lunes, 29 de septiembre de 2014

Consulta amb tomáquet

    Que conste que cuando yo me decido a escribir de política es porque ya me pitan mucho los oídos.Así pues, voy a salir del armario: me importa un pimiento la consulta de los catalanes; y como ellos se han inventado eso de la doble pregunta, yo voy a salir del armario doblemente: me importan dos pimientos el resultado de la susodicha consulta y la posible secesión. Este asunto es como el de los divorcios tumultuosos: dos no siguen juntos si uno no quiere y, de la misma manera, dos no pueden divorciarse legalmente si la ley no se respeta. Igual que a la mujer apaleada hay que proporcionarle un divorcio por la vía rápida, a los que se divorcian porque se les rompió el amor de tanto usarlo (Rocío Jurado dixit) hay que recetarles paciencia y hacer que respeten el marco legal en el que viven. Se acuerdan de la ley? sí, sí, aquella que emana del pueblo y que, en principio es igual para todos, menos para Bárcenas e Iñaki Urdangarín, eso no hace falta que me lo recuerden. 

    Como no soy comentarista política, les remito a dos personas que lo hacen mejor que yo. Léanse dos artículos en El País de ayer. Uno de Javier Marías (madrileño) titulado "Si yo fuera Catalán" y otro de Xavier Vidal-Folch (catalán): "Doble secuestro a los catalanes". Con ambos textos se harán ustedes una idea bastante clara de a qué grado de estulticia han llegado los políticos nacionalistas catalanes (y no tanto la gente de a pie) que usan la rabieta con la misma poca habilidad que los niños pequeños. Quizás haya que aplicarles a estos niños pequeños la misma táctica que les hemos aplicado a nuestras criaturas cuando se negaban a hacer caca y pis en el retrete o a dormir con la luz apagada: no hacerles más caso que el poco que se merecen y explicarles que los que se cagan (perdón) en las bragas y calzoncillos, a partir de cierto momento tendrán que lavárselos ellos o aceptar que los adultos defecan en los retretes y eso sí, siguiendo ciertas reglas de higiene, sobre todo si el retrete es común. 

    Me importa un rábano la consulta y rábano y medio el resultado. Pienso seguir desayunando pan con tomate, escuchando a Lluís Llach y visitando Barcelona cada vez que se me ocurra, mientras no me obliguen a ponerme una Barretina. Lo que me da miedo, es que dentro de unos meses a todos los barandas autonómicos les dé por sacarse una consulta de la manga, emulando al pelele de Mas, y de repente sea obligatorio beber Rioja en todos los bares de Logroño (previa consulta con el pueblo riojano) o bailar sevillanas si se quiere visitar Sevilla, con consulta previa a la ciudadanía andaluza, claro está. No creo en la indisolubilidad del estado español, pero sí en el respeto a la legalidad vigente, pues de no ser así, la casa de "Tócame Roque" si es que existe, se instalará entre nosotros. 

    Quizás, la consulta nos la tendrían que hacer a la ciudadanía no catalana, también con doble pregunta, para ser como ellos. A saber: 
- "Está usted hasta el cogote de la actitud caprichosa e infantiloide de los políticos catalanes?"

    Y en caso afirmativo, segunda pregunta: 
- "Estamos de acuerdo en que, siempre que se respete la norma constitucional, convoquen lo que quieran y con su pan (tumaca) se lo coman? "

    Les habla una muchachita de provincias, hija de unos padres provincianos y crecida en la provincia, que ha peleado lo suyo por salir de allí, hablar idiomas varios  convertirse en ciudadana del mundo. Cada vez entiendo menos esa obsesión cateta y carca a partes iguales del nacionalismo que, si repasan ustedes la historia (la mejor maestra que tenemos) nunca ha sido una opción progresista. Que la fuerza nos acompañe...

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