miércoles, 31 de agosto de 2011

Cantando bajo la lluvia

   Hoy no ha llovido, pero toda la semana ha caído agua a raudales. En estas latitudes nórdicas en las que habito son muy aficionados a las estadísticas metereológicas y  ayer cuando iba a trabajar escuché en la radio del coche que de los 69 días trascurridos desde que comenzó el verano, ha llovido 60...hay quien aguanta eso? pues si, pero no es sano. Yo al menos tengo la escapatoria de mi mes de vacaciones (los funcionarios, ya se sabe, repite el coro a mis espaldas).

   La lluvia no trae nada bueno en estos países donde no hay que vendimiar y no conocen la palabra "secano". Viene acompañada de tormentas, inundaciones  y charcos; tiñe el cielo de un gris digno de una caja de Prozac, pone de malhumor a los peatones y sobre todo, anuncia la llegada de la temporada otoño-invierno, que aquí es una temporada muy larga. Y con ello anuncia  también la llegada del colegio, y nos recuerda que hay que ir a comprar los libros de las criaturas, y en un ejercicio de excelencia maternal, incluso forrarlos. Y nos recuerda de nuevo  que empieza el curso y seguimos sin cuidadora (en buen castellano del antiguo "baby sitter" o mejor aún, tata para los niños) y que vendrá el pintor uno de estos días a pintar el salón y no hemos retirado ni media alfombra; y que a los herederos les crece el pie más que a Pinocho la nariz, y que habrá que desembolsar una pasta para, entre otras muchas gaitas y materiales, comprar zapatos.

   Y la lluvia nos anunciade paso, que se terminó el verano y que lo que nos queda por delante son meses de trabajo, que se alejan las vacaciones cortas o largas para dar paso a una agradable rutina de despertadores y transportes públicos que desembocan como pronto en la Navidad, que no es como para tirar cohetes.

   Y por más que busco y escarbo en mi memoria no tengo ningún buen recuerdo asociado a la lluvia, y muy pocas escenas felices con ella como telón de fondo, aparte el video que adjunto a estas líneas, que es un clásico del cine y que me temo que está rodado con lluvia artificial. Y ya que me pongo  negativa, la lluvia y la llegada del otoño a paso de legionario nos hacen ver lo rápido que se fue el verano, que parece que fue ayer cuando sacábamos las bermudas del altillo, y nos da por hablar como hablan nuestros padres de los días que se escapan y del tiempo que se acorta, y eso siginifica que nos estamos haciendo mayores, y a mi, personalmente, no me gusta...

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