jueves, 9 de agosto de 2012

O pais irmão

    Por unos días, he cambiado mi playa perdida de Andalucía por una playa perdida del sur de Portugal lo cual, aparte de contribuir a subir el PIB de un pobre país rescatado, me permite confirmar algunas cosas que ya sospechaba de nuestros vecinos de frontera y descubrir algunas otras que me han resultado màs que agradables.

   Primera: los portugueses hablan inglés, casi todos, amen de un español correctísimo que se empeñan en utilizar ya sea por amabilidad ya sea por practicar idiomas, y de paso me impiden a mí mejorar mi maltrecho portugués, y me dejan en evidencia. Esto ya lo sabía, como se de su tradicional gentileza, de todos los saludos, felicitaciones, disculpas y parabienes que  le propinan a uno cuando se los atraviesa por un pasillo e incluso en la escalera de una piscina...algo que los del país prepotente de la península ibérica hemos olvidado.

    Segunda: en Portugal se come de vicio, y una servidora, que peca de gula muy por encima de los otros seis pecados capitales, se siente feliz de poder comer excelentes pescados, percebes a precio de merluza, ensaladas de un  frescor insultante y sobre todo, café sin requemar y flanes a todas horas. Reto al amable público vacacional  a que encuentre un sólo restaurante portugués donde haya un flan incomible: no existen, hacer un buen flan es una cuestión de orgullo nacional.

    Tercero, y con ello la sorpresa: los portugueses respetan la naturaleza como respetan a las personas, las playas estàn limpias, ponen a disposición de los usuarios ceniceros y papeleras portàtiles, venden las bebidas en vasos biodegradables y reparten octavillas en las entradas playeras con las recomendaciones de buen uso y mantenimiento del espacio natural, no dejan que se paseen los perros sueltos y no te clavan tres euros por una botella de agua en el chiringuito! La cosa pública es de todos y la playa también, y ellos son los primero en no dejar que se venga abajo.

    Creo que se nota que estoy pasando unos días de pleno idilio con nuestros vecinos peninsulares, a quienes tan a menudo menospreciamos, de quienes echamos pestes cuando nos adelantan por las carreteras (cierto es que conducen de aquella manera...) y de quienes tengamos quizàs que aprender y pedir lecciones cuando tengamos que salir de la operación rescate que nos aguarda, de la que ellos no se libraron y de la que van levantando cabeza.

    El sur de Portugal tiene escondidas en una costa que remonta el cabo de San Vicente una serie de playas que ya las quisiéramos para nosotros, la gente es esplédida, la naturaleza un escándalo y la vida caminaa a nuestro ritmo sin acelerones ni trompicones, y Portugal es un país "muito mais civilado do que nos creemos" y esto lo dejo en original porque ya es hora de que los españoles nos pongamos a estudiar idiomas!!!

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