lunes, 20 de agosto de 2012

Veraneo interior

    Comparto con mi adorada Maruja Torres el apellido y ciertas afinidades temáticas; nos separan unas generaciones y sobre todo el mucho talento de ella comparado con esta modesta plumilla. Le profeso una sana envidia porque muchos de sus artículos no es que los suscriba, es que daría mi mano derecha por haberlos escrito yo! El último es el que aparecía ayer domingo en el suplemento dominical, titulado "un pueblo" donde cuenta con singular maestría cómo se pasan los calores agosteños en una ciudad cualquiera, la suya por ejemplo, sacando partido de esas pequeñas cosas que a diario y en invierno o cualquier otra estación menos sofocante, no nos llaman la atención. 

    Querida Maruja: me has chafado la entrada que tenía preparada para hoy. A ver con qué excusa me pongo yo a hablar de las delicias de mi ciudad de provincias cuando atravieso la segunda ola de calor en una semana...después de haberte leído a tí! A ver cómo cuento que paso todas las noches en el cine  buscando no la excelencia cinematogràfica sino el aire acondicionado, cómo explico que todas las mañanas el chico de la panadería y yo tenemos sesudas conversacionses metereológicas, cómo cuento lo de que hoy en la peluquería (sí, sí yo la peluterapia la practico allá por donde paso) mi peluquera me ha pedido que le explique en qué consiste exactamente la prima de riesgo y antes de que me diera tiempo a abrir la boca otra señora se lanzó al ruedo al grito de "es un invento de la Merkel". Me callé claro, la señora tenía màs argumentos que yo, a ver si me entienden.

    Cómo yo no tengo talento literario y a Maruja le sobra, léanse mejor su artículo para comprender que en las ciudades de interior, sin playa , sin sierra y con monumentos, también se veranea. Que también se veranea refugiàndose a la vera del ventilador y luchando por bajar dos décimas el mercurio del dormitorio. Que es posible disfrutar de lo que queda de las vacaciones con la simple compañía de los amigos que se quedaron en el interior sin veranear y que la esperan a una con los brazos abiertos y ese fantástico invento que es la caña helada con pincho a un euro cincuenta. 

    Dice Maruja que un agosto así no está nada mal, siempre que nos dejen respirar...si lo dice Maruja no seré yo quien le lleve la contraria. 

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