domingo, 18 de diciembre de 2016

Estos días azules...

    Mi marido asegura, con la precisión de observador avezado que es la suya, que en Facebook si pones una foto bonita  y bien hecha no le gusta  a casi nadie, y que para tener cuarenta o cincuenta "me gusta" hay que aparecer haciendo el canelo, disfrazado de algo o en una cena de grupo con la cara al bies y claros síntomas de haber bebido. Tiene razón.  Yo también intento ser observadora avezada de Facebook, porque me parece un fenómeno antropológicamente interesante. Y más interesante aún cuando veo que mis adolescentes lo rechazan de plano, lo encuentran viejuno y lo evitan para utilizar otras redes sociales según ellos mejores y más modernas y según yo, con la característica  fundamental de no encontrarse a sus padres navegando por ellas. 

     Hace un par de días tenté la experiencia: aprovechando un retal de tiempo libre me di un paseo por el centro de la ciudad. Era una tarde de sol como no hay muchas por estas latitudes; fotografié varias fachadas doradas que reflejaban ese sol del invierno que es como un último suspiro de vida antes de que llegue la noche de los tiempos, que es la que vivimos en el Norte a partir de las cinco de la tarde. Añadí una frase de Antonio Machado: "estos días azules y este sol de la infancia". No es un verso cualquiera: lo encontraron dentro de una de las chaquetas del poeta una vez muerto en Collioure en 1939;  probablemente era un poema inacabado. Años después, no recuerdo cual de los estudiosos de su obra dijo que esa frase suelta podía pertener a estos versos, encontrados en otro de sus cuadernos:

¡Oh claro sol de invierno, sol todavía/ apenas ya, que calienta y desespera / un poco de oro tengo, amada mía".
    
    Me pareció que la frase le pegaba a las fotos y  a mi estado de ánimo; y que las tres cosas (frase, fotos y estado sentimental nostálgico) hacían un todo digno de compartir.   Será porque las fotos eran malas (no lo dudo) o porque me las quise dar de leída, pero mi reportaje del sol de invierno  con mensaje poetico, no han recibido ningún "me gusta", así de dura es la vida en las redes sociales. Y ya es difícil que una servidora encuentre su "yo poetico", pero  el viernes por la tarde me sentía un alma en pena  vagando por el centro de una ciudad convertida en un hervidero de gente que compra cosas y no se fija en las fachadas, que reflejaban con esplendor un sol mortecino que apenas las rozaba. Vaya! Otra vez será, prometo hacerme en los próximos días un selfie  con un gorro de Papá Noel, o unas orejas de reno y someterme al dictado de mis amigos de Facebook, que tendrán el coraje de darle al "me gusta"  sólo porque me aprecian, sin fijarse en mensajes, versos ni gaitas. Cuando se es usuario de las redes sociales se aprenden muchas cosas, vaya que sí!

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