domingo, 6 de noviembre de 2011

Pompoff y Teddy salen de campaña

   Acabo de volver de la madre patria, el objetivo era inflarme de buñuelos (por ser la época que es) y de marisco, porque he estado dando vueltas por Galicia. Objetivos ambos conseguidos, y con un postre indigesto de propina: empezó la campaña electoral y allí me pilló. 

   El circo de la campaña electoral, que no tiene nada que envidiarle a aquellos circos de nuestra infancia, todos de nombre pretendidamente ruso y plagados de funambulistas contratados en Ciudad Real. Este circo inaugurado el día 1 de noviembre tiene sus fieras que echar a la pista (nos rebajarán las pensiones, la crisis traerá más delincuencia) y los domadores que salen a acallar las fieras; tiene sus equilibristas, que intentan convencernos que bajar los impuestos y recaudar menos traerá más prosperidad para todos...Tiene prestidigitadores que saben como hacer desaparecer los fondos públicos dentro de una chistera y que luego salga un conejo; tiene trapecistas que saben volar por las alturas sin caerse nunca y algunos hasta trabajan sin red. Tiene payasos que salen a entretener al público entre número y número y este circo,  concretamente, no sólo tiene mujer barbuda, sino que tiene dos barbudos, dos, que quieren llevarse el aplauso final. 

   Así que el espectáculo está servido. Pero ojito, no se me tome por una indignada cualquiera, que indignada puedo estar, pero también soy una votante convicta y confesa, suficientemente ingenua para creerme aquello de que cada voto cuenta, y que cada cuatro años, yo con mi papeleta y las de mis conciudadanos podemos mandar a casa al que lo hace mal y darle la oportunidad a otro de que lo haga mejor, o al menos que lo intente. El voto es un arma de destrucción masiva, aunque los que se acampan en las plazas piensen lo contrario y proclamen que los del circo no nos representan. 

   Pues sí, queridos míos, los del circo nos representan, y cada cuatro años insisto, tenemos la oportunidad de darles una colleja, así que no la desaprovechemos. A nuestros mayores les quitaron esa oportunidad durante muchos años y la única opción que tenían era poner 1 X o 2 en la quiniela. Como la versión más cercana de la democracia que teníamos los de mi quinta era elegir al delegado de clase en el cole, y gracias si el candidato no estaba ya preseleccionado por los curas o las monjas de turno. 

   Mañana salen los dos barbudos por la tele a contestarse preguntas el uno al otro que ya han entrenado con sus asesores y que probablemente  reciten de memoria, sin sentido y sin alma ninguna. Yo los voy a ver aunque me aburran, para luego criticarlos y que no me digan que lo hago sin conocimiento de causa porque no vivo en España. De la misma manera que voy a votar,   aunque a los expatriados, el estado español hace lo posible para que se nos pasen las ganas tal es la complicación innecesaria del procedimiento. Y ustedes, estén donde estén y sean indignados, parados, ricos por casa,  constructores arruinados, alegres jubilados o jóvenes con exceso de diplomas, haganme el favor de votar, y después quejarse, pero no a la inversa.

   Y que siga el espectáculo! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario