domingo, 20 de octubre de 2013

Los infrecuentables

   Erase una vez un viejo continente llamado Europa, donde la gente estaba acostumbrada a solventar sus diferencias a bombazos, y así fue al menos durante veinte siglos de su historia. En la última de estas peleas, provocada por los delirios un loco bajito, bigotudo y racista, murieron varios millones de personas, y se organizó un genocidio de proporciones colosales, cuyas consecuencias estamos padeciendo, en otras partes del globo, hasta el día de hoy. Unos años después de esta última contienda, un avispado luxemburgués, llamado Robert Schuman y un francés no menos clarividente, de nombre Jean Monnet,  concluyeron que buena parte de las disputas tenían su origen en la lucha por las materias primas, así que pensaron que creando un mercado único que las aglutinara, y poniendo en sintonía las dos grandes potencias productoras del carbón y el acero, se podría comenzar a pensar en una unión europea de cierto calado que terminara con tanta guerra inútil. 

    No les sigo contando el cuento porque me lo sé como el Padrenuestro (o quizás mejor) ya que he tenido que estudiarme con profundidad este capítulo de la historia en varias ocasiones, y por motivos varios; si les pica la curiosidad, ya tienen ustedes la Wikipedia. La moraleja del cuento es que desde 1950, fecha  en la que estos dos prohombres pusieron en marcha su invento, Europa ha disfrutado del más largo periodo de paz de su historia, y  ha sumado a su club a muchos países, como el mío, Grecia, Portugal, o los muchos países de la antigua esfera soviética,  que han atravesado zonas de oscuridad y han pedido ser miembros de la Unión Europea para que se les reconociera de puertas para fuera la impecable convivencia democrática de sus ciudadanos, requisito ineludible para ser miembros del equipo UE. Y la fundación Nobel así lo reconoció el año pasado y nos dieron un premio que, modestamente, creo que todos los europeos nos merecemos...hasta ahora.

   Porque ahora resulta que, por culpa de unos desalmados que se dedicaron a jugar con nuestros ahorros en las bolsas del mundo entero (quién se acuerda ya del carbón y el acero...) el personal se está alborotando y lo que es peor, está perdiendo la memoria, y está dispuesto a votar en las elecciones (las que sean) a unos nuevos locos con delirios igualmente peligrosos que hace sesenta años, igualmente racistas y lo que es peor, que aparentan una normalidad democrática que no es más que una careta que se quitarán en cuanto lleguen al poder  y comiencen a gobernar pasándose los parlamentos por la entrepierna. Y por supuestos, convencidos de la superioridad de la raza Aria, y de la obligatoriedad de eliminar a los de otro color, otra orientación sexual, otro credo y vaya usted a saber cuántos "otros" horrores más. Me da igual que se llamen Front national, Amanecer Dorado, Falange Española Renovada, Lega Nord, FPO, British National Party, Vlaamse Blok y no sigo porque me asusta lo larga que se está haciendo la lista. 

    Y me  preocupa que hasta hace poco, los europeos estábamos de acuerdo en que esta gentuza era infrecuentable, y ahora  muchos coquetean con ellos y con sus peligrosas ideas para pescar en río revuelto y no perder votos, sin pararse a pensar con quién se están juntando, o a quién están copiando: los infrecuentables se han convertido en respetables, y es ahí donde reside su peligro. Me aburre repetir un discurso que ya escribí el 9 de mayo del 2012 ( véase "Y a éstos quién va a pararlos?") con unas imágenes de la película  "Cabaret" como apoyo. Esta semana he vuelto a ver "Cabaret" en la filmoteca (para evitar a los que comen en los cines la filmoteca es una buena solucción) y me ha vuelto a estremecer la dichosa escena como ya lo hizo hace años.  Miren ustedes, yo tengo hijos, no son de raza Aria (y aunque lo fueran) y  sólo  por ellos tengo el deber de luchar por un planeta más limpio, no sólo ecológicamente limpio, sino sobre todo limpio de quien todavía piensa en el Siglo XXI que la palabra "raza" se nos puede aplicar por grupos a los humanos, o que puede ser un argumento electoral...Que tengan ustedes una feliz semana, de todas formas.

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