la pantalla de mi móvil, ahí donde mis hijos ven películas, y tiene dos contradicciones flagrantes cada tres líneas: no queremos emigrantes pero les votamos a mansalva en Almería donde todos nos hemos hecho ricos cultivando tomates de invernadero con mano de obra emigrante. Esto no lo pone el programa pero es la conclusión a la que yo llego en mi comentario de texto. 

    El Nacionalcuñadismo me parece una ideología simplona, racista y peligrosa, de graciosa y ocurrente solo tiene el titulo...












jueves, 6 de diciembre de 2018

Felicidades, cuarentona!

    Hoy es fiesta en España, fiesta que hubo que imponer a la población hace cuarenta años y  que se convirtió en puente gracias a la fe católica, que no estaba dispuesta a renunciar a la Inmaculada, o simplemente vio el cielo abierto con dos fiestas sucesivas en 48 horas. A estas alturas, los motivos ya no importan, y vayan ustedes ahora a decirle al pueblo (y sobre todo a las agencias de viajes) que no debería haber dos festivos nacionales tan juntos! El puente resolvió el equilibrio de fuerzas en un tiempo en el que  pactar hasta era posible.

    No nos desviemos de lo que importa. Hoy, Santa Constitución cumple cuarenta años, que ya son unos cuantos y en el caso de ésta que lo es, la que más ha cumplido en la historia patria. Pasó por varias vicisitudes, pues fue el suyo un parto doloroso con muchas horas de dilatación previa; tampoco alegró a todos con su llegada, porque unos querían niño y otros niña, y otros, simplemente no querían nada. Tras una adolescencia descomplicada y una juventud vigorosa, se ha metido en la edad madura enseñando sus goteras, pero nada que no sea reparable. Desde que llegó a la treintena todos hablan de meterle mano, pero fue su alumbramiento tan complicado que el lifting de la edad se ha puesto difícil. No por cuarentona es perfecta, y será necesario, sin duda, meterle algo de Botox por alguna grieta y cortarle la papada, para que nos dure otros cuarenta años si es posible, porque a día de hoy, imperfecta y añosa, nos ha demostrado que ha cumplido fielmente su cometido.

    A los de mi quinta nos tocó estudiarla y hasta examinarnos de ella, medida bastante acertada que no entiendo por qué razón se ha suprimido . A mí por lo menos, su lectura y conocimiento me ha dado en muchas ocasiones argumentos contra los ignorantes que disparan improperios y luego piensan; y en el caso de las redes sociales, a los que ni piensan. Esta semana sin ir más lejos, al hilo de la aparición de Vox, he mantenido algún que otro debate con gentes más jóvenes que yo empeñadas en culpar a los de 78 (de verdad les parezco tan mayor?) de todo lo malo que ocurre y, por supuesto, de que Vox sea un partido político y tenga diputados en el parlamento andaluz. A mi me gustaría culpar a Vox de apropiarse del nombre de unos diccionarios, pero de eso mejor hablamos otro día.

    Bien,  pues voy a ponerme el traje y la careta de los del 78 (generación a la que no pertenezco pues yo soy de los del 85, los que nos metieron en Europa) y voy a defender a esta pobre cuarentona  en el dia de su cumpleaños: no había otra Constitución posible, y ya fue un ejercicio virtuoso traerla al mundo. El Franquismo no fue derrotado, no hubo una revolución, no corrió la sangre por las calles y apenas si hubo detenidos después de muerto el dictador, no arrastrado por hordas enfurecidas sino apaciblemente en su cama del hospital.  El franquismo se fue diluyendo en un mar de mediocridad del que se salvaron por listos y oportunos dos personajes; Adolfo Suárez y Santiago Carrillo, que también han muerto en la cama, uno de ellos desmemoriado y sin saber quién era, y no desembarcando en la bahía de Cádiz ni librando ninguna batalla.

    Queridos jovenzuelos nacidos del 80 en adelante, dos malas noticias: la primera, que ya no sois tan jóvenes, y de todos modos la juventud no es excusa para la ignorancia. La segunda, que la Constitución y la Transición y quienes la pergeñaron no son culpables de que exista Vox, que es un apéndice cabreado y exaltado del PP y un fiel reflejo de lo que pasa en otros países europeos. Y ya de puestos a dar malas noticias, una más: esta Constitución fue primorosa en su tiempo y lo único que necesita es una reforma que probablemente os obligue a hacer eso que no hacéis, o lo hacéis de mala gana: votar.

    La buena noticia es que hoy en España es fiesta, y no se trabaja para celebrar la Constitución, que debería ser el día de la fiesta nacional (otra cosa que hay que reformar); que este año celebramos cuarenta años de su existencia sin tiros por las calles y que voy a terminar con una frase viejuna, quizás típica de esa generación del 78 a la que no pertenezco pero admiro: viva la madre que te parió!

domingo, 2 de diciembre de 2018

Todo es un dilema

   Paso un ratito de esta tarde de domingo, revisando "Niebla" de Unamuno, porque mi hija se la tiene que preparar para un examen y, por supuesto, dice que es un rollo y que no le encuentra ni pies ni cabeza, y sobre todo le encuentra un sinfín de páginas y páginas en esa edición de Cátedra de la cubierta negra con letra apretada y muchas notas a pie de página. Primer dilema: hay que ayudarla? Los psicólogos que saben educar a los hijos mejor que los padres (incluso aquellos que no tienen hijos) me dirían que no; pero la otra parte del dilema es: dejo que la niña no sólo suspenda el examen sino que, además, le coja manía a Unamuno e incluso a una de sus mejores obras? (y de la literatura del 98 qué caramba). O me decido a echarle un cable y de paso, le cuento de viva voz ciertas anécdotas y aspectos de una novela magistral intentando que, con un poco de suerte, quede un poso de curiosidad y cuando sea más mayor se la lea? Ustedes saben, sobre todo los que me conocen, qué es lo que ha ocurrido al final, así que para qué relatárselo. 

     Hoy vienen miles de manifestantes a mi ciudad de residencia a pedir a los dirigentes políticos del planeta (que estaban todos en Buenos Aires a 11.000 kilómetros de este manifestódromo) que hagan lo posible por parar el cambio climático. Debería de haber sido yo uno de esos 65.000 ciudadanos que han marchado pacíficamente bajo una bonita combinación de lluvia, viento y neblina? Sí, debería; pero no he ido. Para empezar porque creo que ya se me ha pasado la edad de manifestarme, cosa que he hecho abundantemente toda mi vida; como se me ha pasado la edad de tomarme cuatro copas después de cenar, o la de vestirme de negro sin estar de luto, o la de pasar la noche en un saco de dormir en un refugio de montaña. Me cuesta reconocerlo, pero así es. Y a ello añadamos las inclemencias del propio clima en este día de autos, que no eran de ese cambio climático que ha convertido al Norte en el nuevo Sur; sino las propias del Norte en todo su esplendor. Les dejo que también adivinen cómo se ha resuelto este dilema. 

   Es posible quedar con varios amigos a cenar una noche y no hablar de política? O al menos, es posible hablar de política y no gritarnos unos a otros? Otro dilema; porque visto que vamos todos para viejos, y que cada vez somos menos un junco flexible y sí somos árboles de tronco grueso y pocas hendiduras, casi que sería mejor quedar poco con ciertos amigos con los que se sabe que, casi seguro se va a acabar discutiendo. Yo con el paso del tiempo soy una persona cada vez más Zen, pero también asumo que otros, con el paso del tiempo se parezcan más al Pitufo gruñón. Así que el dilema está en si es mejor verlos o no verlos. A esos que gruñen por todo aunque en el fondo les tengamos cariño, quiero decir.

    Y hay otros dilemas de poca monta como el del Foie Gras, ahora que se acerca la Navidad; después de haber estado en Costa Rica y haberme convertido a la fe de los que aman la naturaleza y los animales salvajes no sé si podré echarle un bocado al Foie (que lo echaré) en estas fiestas con la misma alegría que otros años. Aunque bien pensado el pato ( a mi me gusta el de pato) no es un animal salvaje...

    De estos dilemas, y otros muchos en los que se pierden mis pensamientos día y noche, no voy a librarme así como así. Una es del género de darle vueltas a las cosas y en eso, hoy he descubierto con gran alegría que me parezco a Unamuno (véase el dilema número uno) que puestos a parecerse a alguien, mejor a un genio, no creen? Y después de tanto dilema una gran certeza: se acaba el domingo y mañana lunes, sonará el despertador a la cruel hora en la que todavía no ha amanecido. A los intensos y dubitativos nos vienen bien este tipo de certezas! Feliz semana tengan ustedes.