jueves, 21 de julio de 2016

Desde la ciudad del pecado

Ya les avisé en mi anterior entrada que abandonaba la paz de los bosques de Virginia. De nuevo en la màquina del tiempo y, 3500 kilómetros y tres husos horarios atràs, heme aquí en Las Vegas, ciudad del pecado que dicen. El pecado en los años treinta, cuando comenzó su auge, era una sabia combinación de alcohol sin restricciones, juego y prostitución; el pecado actual es uno sólo y se resume al mal gusto. Les estoy escribiendo en este momento junto a la ventana de mi habitación de hotel y desde ella diviso una falsa torre Eiffel y un falso Arco del Triunfo y, un poco màs lejos, toda la falsedad grecorromana que encierra un lugar llamado Caesar's Palace. Esta tarde voy a visitar unos falsos canales venecianos y ayer me retraté ante una falsa Estatua de la Libertad y una botella de Coca-Cola de al menos diez metros de altura...Desde hace 48 horas creo vivir dentro de una Falla valenciana! Hablando de mal gusto...

    Como siempre, los americanos, endiabladamente hàbiles para venderte sus cosas, acaban por embaucarnos en este monumento al mal gusto, en el cual acabas por encontrar tu sitio. El mío, como siempre, està en la calle, viendo pasar a la gente y sacando mis conclusiones. A pesar de los 43° y del asfalto ardiente, no hay película mejor ni màs fiel en el mundo que retrate la diversión y el espectàculo a la americana que estas calles de Las Vegas repletas de obesos y no tan obesos, llenos de bolsas con compras de rebajas, que beben en vasos de litro todo tipo de granizados de colores (mejor no preguntarse de qué estàn hechos) que juega en los casinos desde las siete de la mañana y gastan un dineral en ver por las noches a Celine Dion, David Copperfield, Cher y demàs folclóricas en versión USA y en carrera decadente. Yo misma iría a ver a Celine Dion, si no fuera porque està dada de baja por viudedad, la pobre. Si nuestra Pantoja hubiera tenido unas Vegas en versión hispana, habría devuelto sus dineros robados en tiempo récord y quién sabe si no se habría librado de la càrcel.  También en eso consistía la ciudad del pecado. 

    Que por qué me estoy sometiendo a mí misma a esta tortura estética? Pues tiene su explicación. En mi lista de cosas que ver antes de volverme idiota o simplemente morirme, estaba el cañón del Colorado, no lejos de aquí y que he sobrevolado esta mañana en helicóptero (muerta de miedo para qué negarlo) con mi familia. Ya de paso me he subido a una limusina y a un helicóptero, que es algo que no estaba en mis planes vitales pero que a mis retoños les ha chiflado; y la excursión aerea contribuirà al patrimonio de buenos recuerdos que voy a dejarles en herencia, porque el otro patrimonio, a este paso, va a quedar un tanto menguado. Ellos piensan que Las Vegas es lo mejor que hay sobre la tierra y mejor no rasco mucho porque a lo mejor me dicen que la falsa torre Eiffel es mejor que la verdadera (donde han estado ya varias veces)  y que por supuesto entre París y este patio de Monipodio no hay color...Con los años quizàs acaben visitando el Louvre con pasión y acordàndose de aquel verano en el que sus padres les llevaron a Las Vegas y se subieron a un helicóptero. Espero que al hacerlo, se les dibuje una sonrisa en el rostro. Si así fuera, misión cumplida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario