lunes, 21 de agosto de 2017

Desparramados

    "La furgoneta blanca dejó a su paso un rastro de cadáveres desparramados". Ni sé las veces que he leído y oído esta frase en los últimos días, y en todas se me quedaba enganchada en la vista u oído este adjetivo que, francamente yo no hubiera utilizado para referirme a los cadáveres de unas pobres víctimas de una masacre terrorista, a la que otros llaman "atropello" qué le vamos a hacer. 

    Yo me levanto temprano cada mañana, aquí en mi modesto paraíso terrenal (al que he llegado sin necesidad de matar a nadie) y veo algún que otro jovenzuelo desparramado en la playa donde voy a correr y comprar calorías a crédito. Supongo que duermen la mona de la noche anterior. Cuando mis criaturas se desperezan por la mañana, están desparramadas por los sofás de casa mientras su padre y yo nos alistamos para ir a la playa y de paso, caminar unos kilómetros.  En esa misma playa, por las tardes, hay decenas de adolescentes desparramados en torno a un altavoz portátil (esa sí que es un arma de destrucción masiva) donde con un poco de suerte no se escucha "despacito", y sin suerte, en sesión contínua. A última hora de la tarde, cuando el sol comienza a caer, yo misma me desparramo muchas veces contemplando la bola enrojecida que se marcha por el horizonte y dando gracias a quien corresponda por vivir un verano más como a mí me gusta. Y hay muchos días en los que la vida me ofrece tantos platos en el menú, y tantas cosas que hacer y disfrutar, que ni tiempo me queda para el desparrame. 

    Yo, ya saben ustedes, librepensadora hasta el tuétano y fiel adoradora del Dios de los viajes y las vacaciones. Un punto hiperactiva, lo reconozco, pero capaz de vivir y dejar vivir al prójimo, algo que llevo como cincuenta años aprendiendo y no siempre lo consigo. Me digo que si estos adolescentes desparramados, le concedieran a sus cabezas un poquito de lectura, otro poco de música (entendiendo por música todo lo que emite un instrumento, voz incluida, y se escribe en un pentagrama) algo de atención al prójimo, cero religión con mandamientos extraños (y sí, tapar a las mujeres de las cejas hasta las canillas es un mandamiento extraño) bastante deporte y a ser posible de equipo y no balompédico; si escucharan lo que les cuentan sus mayores que no han tenido oportunidad de desparramarse, vieran menos la televisión, y todavía menos esos canales de Youtube que les envenenan los pensamientos y se han convertido en una nueva manera de predicar ciertos evangelios; si hicieron sólo la mitad de todo eso, no creo que llegase el día en el que con una furgoneta blanca sembraran las calles de cadáveres desparramados. 

    A los que no nos desparramamos nos toca poner de nuestra parte, no crean: no ceder al odio y al racismo primario y simplón ya es un buen comienzo. Y con esta frase lapidaria, cierro la emisión, pues me voy a la playa a hacer unos kilómetros en los que mis piernas se ejercitan y mi cerebro se regenera y se limpia. Y con ello, un abrazo fuerte y emocionado a todos mis amigos de Barcelona, que los tengo, y los adoro. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario