lunes, 16 de abril de 2018

Si no estudias, no apruebas

    Me he negado a hablar del rifirrafe de las dos reinas y un poco también del no Máster de la Cifuentes, pero a veces la actualidad te atrapa y te persigue, e incluso te da que pensar. Reconozco que desde que dejé de ver el Telediario tengo menos pesadillas, pero de los periódicos aun no me he destetado (entre otras cosas por razones profesionales) y este domingo, Elvira Lindo firmaba una de sus columnas impepinables y de lectura obligatoria a propósito de  Pablo Casado, la Cifuentes y sus títulos de pacotilla. De entrada léansela (“la novela de la Rey Juan Carlos”, El País, domingo 15 de abril) y después me cuentan, en lo que yo les cuento a ustedes. 

    Dice Elvira Lindo que una de sus pesadillas recurrentes es tener que volver a hacer los exámenes de la carrera, varios amigos míos me dicen lo mismo. Mi pesadilla particular es tener que examinarme de matemáticas y hacer una ecuación de esas con letras en vez de números, pero el resto de exámenes y títulos, incluidos los muchos años que le dediqué a la tesis doctoral (a una de verdad) los volvería a repetir porque a mi, estudiar me gustaba; es más, aun me gusta. Aun seria capaz de matricularme en la Universidad y hacer otra carrera: derecho, por ejemplo, que me interesa mucho y he lamentado mil veces no haberla estudiado. No digo que esta enfermedad mía del amor al estudio y la lectura la tengan que padecer todos los mortales, pero si es verdad que en una franja horaria de nuestras vidas, el estudio y el examen de lo estudiado son la única puerta abierta al futuro; sobre este particular ya no admito discusión. 

    Y lo preocupante de este asunto de los títulos falsos, es que sobre este particular, se ha montado un debate sobre si la Cifuentes miente o no (que tiene toda la pinta de que le ha crecido la nariz) y sobre si el Pablito sin coleta se ha inventado unos títulos que le aprobaron por su cara bonita y con unos trabajillos de pocas páginas  que probablemente le escribió algún asalariado de su partido. Y eso, con todo lo que tiene de preocupante no es lo peor: lo peor es esa idea que le estamos transmitiendo a muchos de nuestros herederos de que es posible hacer carreras y másteres varios sin estudiar, o estudiando poco, o inventándose mecanismos  sustitutorios del examen de toda la vida, que aunque admita variantes, no deja de ser la única manera que tiene un profesor de comprobar que lo enseñado no ha caído en saco roto. Lo peor es esa idea de inflar unos currículos llenos de títulos vacíos de contenido que son todos entre ellos una variante de si mismos: es como si un cocinero tuviera escrito en su CV que ha hecho un curso de freír huevos y otro de huevos fritos, vaya...

    Cuando yo iba a examinarme durante los muchos años en los que lo hice (como diez, contando con los dedos) mi padre, chistoso él, me decía siempre “que haya suerte y no justicia”; aun sabiendo como sabia que yo era buena estudiante ( se siente el autobombo, yo habré sido fea, torpe y testaruda, pero he sido buena estudiante) y que el factor suerte ya lo había eliminado previamente a base de estudiármelo absolutamente todo, muchas veces hasta lo que no estaba segura de si entraba o no. Estos políticos metidos a estudiantes le han dado una vuelta más a esto del factor suerte: como el aprobado por la cara ya lo tienen, la suerte consiste en que no te pillen. Bonita lección de ética. Yo, preventivamente ya les digo y remacho a mis hijos que solo se aprueba estudiando y que de estudiar y examinarse no te libra ni el Gordo de Navidad; y que si no lo haces serás un patán toda tu vida, destinado a limpiarle el trasero a los que sí saben y han estudiado para ello. A nuestros adolescentes,  mensajes cortos a riesgo de ser políticamente incorrectos. La felicidad, La paz espiritual, y la realización plena de la personalidad, están sobrevaloradas. Feliz semana para todos que a mi me ha tocado primaveral, sin tener que haber estudiado para ello!

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