viernes, 27 de abril de 2012

Hay una España verde

    En los últimos días razones profesionales me han llevado al País Vasco, lo cual me ha permitido conocer Vitoria, esa ciudad que según los indicadores de bienestar es donde mejor se vive de España. 

    Paseaba yo esta semana por las calles peatonales de Vitoria, llenas de niños y jubilados caminantes, llenas de paseos arbolados y de parques y paseaba después por las calles de Bilbao, la más inglesa de las ciudades españolas y me acordaba de aquella histórica frase de "España: una, grande y libre" para reafirmarme categóricamente en su falsedad. España puede ser "una" península en la que se come y se cena muy tarde, se hace mucho ruido en los bares y hay mucha gente por las calles hasta muy tarde. Puede que sea "grande" geográficamente, y puede que sea "libre" mientras que los mercados no indiquen lo contrario. Pero aquí se acabaron las semejanzas, y que viva la España diferente (verde en este caso) y no la España plural, que fue un invento de los políticos. 

   Yo, que transito casi siempre de Madrid hacia el sur, me he recreado estos días la vista en las piedras perfectamente colocadas, limpias y restauradas del casco viejo de Vitoria, en su Catedral (que es la de "Los pilares de la tierra" de Ken Follett, por si a estas alturas queda alguien que no lo sepa) en el centro urbano sin coches, con sus contenedores para el vidrio de diseño, con sus ultramarinos tradicionales y sus bares llenos de viandas que, de paso que han alegrado mi estómago, se han depositado en mi cintura de mala manera y me obligarán a correr unos cuantos kilómetros más en los próximos días: si me sacan la cuenta del número de chipirones que he engullido me acusarían ante el WWF...aunque su presidente en España es cazador de elefantes en sus ratos libres...

    Y como todo es diferente en este rincón de esta España diferente, la Universidad donde he trabajado en estos días está compuesta por un conjunto de edificios modernos, prácticos y ordenados, separados por todavía más árboles, llenos de estudiantes que juegan al mus en el bar de la facultad (qué poco han cambiado las costumbrse estudiantiles) y reponen fuerzas con unos largos bocadillos que ellos llaman directamente "flautas", a precios de crisis que, por cierto y visto lo visto, me pregunto si ha pasado por Vitoria sólo de visita; la crisis, digo. 

    Por poner algo original, diré que me ha llamado la atención de estos chicos, con cara de ser razonablemente felices y estar bien comidos, la cantidad de metal que llevan encima en forma de piercing, pendientes, anillos en la nariz, en la ceja, en el labio y en cualquier parte susceptible de ser agujereada. Espero que la felicidad de los estudiantes en general y la de los vitorianos en particular no tenga nada que ver con la cantidad de agujeros que uno se perpetra en su propio cuerpo: sería demasiado místico el razonamiento para ser verdad. 

   Y de cualquier manera, el sabio refranero castellano dice de lo superfluo que es como "ir con hierro a Bilbao". Será entonces el excedente de este hierro el que llevan puesto los jóvenes vascos encima? Que alguien me lo explique, por favor

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