domingo, 16 de diciembre de 2018

Es mi deber

    Me van ustedes a perdonar que siga un poco con la vena política, a pesar de que tengo un cuento de Navidad a medio terminar y otras entradas de camino que hablan de cosas mucho más agradables que lo que viene a continuación. Ayer me salta en Facebook una noticia,  proveniente de un diario no precisamente de izquierda, que dice que visto el dramático descenso de la población española en 2018 (ya somos oficialmente un país de viejos) el saldo migratorio de 121.564 personas será lo único que arregle por este año la espiral demográfica negativa que, por si les resulta curioso les diré que consiste en que no habrá ni un Euro para pagar las pensiones y los servicios públicos de seguir así las cosas: muriendo más que naciendo. Gracias a esos 121.564 que han venido este año, tenemos aún un crecimiento de 46.273 personas; al menos el 2018 se ha salvado. 

    A esta noticia lanzada con cierto tono optimista por un diario (insisto) más bien de derecha, acuden los comentarios siguientes, que me tomo el trabajo de trascribirles literalmente: 
- "la pérdida de población es de los que se van fuera con sus estudios porque están hasta los cojones de que solo se ayude a los que vienen y no saben ni leer"
- "más nacimientos y menos inmigrantes"
- "esas manadas de negros subsaharianos son pura mierda"
- "más ayudas a las familias y menos a los caraduras que vienen aquí a delinquir"
-"el Pacto de la ONU sobre inmigración es el nuevo orden mundial donde mandan la banca y el judaísmo"
-"hay quien cree que importar esclavos baratos es la solucción y es un fracaso porque hay que financiarlos a ellos y no a nuestros hijos". 

    Quienes firman estas declaraciones? pues un enfermero, un trabajador del MacDo, un agricultor asturiano, un diseñador gráfico de Murcia, un maestro en paro y como cosa exótica, un entrenador personal venezolano. Me he molestado en ver todos sus perfiles en Facebook, los que eran públicos, con toda mi santa paciencia. No llevan la cabeza rapada, no tienen banderas de España inconstitucionales en sus fotos, no van vestidos de negro y parecen ser ciudadanos comunes sin una actividad política definida. Justamente eso son: ciudadanos comunes profiriendo insultos racistas que se han convertido, por desgracia, en lugares comunes. O recuperando viejas fórmulas como la de la alianza de la banca con los judíos que consiguió eliminar a seis millones de estos últimos allá por los años cuarenta del siglo pasado...Hace setenta años, solamente, no estamos hablando de Atapuerca.

   https://elpais.com/elpais/2018/12/15/opinion/1544881904_507375.html En este enlace les dejo la columna de hoy de Elvira Lindo, que como siempre, lo explica mucho mejor que yo. No son sólo jóvenes de chupa negra y esvástica tatuada;  algunos están sentados a nuestro lado tomándose un café; algunos otros compartirán nuestras mesas de Navidad, y muchos de lo que pregonan los partidos que ahora se llevan sus votos ya lo han dicho otros antes en lugares públicos e incluso sagrados, cuales son los parlamentos en democracia. 

    Hoy tenía preparado un cuento de Navidad, pero 5500 enloquecidos racistas y xenófobos declarados han desfilado por la ciudad donde vivo y creo que antes de los cuentos está el deber ciudadano. Este es mi deber de hoy. Desde niña siempre tuve muy claro que primero se hacían los deberes y después se iba a jugar.

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