viernes, 15 de marzo de 2013

Buscando el anticiclón

    Siempre he creído que hablar del tiempo servía sólo para amueblar las conversaciones en los ascensores y que preocuparse por la metereología a todas horas era un síntoma de envejecimiento. Me pasé muchos años de mi infancia escuchando los partes metereológicos de Radio Nacional y recibiendo reprimendas por ponerme a hablar en el momento álgido del Telediario, que para mis padres era el de la aparición del "hombre del tiempo", llamado así porque siempre era un hombre, claro: Mariano Medina, Manuel Toharia, Paco Montesdeoca...tanta atención recibían de mis progenitores que sus nombres se han quedado incrustados en un surco de mi cerebro.    Nunca entendí (ni aún hoy entiendo) tal obsesión por parte de unos señores que vivían en la estepa castellana, donde hacía mucho frío en invierno y mucho calor en verano, sin más variantes; donde apenas llovía, casi nunca nevaba y encima ni teníamos tierras ni dependíamos de la suerte de ninguna cosecha. Probablemente sea un demonio generacional, porque a mi abuelo, que era ingeniero agrónomo y él sí tenía tierras, el mapa del tiempo y el señor que lo presentaba le interesaban bastante poco.

    Reconozco que los años no pasan en balde, porque mi interés por la cuestión metereológica ha ido paulatinamente en aumento, aunque cierto es que sólo me interesa en dos situaciones en particular: cuando tengo que coger un avión o cuando me voy de vacaciones, para hacer la maleta en consecuencia. Me pregunto cómo harían nuestros padres y abuelos para hacer una maleta y marcharse a Tenerife , Miami o  Londres sin la ayuda de las miles de páginas del tiempo que pululan en Internet? Respuesta obvia: nuestros padres y abuelos no iban a Tenerife, ni a Miami ni a Londres; iban a su pueblo, a Benidorm o a la Costa del Sol, y allí ya se sabían ellos el tiempo que les aguardaba. Y sino, se ayudaban con el refranero, que siempre ha sido muy del gusto de los fenómenos climáticos: "abril, aguas mil", "hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo", "año de nieves año de bienes",etc. Y no sigo, porque mi amor por el refranero popular puede hacer que les propine una lista de quince o veinte, que me los se.

    Lo de las páginas metereológicas en Internet, es una selva como todas las selvas que hay que explorar en la red. Los muy adeptos enseguida le brindarán a usted, si se lo pide, una clasificación de las mejores según exactitud en las predicciones, colores, regiones, preciosismo en la presentación o validez científica. No se atreva a contradecirles, esta gente tiene una fe infinita. En cuanto a los telediarios, que tampoco veo porque me parecen otro síntoma de la vejez, se han convertido en un apéndice de "el tiempo" y no a la inversa como antes ocurría. La información metereológica es larga, aburrida, hablan de todo y más, y añaden de postre unas fotos panorámicas que mandan los televidentes que aún no entiendo muy bien para qué sirven además de para darle treinta segundos de gloria televisiva a quién las envía.

   Bien, pues a pesar de mi desapego, en este mes de marzo que no ha cumplido para nada con el refranero ("cuando marzo mayea...") me he descubierto en varías ocasiones escrutando información metereológica sin aviones ni maletas que lo justifiquen. Será porque en mi lugar de residencia, ultimamente, pasamos de -4°C a 18°C en menos de una semana y vuelta a la casilla de salida. Hemos tenido nieve, hielo, lluvia helada, principios de polen, nieblas de todo tipo y vuelta a la nieve y a las temperaturas laponas a siete días del inicio oficial de la primavera. Hay alguien, además del primo de Rajoy, que sea capaz de seguir negando el cambio climático?

    Cuando era pequeña y me mandaban callar (ya entonces...) porque empezaba "el tiempo", se hablaba sin cesar de un Anticiclón de las Azores que según se movía por el mapa alejaba las lluvias y nos traía el sol  que,en aquella Meseta castellana, brillaba todos los días. Ahora que ya no vivo en una tierra soleada, me gustaría que el dichoso anticiclón se coloque donde haga falta para que termine la temporada de la nieve, que se está alargando de mala manera, y yo pueda poner mis huesos a secar. A quién hay que pedir, rezar o suplicar para que el fenómeno se produzca? Será Francisco I competente en la materia? Se ruega contestación. Que tengan ustedes un agradable fin de semana. Y no se olviden de consultar el tiempo antes de echarse a la calle!

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