sábado, 21 de abril de 2012

Talento literario

   "Atame" fue la primera película de Almodóvar que vi fuera de España, en 1990, para ser exactos. Mis amigos extranjeros admiraban el talento del cineasta para relatar en imágenes escenas muy españolas, cosa que yo corroboraba entonces y que reitero ahora: Almodóvar no hace más que observar la realidad y pasarla por su personal filtro, y como tiene un enorme talento, el resultado es muy bueno...y muy español. 

    Salvando las distancias, otros dos que hacen de la observación virtud son "Los Morancos", que a mi personalmente me parecen dos maestros en lo suyo, y que en todos sus números no hacen más que sacar punta de cosas tan reales como la vida misma: váyanse a veranear a un pueblo andaluz y pasense una mañana merodeando entre la churrería y el mercado de abastos; se darán cuenta que lo de los Morancos es telerrealidad, pero de la buena, no de la perversa y estúpida que programas como "Gran Hermano" nos han traído de un tiempo a esta parte. 

  Y bien pensado, muchos de los escritores que me han impresionado en mi vida eran fieles cronistas de la realidad, y les doy una lista variada de estilos, épocas y nacionalidades: Balzac, Victor Hugo, Henry James, Antonio Tabucchi, Galdós: si quieren entender el siglo XIX léanse "Fortunata y Jacinta", y si les da pereza leer, vean la serie en www.rtve.com, que tanto da finalmente. Sigo con la lista: Cervantes, Scott Fitzgerald, Vargas Llosa y Philip Roth; gente que se ha ejercitado en el arte de mirar, observar, analizar y después aplicar un inmenso talento literario a todo ello. 

   Y con ésto hemos llegado al meollo de la cuestión: el talento literario, ese don que de un tiempo a esta parte todo el mundo cree poseer. El talento literario lo destilan las musas en pequeñas dosis y son muchos los llamados pero pocos los elegidos; aunque baste ser famosete para publicar una novela, que luego la novela sea legible es harina de otro costal. Les ruego que me comuniquen si alguien que ustedes conozcan se ha leído las memorias de Ana García Obregón, que aunque no sean novela, deben tener buena dosis de cuento y y ficción. Ella ya ha amenazado con lanzarse a novelar en su próxima incursión literaria...

   Quisiera ponerme de ejemplo, porque yo miro, observo, reflexiono y recapacito en mis muchos paseos por mi ciudad, en las horas que me tiro esperando en los aeropuertos, en las consultas de la ortodoncia de mis hijos, en el metro o en la cola del supermercado; el único sitio donde no pienso ni observo es en la peluquería, porque allí me limito a empollarme todos los "Holas" atrasados que pillo y a desenchufar el cerebro hasta que de encefalograma plano, una vez al mes es conveniente. Pues bien, si yo tuviera una pizca de talento literario y pudiera sacarle jugo a todo lo que veo, oigo y recapacito, este blog hace ya tiempo que no sería un blog sino un libro...y aquí estamos, precisamente, porque no tengo talento literario. 

   Otro ejemplo: esta mañana de sábado me dirigía a la actividad corriente de los padres cuarentones los sábados por la mañana, esto es, hacer de taxista de los hijos; y a tres metros de mi casa me encontré tirada en el suelo una rosa roja en perfecto estado, envuelta aún en el celofán que le ponen  en las tiendas para regalarla. Como yo me agacho hasta para recoger un céntimo, allá que fui a por la rosa. Y tres pasos más adelante me encontré un preservativo fuera de su envoltorio (no doy más datos) y como por mi barrio viven muchos estudiantes porque la Universidad está cerca, se me puso la centrifugadora mental en marcha y tras varias vueltas me dije que con tal argumento, Elvira Lindo lo bordaría  en uno de sus artículos dominicales, que Rosa Montero sabría cómo encontrarle el lado poético a la cosa, que hasta Perez Reverte con su tosca prosa sería capaz de empezar una novela con esta premisa de la rosa encontrada por el suelo y que ya si lo pesca García Márquez en sus buenos años se monta un cuentecito de realismo mágico (a García Márquez es al único al que le consiento lo del realismo mágico, que son términos contradictorios) que se vendería en millones de ejemplares. Todo porque ellos tienen talento literario; yo como no lo tengo, rabio de envidia y me limito a contarles mi hallazgo y hacerles partícipes de mi perplejidad: qué sería primero, la rosa o el preservativo? Se admiten respuestas, hipótesis  y comentarios, ya saben dónde encontrarme.

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