jueves, 26 de octubre de 2017

Preguntas retóricas, segunda.

    De vez en cuando miro las estadísticas que me proporciona Blogspot sobre mi blog, permítanme ustedes este pequeño pecado de vanidad. Me resulta fascinante ver como lo que yo creo que me ha salido redondo apenas ha tenido eco y que, entradas escritas apresuradamente y para salir del paso, cuentan entre las más leídas. La conclusión que saco es que jamás escribiré un bestseller porque no tengo ni idea de qué elementos utilizar para que me lean mucho, sobrepasa mis capacidades adivinatorias; o quizás por eso mismo escribo un blog y no un bestseller obligada por una multinacional: porque aquí puedo escribir lo que me da la gana, dirigiéndome a un público que lo lee también porque quiere. 

    En esas estadísticas, la tercera más leída desde 2011 que empecé (serà posible que ya hayan pasado seis años? ) es una de esas que escribí con desgana, una noche de verano y probablemente a falta de ideas mejores. "Preguntas retóricas", del 22 de junio de 2012, se llamaba, y no entiendo el porqué de su éxito. La leo hoy y la única pregunta retórica que planteaba entonces y que ha recibido respuesta era la referente a George Clooney y su aversión al matrimonio: seis años después, Clooney se ha casado y es padre de mellizos. Pero recuerden, las preguntas retóricas, según el diccionario, son aquellas que se plantean sin esperar respuesta y que van destinadas a hacer reflexionar a quien nos escucha; así que hoy, empujada de nuevo por la falta de ideas y cierta fatiga mental en víspera de una semana de asueto, les largo una nueva ristra de preguntas retóricas. Si comparan éstas con las de 2012  quizás saquen como conclusión, como yo misma lo hago, que soy más mayor, pero no sé si más sabia. 

    Cuánto tardarán en extinguirse los libros como fuente de conocimiento? Sabrán nuestros nietos quién era Cervantes? Cuándo se retirará Julio Iglesias? Se acabará el cine como lo conocemos y las series sustituirán a las películas? Vivirá Isabel Preysler lo suficiente como para casarse por quinta vez? Conseguirá Vargas Llosa escribir una buena novela si sigue con ella? 

    Se usará el teléfono para hablar por teléfono dentro de diez años? O el teléfono será un simple terminal de Whatsapp? Existirá el Whatsapp, o nos tendremos que ajustar a otro nuevo canal de comunicación? Arrancarán los buzones de correos de las ciudades? O los utilizarán como maceteros? Nos hablaran nuestros hijos o tendremos que mandarles un Whatsapp para saber si les pasa algo?  Seguirán los iPhone siendo un objeto de deseo o volverán los zapatófonos de baquelita? 

   Y ya sin tanta proyección de futuro: por qué cuando compro una barra de pan, que en España llaman "baguette", el embalaje (en España y aquí donde vivo y son de verdad "baguettes") deja al aire y expuesto a la mugre al menos 7 cmts de pan? No hay un alma caritativa en el mundo de los embalajes que haya inventado una funda de papel para las barras de pan que sea tan larga como la barra misma? Es una idea que lanzo para aquellos que buscan un nuevo nicho de negocio.  Será posible que inventen en los aeropuertos un pasillo para los que nos sabemos de memoria las instrucciones de la policía y nos quitamos cinturón, joyas, sacamos el ipad y los líquidos y no retrasamos a los demás pasajeros?  Y ahora que de nuevo estamos en vísperas del cambio de hora, qué quedó de aquella razonable petición de que España volviera al huso horario que por situación le corresponde y que, de paso, ayudaría a los españoles a tener horarios de sueño y de trabajo más razonables? 

    Acabo como acabé en junio de 2012, después de seis años creo que me he ganado el derecho a copiarme a mí misma. Lo dijo Rabindranath Tagore: hacerse preguntas es prueba de que se piensa" . Ya ven ustedes la de tonterías que hay que escribir para vencer la tentación de escribir sobre Cataluña...

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