martes, 7 de marzo de 2017

Trabajadoras y estudiosas

    Nunca pensé al comenzar a escribir este Blog que crearía ciertas tradiciones, y menos que éstas se convertirían en tradiciones por repetirse un año detrás de otro y ya hemos empezado el sexto, que se dice bien! Una de ellas es escribir una entrada cada 8 de marzo, a pesar de mis reticencias a celebrar "el día de" lo que sea; pero éste me toca cierta fibra sensible, fibra a la que solo llegan fechas como los Reyes Magos  o el aniversario de la Constitución, que aún no entiendo por qué no es nuestra fiesta nacional. 

    Cada año les largo la misma cantinela y no me canso porque veo en las redes sociales, en la televisión, en la prensa y allá por donde miro que la gente se equivoca y piensa que el ocho de marzo hay que regalarle a la parienta un ramo de flores o un nuevo conjunto de ropa interior. Repito: el ocho de marzo no es la fiesta de Chabelita Pantoja, ni de Melania Trump, ni de Carmen Martínez Bordiu (tengo que poner ejemplos más claros?) pero sí es la fiesta de varios millones de nosotras que nos levantamos cada mañana con unas agendas cargadas de tareas por hacer, acarreamos bolsos como alforjas, nos acordamos hasta del cumpleaños del lucero del alba y llegamos a la medianoche con la mitad de los deberes cumplidos y aún nos remuerde la conciencia de todo lo que no hemos podido hacer.

    No es la fiesta de la Preysler, ni de las Kardashian ni de Belén Esteban, aunque lo que estas señoras hacen para vivir sin trabajar bien se le puede llamar trabajo; pero sí lo es de las mariscadoras de las rías gallegas, o de las conductoras de los transportes públicos, o de las que tienen que servir, que a día de hoy siguen siendo muchas y, en muchos casos, imprescindibles. No es el día de Tom Cruise, Leonardo di Caprio o Brad Pitt, pero sí el de Meryl Streep, Cate Blanchett y Annette Benning, que llevan años y años reclamando a Hollywood que les pague el mismo salario que a sus colegas varones, porque por un mecanismo contable extraño de los productores cinematográficos, no es así. Como tampoco cobran igual las jugadoras de baloncesto de la selección española que los chicos, cuando dan el mismo espectáculo y ya han sido campeonas varias veces. Como tampoco cobramos igual la mayoría de las mujeres que hacemos carrera porque la nuestra es de 100 metros vallas cuando las de ellos es de 100 metros lisos (y a veces hasta con propulsor).

    Mañana es el día de las mujeres que me venden el pescado en la playa, y me lo cocinan en el chiringuito, de mi churrera y de su hija que estudia un master gracias al trabajo de su madre vendiendo churros; es el día de las recolectoras de fresas en Huelva o de las cortadoras de flores en Colombia; es el día de las científicas que trajeron al mundo a la primera niña probeta en España y de las pilotos de líneas aereas a quienes sus colegas machos aún les preguntan si son capaces de aparcar el avión a la primera al llegar a la terminal. En España la brecha salarial entre hombres y mujeres es todavía del 24% a favor de Adan y en detrimento de Eva y solo en contadas profesiones ellas ganan más que ellos; a saber: servicio doméstico, modelos y guías turísticas. Si ustedes están orgullosos, yo no. 

    Las mujeres, dice el proverbio, somos la mitad del cielo, y dice mi santo  que en sus clases repletas de seres de pesadilla, esa mitad femenina estudia y se aplica con bastante más ahínco que la mitad dotada de miembro viril; ahínco que es mayor si las susodichas están destinadas a llevar la cabeza cubierta algún día, pues como no son tontas ya se han dado cuenta que sólo un buen trabajo las ayudará a escapar de las garras de sus haraganes de hermanos. Yo, en la mitad del cielo de mi hogar, tengo depositadas grandes esperanzas, siendo como son son dos hijos estupendos y buenas personas, no me cabe ninguna duda que ella jamás se va a morir de hambre, y que el entusiasmo y las ganas que le pone a todo lo que hace la va a sacar de muchos atolladeros. Solo espero que el mundo donde tenga que demostrarlo se lo pague con el mismo salario que a su hermano varón y para eso, llevo peleando toda mi vida y dando la tabarra a quien me quiera oir. 

    Feliz 8 de marzo para todas las mujeres trabajadoras y por supuesto, también  para las estudiosas, que algún día también serán trabajadoras. Y se comerán el mundo.

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