jueves, 30 de abril de 2015

1965

   1965, un año como otro cualquiera en medio de la década prodigiosa. O quizás no como otro cualquiera, porque ese año comenzó la guerra de Vietnam y se terminó el Vaticano II;  el uno cambió la percepción de la guerra contra los poderosos y el otro la faz de la Iglesia católica; por cierto, sabían ustedes que ese año Pablo VI quiso peregrinar a Santiago con motivo del Año Santo y Franco no se lo permitió? También ese mismo año, miles de afroamericanos en USA organizaron las marchas de Selma a Montgomery y consiguieron por fin el derecho de voto para su gente.

    En España el gran acontecimiento de 1965 fue la llegada de los Beatles, y poco más, porque en aquel entonces la dictadura ni se imaginaba que un día dejaría de serlo. La canción de moda era "la chica ye-ye" que cantaba a todo trapo Concha Velasco por las emisoras. En ese año se rodó "Sonrisas y Lágrimas", que ganaría el Oscar el año siguiente, y ese mismo año ganó el Oscar Julie Andrews, por "Mary Poppins", que había rodado un año antes. No puedo resistirme, ya saben ustedes (a poco que me hayan leído) que yo soy fan y fanática de la Andrews:




    En ese año 1965 nacieron algunos personajes, e incluso también algunos personajillos, juzguen  sobre esta breve lista y pongan ustedes los nombres debajo de la columna correspondiente: Cristina de Borbón, Estefanía de Mónaco, Brooke Shields (hay alguien que se acuerda de ella? ) Dolores de Cospedal, Alex de la Iglesia, Bachar el Assad, Andreu Buenafuente, Boris Izaguirre, Terelu y Jesús Vázquez. Una quinta variada, ya ven que se encuentra de todo, como en botica. 

    Y ese año, tal día como hoy, en el que se conmemoran los setenta años del suicidio  de Hitler (no dejen de leer el magnífico artículo de José Alvarez Junco del domingo pasado en "El País": "De las cervecerías al búnker") en un hogar de la Castilla profunda llegaba al mundo una criatura de la que no se sabía si sería niño o niña, como correspondía a los tiempos pretéritos a la ecografía. Todos esperaban niño, porque era el primer hijo, el primer nieto y el primer sobrino para muchos de ellos; como la naturaleza es caprichosa, nació niña, y se llamó Concha, como su madre y como su abuela, para seguir con esa tradición española de encontrar en las familias ristras de miembros que tienen todos el mismo nombre. O mejor dicho, se llamó María de la Concepción, porque existía aquella regla idiota, ni se sabe si escrita o no, pero que todo los registros civiles seguían al pie de la letra, de que las niñas llevaban todas el María por delante. Con el paso de los años, y con todas esas "Marías de" viviendo fuera de España en los países más variopintos posibles, ya me gustaría echarme a la cara a alguno de esos funcionarios de los registros, para que vean lo complicado que es rellenar impresos con unos nombres falsamente alargados. 

    Por si aún no lo han pillado, esa niña era yo. Esa Concha (María de la Concepción en los docuentos) sigo siendo yo. Hoy hace cincuenta año que vine al mundo, hecho del que no fui más que sujeto pasivo pero que estoy encantada de haber disfrutado, y que deseo seguir disfrutando otros cincuenta años más, aunque lo veo complicado. Hoy, a falta de churros, me voy a comer un jamón con mis amigos y mi familia; mañana, si aún me acuerdo cómo se hace, tendré que cambiarle el subtítulo a este Blog, que ya no puede seguir llamándose "confesiones de una cuarentona..." Y pasado mañana, inaugurado el principio del resto de mi vida, espero encontrar la imaginación, las ganas y los recursos para seguir escribiendo...y viviendo con la misma intensidad. Gracias a todos por estar ahí, donde quiera que sea...Les dejo con la canción estrella de mi año de nacimiento,  de regalo.


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