lunes, 24 de abril de 2017

Si yo fuera francesa

    Si yo fuera francesa y con derecho a voto, pasaría los próximos quince días del calendario abrumada por la responsabilidad de votar; y por supuesto iría a votar el siete de mayo con lluvia, sol, viento o granizo; con fiebre o con estreñimiento, con todos mis vecinos, parientes y amigos y con una sola idea en la cabeza: Marine Le Pen no puede ser presidente de la República y yo contribuyo con mi voto a evitarlo. No soy francesa así que eso no me va a ocurrir, pero desde hoy mismo estoy en campaña con mis amigos y conocidos franceses (que son muchos) porque no puede ser que aquello que me mandaban hace meses como una broma pesada de las que circulan por la red, se cumpla. No sé si ustedes la recibierno también, eran unas predicciones para el 2017 que decían: primero Brexit, después Trump presidente; a continuación Marine Le Pen presidente y para terminar, apocalipsis zombi. Vale, hay que evitar el apocalipsis zombi a toda costa; o mejor, hay que evitar hablar del apocalipsis en general, aunque en la Edad media les diera resultado y se construyeran catedrales gracias a ello, en el siglo XXI tiene bastante menos gracia. 

    A mis amigos y conocidos franceses, quisiera hacerles ver hasta donde llega mi preocupación y la de muchos de mis conciudadanos que no son franceses. Constato que los que nos preocupamos tenemos entre cuarenta y sesenta años, y no sé si somos la franja más numerosa de los votantes, aunque si somos la de los angustiosos y agoreros. Por debajo de los ques que tienen cuarenta, reina la ignorancia política y el convencimiento de que nunca pasa nada; por encima están nuestros padres, a quienes ya  les tocó preocuparse para evitar el volver a vivir una guerra; y ahora nos toca a nosotros recoger el testigo de una preocupación que no tiene fecha de caducidad. 

    Cómo puede un país con un himno nacional que da gloria oírlo tener al frente a una señora de pelo teñido, modales zafios y pocas luces políticas? Cómo puede la República, la que puso a una reina pusilánime en el cadalso y creó la idea de una revolución hecha en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad dudar ni siquiera de que la extrema derecha pueda gobernarla? Dónde se quedó Montesquieu en ese largo viaje? Y Voltaire? Y Molière? Y Claude François? Y Catherine Deneuve? Y François Truffaut? Y si me apuran hasta Zinedine Zidane, que será el entrenador del Real Madrid, pero es francés y producto del buen hacer de la república francesa.  Dónde están  esa Francia y esos franceses de la Resistencia, de la Francia libre de De Gaulle, del Siglo de las Luces y de los comienzos de Europa, de Simone Veil y de Simone de Beauvoir, de Jean Paul Belmondo y Jean Paul Sartre, de  Jacques Dutronc y Jacques Delors? Yo al menos sé donde no están: en una papeleta de voto en blanco, en la papeleta de los que votaron a Mélenchon y están pensando quedarse en casa, o en los que se quedaron en casa de todas maneras sin ni siquiera ir a votar a Mélenchon. 

    Amigos y amigas franceses y francesas, "allons enfants de la patrie":  a votar todos! Las chiquilladas se le permiten a los niños (esperando que los cuatro años de la chiquillada Trumpista pasen pronto) pero el país que alumbró la razón por encima de la religión no puede volver a la edad de piedra. Y les dejo con una Marsellesa, no una cualquiera, sino la que cantaban en "Casablanca", más emocionante aún si cabe. 


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