martes, 16 de junio de 2015

Incertidumbre

    La incertidumbre es una sensación molesta, la verdad. Quizás tenga sus aficionados entre las gentes alocadas, los románticos bobalicones, los millonarios profesionales o los maleantes y gentes de mal vivir; pero para quienes pagamos nuestros impuestos, acudimos puntualmente a nuestras citas, vivimos de nuestros sueldos y no molestamos a los vecinos, añadir a la vida cotidiana el factor incertidumbre es una gaita gallega. Puede que lo soporten mejor los que aún piensan que hay ciertas cosas que sólo están de la mano del Señor Todopoderoso, o entre los adeptos del "si Dios quiere" en sus variadas acepciones religiosas pero insisto, para quienes optamos por creer en lo que vemos y comportarnos como seres honrados, la incertidumbre es un fastidio.

    Ultimamente estoy rodeada de gente que ha encontrado en el yoga la medicina para todo y que me cuentan sus bondades y lo bien que me sentaría; como muchos de ellos son buenos amigos no añaden "lo bien que le sentaría a una ansiosa como tú", pero lo sobreentiendo. Si alguno de estos sabios maestros de yoga que proliferan por las esquinas de mi vida me asegurara que con su práctica yo aprendería a soportar mejor la incertidumbre y sus efectos secundarios, estaría ya mismo desplegando la colchoneta por el suelo y poniéndome en posición de loto...Pero me temo que se necesita algo más que yo no tengo, por supuesto; si yo pudiera disolver mi ego furioso y ansioso en la amabilidad de la madre naturaleza, o pasar sin más dilación a reencarnarme en cabra común o en somormujo del altozano, también mi existencia sería más simple, no crean. Y si todo ésto me lo proporcionara un maestro de yoga les aseguro que le pagaría hasta unas clases particulares! Toda esta locura colectiva por viajar a la India con propósitos meditativos y de regeneración personal me supera, aunque no niego que a quienes emprenden tal camino, les sienta muy bien. Por suerte, mi amiga la de NY está en ello actualmente y me manda puntualmente crónica de sus andanzas entre los yoguis, y  me hacen reir sus comentarios y sus agudas observaciones desprovistas de toda pasión india y con mucha retranca; ella y yo ya hemos llegado a la conclusión que estos centros de práctica intensiva del yoga para europeos desquiciados son algo muy parecido a un convento de clausura con monjas muy mandonas dentro. Si quieren ustedes disfrutar de una visión diferente del yoga y sus beneficios léanlo, lo encontrarán en papagenaviajera.blogspot.com, vayan directamente al mes de mayo.

    Pero no quiero disiparme de mi intención primera, la incertidumbre. A quienes no la soportamos nos tachan de controladores y mandones, de psicorígidos y poco empáticos y de otras serie de calificativos poco amables en general. Se da por hecho entonces que los amantes de lo incierto o al menos los que practican la resignación cristiana sin protestas, sin quejas y sin golpes de pecho, son seres amables y bondadosos que se oponen a este sinvivir con dos piernas que somos los demás.

   Hay quien dice que la vejez es buena consejera en este aspecto y, como yo la detesto y huyo de ella como de la peste, está claro que aún no me he dejado impregnar por su sabiduría. No, no soporto la incertidumbre, y si fuera un pecado confesable y yo aún creyera en los méritos de la confesión, lo confesaría, y hasta rezaría las correspondientes avemarías de penitencia. En el fondo, lo que a mí me ocurre es lo que le pasa a todos los descreídos y cartesianos (yo pensaba que en el fondo éramos más): no soportamos lo que no podemos explicar con un razonamiento claro y simple y, ay! son tantas cosas...Queridos lectores, atravieso un periodo de incertidumbre aguda, pido perdón a mis seres queridos por tener que soportarme, a ustedes por tener que leerme y le pido al futuro que se convierta en presente para beneficio de todos. He dicho.

   

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