domingo, 12 de julio de 2015

Mi casa es tu casa

   Como prometido, entradas cortas (quién sabe qué diablos le pasa a la aplicación de Blogspot desde la tableta que no me deja escribir más que unas pocas líneas)  y viajeras. Estoy en USA, concretamente en Virginia, disfrutando de la invitación de dos queridos amigos, de su hospitalidad y de un paisaje verde salpicado de magnolios y de casitas de madera, de caminos por donde no pasa nadie caminando y de banderas de barras y estrellas colgando de los balcones. Estoy sentada apaciblemente leyendo en la veranda y me da la sensación que, de un momento a otro aparecerá Eliot, el niño de ET, con el marciano montado en la canasta del manillar y sus amigos todos detrás echando a volar con sus bicicletas. 

    Se acuerdan ustedes de los manuales para aprender inglés? Aquellos que repetían machaconamente, "my taylor is rich". Pues resulta que a los norteamericanos, los manuales de español les repetían machaconamente  "tu casa es mi casa", y sólo me han hecho falta veinticuatro horas en estas tierras que no visitaba desde el año 98 para darme cuenta que algo les ha quedado de aquellas lecciones. Efectivamente, su casa es mi casa, o incluso, como me hacen ver mis hijos, mucho mejor que mi casa, porque hay enormes jardines y arboledas, no hay tráfico, la nevera es tres veces la mía y los helados se sirven en bolas del tamaño de un balón de fútbol. 

    Su casa es mi casa y, por una vez más me repito ese mantra de que quien tiene un amigo tiene un tesoro y aún mas si los tesoros (o los amigos) están repartidos por las cuatro esquinas del planeta.  H vuelto a los Estados Unidos después de diecisiete años de no pisarlos por causas ajenas a mi voluntad, y me he encontrado con un país más abierto al mundo, más vibrante y más dinámico que esta Europa nuestra que lleva tres días encerrada en sí misma con un lío de préstamos y de griegos acreedores. 

    Síndrome de Stendahl? Puede que sí. Yo en cuanto que saco la burra a paseo padezco todo tipo de síndromes de turista fascinada, qué le voy a hacer. Pero ahora estoy encantada disfrutando de la paz de un barrio residencial de Virginia, a ver si, con un poco de suerte veo a ET pasar por delante de mi puerta!

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