domingo, 22 de abril de 2018

Los libros que mi padre se perdió

    Mañana es el día del libro, fecha que en mi primera juventud (contándolas todas debo andar ahora por la cuarta, más o menos) esperaba con ansia mayor si cabe que la venida de los Reyes Magos. Vayan a los archivos de este blog y allí encontrarán las explicaciones, pues casi cada año he escrito una entrada coincidiendo con el día del libro; y como soy buena les doy  hasta una pista: 23 de abril de 2014, "Los libros de mi padre". Ahora ya no espero la fecha con nervios porque me compro todos los libros que me da la gana, me descargo otros tantos en mi artilugio leedor (Kindle) e incluso me los llevo prestados de las casas que visito, pero hubo un tiempo en que no fue así. 

    Si se han leído la entrada del 2014, sabrán que tengo varias deudas lectoras con mi padre; que prometí comenzar a leer los libros que a él le marcaron y que aún me quedan varios (de los gordos) que creo que tendrán que esperar a mi jubilación. Lo siento, "La montaña mágica" , "Guerra y Paz" y todos los Episodios Nacionales necesitan cierto tiempo y sosiego que yo no tengo, aparte de mi innata voracidad lectora. Y por otro lado, en estos veinte años que han pasado desde que dejé de tener conversaciones lectoras con mi padre, he leído libros que sé positivamente que a él le habrían gustado, y siento no poder hacerle partícipe de mis descubrimientos. Me dio tiempo con las justas de recomendarle "El nombre de la rosa" y de contarle quién era Umberto Eco; también de discutir mucho sobre si Vázquez Montalbán era un clásico de la novela negra o un advenedizo con suerte que nada tenía que hacer ante Raymond Chandler, Dashiell Hammet y otros maestros del género;  y si hubiera vivido estos veinte años quizás yo misma habría acabado dándole la razón. Como no creo en vidas eternas ni en reencanaciones, no puedo hablarle como hablan muchas de mis amistades de Facebook a sus padres y madres muertos; pero sí puedo, a beneficio de inventario, hacer una pequeña lista de libros que se han publicado en estos últimos años y que me hubiera gustado recomendarle a mi padre. Aquí la tienen. 

    Yo descubrí a Vargas Llosa gracias a mi padre, que me regaló "La ciudad y los perros"; a él seguro que le hubiera gustado leer "La fiesta del chivo", o "El heroe discreto" y "Travesuras de la niña mala", a las que no llegó, y por suerte también se ha ahorrado los flojitos, que entre los últimos comienzan a abundar. También le hubiera encantado leer todas las obras de Chaves Nogales, que se han ido reeditando en los últimos años, especialmente "Juan Belmonte, matador de toros"...Ni me imagino lo que hubiera disfrutado con sus páginas! Me hubiera gustado que llegara a tiempo de leer "Nieve" de Ohran Pamuk, o "Franco" de Paul Preston, "Hombres Buenos" de Pérez Reverte o "Patria" de Aramburu, y sobre todo "El hereje" de su admirado Miguel Delibes. Sé que las novelas de Dicker le habrían entretenido, como las de Almudena Grandes dedicadas a la posguerra española; de éstas, sin que a mi me parezca la mejor, sé que "El lector de Julio Verne" le habría resultado amena, por cercana y familiar.  Y creo también, que le habría recomendado leer "El olvido que seremos" de Héctor Abad Faciolince y "La luz difícil", de Tomás González, porque en ambas se habla de la relación entre padres e hijos que lo son (o somos) a la edad en la que él era padre y yo, hija. 

    Y me paro aquí, porque ésto tiene que se una pequeña lista y si me dejo ir, escarbaré en todos los recovecos de mi memoria donde hay un libro que me ha gustado, y que pienso que a mi padre, que era un avezado lector, le hubiera gustado también. Y a la manera de Escarlata (otro libro que él se leyó y yo no) a Dios pongo por testigo que algún día acabaré leyendo los Episodios Nacionales y "La montaña mágica". Y como ya no soy una niña maravillada por lo que le cuenta su padre, sino una mujer de cierta edad y muy leída, puedo terminar no dándole la razón a mi padre en algo, caramba: "El viejo y el mar" es un auténtico tostonazo, a pesar de que lo escribiera Hemingway, a quién él admiraba por encima de muchos y justo por debajo de Cervantes y Galdós.  Feliz día del libro, amigos lectores que, además, me leen a mi!

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