jueves, 6 de diciembre de 2018

Felicidades, cuarentona!

    Hoy es fiesta en España, fiesta que hubo que imponer a la población hace cuarenta años y  que se convirtió en puente gracias a la fe católica, que no estaba dispuesta a renunciar a la Inmaculada, o simplemente vio el cielo abierto con dos fiestas sucesivas en 48 horas. A estas alturas, los motivos ya no importan, y vayan ustedes ahora a decirle al pueblo (y sobre todo a las agencias de viajes) que no debería haber dos festivos nacionales tan juntos! El puente resolvió el equilibrio de fuerzas en un tiempo en el que  pactar hasta era posible.

    No nos desviemos de lo que importa. Hoy, Santa Constitución cumple cuarenta años, que ya son unos cuantos y en el caso de ésta que lo es, la que más ha cumplido en la historia patria. Pasó por varias vicisitudes, pues fue el suyo un parto doloroso con muchas horas de dilatación previa; tampoco alegró a todos con su llegada, porque unos querían niño y otros niña, y otros, simplemente no querían nada. Tras una adolescencia descomplicada y una juventud vigorosa, se ha metido en la edad madura enseñando sus goteras, pero nada que no sea reparable. Desde que llegó a la treintena todos hablan de meterle mano, pero fue su alumbramiento tan complicado que el lifting de la edad se ha puesto difícil. No por cuarentona es perfecta, y será necesario, sin duda, meterle algo de Botox por alguna grieta y cortarle la papada, para que nos dure otros cuarenta años si es posible, porque a día de hoy, imperfecta y añosa, nos ha demostrado que ha cumplido fielmente su cometido.

    A los de mi quinta nos tocó estudiarla y hasta examinarnos de ella, medida bastante acertada que no entiendo por qué razón se ha suprimido . A mí por lo menos, su lectura y conocimiento me ha dado en muchas ocasiones argumentos contra los ignorantes que disparan improperios y luego piensan; y en el caso de las redes sociales, a los que ni piensan. Esta semana sin ir más lejos, al hilo de la aparición de Vox, he mantenido algún que otro debate con gentes más jóvenes que yo empeñadas en culpar a los de 78 (de verdad les parezco tan mayor?) de todo lo malo que ocurre y, por supuesto, de que Vox sea un partido político y tenga diputados en el parlamento andaluz. A mi me gustaría culpar a Vox de apropiarse del nombre de unos diccionarios, pero de eso mejor hablamos otro día.

    Bien,  pues voy a ponerme el traje y la careta de los del 78 (generación a la que no pertenezco pues yo soy de los del 85, los que nos metieron en Europa) y voy a defender a esta pobre cuarentona  en el dia de su cumpleaños: no había otra Constitución posible, y ya fue un ejercicio virtuoso traerla al mundo. El Franquismo no fue derrotado, no hubo una revolución, no corrió la sangre por las calles y apenas si hubo detenidos después de muerto el dictador, no arrastrado por hordas enfurecidas sino apaciblemente en su cama del hospital.  El franquismo se fue diluyendo en un mar de mediocridad del que se salvaron por listos y oportunos dos personajes; Adolfo Suárez y Santiago Carrillo, que también han muerto en la cama, uno de ellos desmemoriado y sin saber quién era, y no desembarcando en la bahía de Cádiz ni librando ninguna batalla.

    Queridos jovenzuelos nacidos del 80 en adelante, dos malas noticias: la primera, que ya no sois tan jóvenes, y de todos modos la juventud no es excusa para la ignorancia. La segunda, que la Constitución y la Transición y quienes la pergeñaron no son culpables de que exista Vox, que es un apéndice cabreado y exaltado del PP y un fiel reflejo de lo que pasa en otros países europeos. Y ya de puestos a dar malas noticias, una más: esta Constitución fue primorosa en su tiempo y lo único que necesita es una reforma que probablemente os obligue a hacer eso que no hacéis, o lo hacéis de mala gana: votar.

    La buena noticia es que hoy en España es fiesta, y no se trabaja para celebrar la Constitución, que debería ser el día de la fiesta nacional (otra cosa que hay que reformar); que este año celebramos cuarenta años de su existencia sin tiros por las calles y que voy a terminar con una frase viejuna, quizás típica de esa generación del 78 a la que no pertenezco pero admiro: viva la madre que te parió!

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