lunes, 19 de junio de 2017

Sin sueño en una noche de verano

  Esta pasada noche he dormido mal, y buena parte de la culpa ha sido mía, por esa bendita manía que tengo de darle mil vueltas a todo, algo que no se si está tipificado por los sabios doctores y que, de estarlo, se llamará síndrome de la peonza, o algo así. En lo que inventan una medicina para curarlo,  al menos tengo este blog para contar en voz alta y creer que alguien lee mis cuitas (o giros de peonza) y de paso se ríe un rato. 

    Esta pasada noche en la que muchos españoles no han dormido por culpa del calor, esta española que les habla la ha pasado en Luxemburgo, que es un lugar esdrújulo en el que de vez en cuando me toca dormir no porque vaya a evadir mis exiguos capitales sino porque me lo mandan en mi trabajo. Hacía calor? Un poquito, pero nada que ver con esa caldera con borbotones en la que se ha convertido la Meseta Castellana y buena parte de Andalucía, donde los niños se abanican con los libros de texto (ya queda poco, chavales) los pájaros se caen desmayados de las ramas de los árboles y la gente se entretiene en fotografiar los termómetros callejeros al sol y subir las fotos a las redes sociales. No, el calor no era el problema, es más, he dormido arropada porque cuando llegué al hotel, habían tenido el aire acondicionado puesto como si viniera a dormir una manada de pingüinos, que es algo que piensan a menudo en los hoteles. 

    Tampoco una digestión pesada, ni una sobredosis de alcohol me han impedido conciliar el sueño; como venía a trabajar, he sido buena y me he ido a la cama casi sin cenar. La gastronomía luxemburguesa tiene habas contadas y tampoco me estaba perdiendo nada, por no hablar de los precios que practican en esta ciudad que, con grandes pretensiones llaman "Gran Ducado", y donde
encontrar un pobre es casi casi una casualidad, y eso en año bisiesto. Si acaso, visto el incendio reciente de Londres, me he acostado con cierta aprensión por estar durmiendo en el piso 16 de otra
torre, pero a eso le he dado las vueltas justas, incluso pocas. 

    He dormido mal porque como todos ustedes saben, los tabiques de los hoteles, incluso los de la Europa rica y de hotel caro, son de papel de fumar. Se oyen las televisiones, las conversaciones, las cisternas y las duchas y las sillas que se desplazan. Lo que hasta ahora no había padecido es la imposibilidad de dormir por los ronquidos de el o la inquilina de la habitación de al lado. Como no soy de sueño ligero pensé que me costaría media hora más de lo previsto caer frita, pero cuando ya me cansé de dar vueltas, encendí la luz de la mesilla: las dos de la mañana y al otro lado del tabique alguien que, probablemente en los próximos meses se muera de apnea, tal era el volumen de los ronquidos. Y ahí fue donde mi peonza cerebral se puso en movimiento porque, qué se hace en estos 
casos, llamar a la recepción? Por supuesto que hubiera llamado si el vecino de habitación tuviera 
puesta la televisión a todo meter, o se estuviera dedicando a cambiar los muebles de sitio, o a
montarse un karaoke en privado; o incluso a montarse otro tipo de cosas (aunque en estos casos
siempre conviene ser prudente) pero, es lícito llamar a una recepción de hotel a las dos de la mañana y decir que los ronquidos del vecino o vecina no te dejan dormir? Me hubieran hecho caso? Hubieran hecho algo ellos? A partir de ahí, se puso la peonza en marcha, la noche se hizo muy larga y el sueño, por intermitente, muy corto.

    No sé a cuantos decibelios tienen que llegar los ronquidos para ser considerados contaminación acústica. Supongo que, en España, donde está permitido que una despedida de soltero te cante "clavelitos" varias veces bajo tu balcón en la madrugada, a muchos. Pero ayer en Luxemburgo, cuando llegué por la tarde sólo se oía el canto de los pajarillos y supongo que, por la noche, los ronquidos de mi vecino de habitación. Me hubiera gustado encontrármelo esta mañana en el pasillo y decirle que al igual que la princesa Leia ( Carrie Fisher, vaya) morirá de apnea en no mucho tiempo. Y que conste que yo ronco, y le doy alguna que otra serenata a quien duerme conmigo, pero lo de anoche, queridos lectores, con tabique por medio, fue de cuña publicitaria para vender sprays nasales. A ver si los hoteles habilitan pasillos para los que roncadores convictos igual que hay habitaciones para fumadores!














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