lunes, 28 de agosto de 2017

Yo sigo...

    Como cada 26 de agosto, este año con dos días de retraso por culpa de la vuelta casa, les recuerdo que seis años después de haber tenido la ocurrencia de escribir un blog, aquí sigo.

    Pues sí, amados lectores (los que quedan) después de 542 entradas, cincuenta mil visitas, muchos amigos que me felicitan, muchos otros que me critican, también amigos y siempre bien recibidos; muchos descubrimientos y no pocas sorpresas; aqui sigo, escribiendo no contra viento y marea porque afortunadamente vivo en una Europa libre, democrática y librepensante donde se puede escribir y hablar de lo que a uno le de la gana, sino con gusto, con reflexión y en muchos casos con desahogo. 

    Aquí sigo hablando de todo y de nada, con la única cortapisa que me puse desde el principio: no faltarle el respeto a nadie, no escribir lo que otros me pidieran escribir y no renunciar a los poquísimos principios que la suma de los días, la acumulación de canas y una cierta sabiduría que otorga la edad me han ido dando. No se los voy a enumerar, basta que se lean dos o tres entradas en años alternos para que los descubran ustedes mismos. Si quieren algunas pistas  como soy buena se las voy a dar: no soporto el racismo ni el fanatismo religioso (de cualquier religión, ojito) no soporto a los machistas irredentos y a los maltratadores ni a los negacionistas de la Transición española, la única religión que practico es la de viajar todo lo posible y votar en las elecciones, adoro a mi familia y a mis amigos a partes iguales y muchas veces me cuesta delimitar donde empiezan unos y se acaban los otros. No les gustan estos principios? Pues siento no poder decirles como Groucho Marx que tengo otros, porque no los tengo. En ese caso limítense a no leerme más. 

    Aquí sigo seis años después de que una amiga me dijera "te cansarás a la quinta entrada"...Sigue siendo mi amiga, pero en aquel entonces demostró conocerme poco. En estos años he visto de todo y he escrito sobre una cosa y su contraria, he escrito dedicatorias a novias y novios que se han divorciado, dedicado entradas a niños que ya van camino de la Universidad o incluso terminándola, he escrito, para mi desgracia, hasta elegías fúnebres de personas cercanas. Y aquí estoy, a veces dudando de si merece la pena cultivar este huerto que ni siquiera se puede llamar literario, y respondiéndome que merece la pena porque si no lo hiciera, machacaría vivos a mis cohabitantes porque yo, todo lo que no escribo lo cuento de viva voz, y reconozco que puedo ser pesadita. 

   Así que inauguro la séptima temporada de este folletín no televisivo que es la vida misma, relatada por Concha Torres, una señora cincuentona que tiene a bien contarles a ustedes lo que se le pasa por la cabeza a lo largo de los días y no pocas noches. Tengan paciencia con ella, llegará un día en el que se cansará...

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