martes, 28 de marzo de 2017

Y el magnolio floreció

    Cuando en España nieva a destiempo, y hace un frío polar que no toca, en estas latitudes nórdicas donde habito, sale la primavera de paseo, cosa que ha ocurrido en estos últimos días. Los metereologos le dan una explicación científica a este fenómeno, que por lo visto la tiene; viene a ser como aquello de la manta corta pero aplicado al anticiclón de las Azores: o te tapas la cabeza o te tapas los pies, resumiendo. Desde hace una semana en la Península se tapan los pies porque hace un frío no presupuestado y, por suerte para nosotros, aquí luce el sol. Y como aquí luce el sol cuando le da la gana, que son pocas veces, hay que salir a su encuentro como quien va en busca del Santo Grial: salir a la calle con cualquier pretexto, abrir los brazos y abrazarlo fuerte y con ganas,  porque los lugareños sabemos que no tardando mucho, la manta corta la tendremos que utilizar de nuevo y serán los afortunados del sur, esos que sólo gastan en mujeres y alcohol (ministro holandés de economía dixit) los que abracen al sol y nosotros volveremos al tendido de sombra. 

    Ya sé que hablar del tiempo es de viejos o de personas aburridas que se encuentran en un ascensor;  pero yo les retaría a muchos de ustedes, amados lectores que viven en ese sur de vino y mujeres (por cierto, gastarás las mujeres del sur en hombres? la pregunta se impone) a que pasen cuatro estaciones al año seguidas en estos lugares sin hablar del tiempo ni una sola vez, les aseguro que no lo conseguirán! Y les aseguro que, mirando los periódicos de estos días, hablar del tiempo es casi una disquisición filosófica cuando las noticias son:  viejas que se quedan atrapadas en una cama plegable, padres de niños futbolistas que se dan de tortas al acabar el partido, detenido un señor por la calle por eyacular sobre un policía, fútbol a todas horas y polémica televisiva por la retrasmisión o no de la misa (cuando quitaron el programa de la Real Academia sobre cómo utilizar correctamente el castellano se quejó alguien? ). No es por darme el pisto de que sé inglés, pero les aseguro que últimamente leo el New York Times cada mañana antes que la prensa nacional;  para ver cómo anda el mundo, más que nada...

   Y el mundo va regular, ya se lo digo yo. La crisis esa que teníamos que pasar como una varicela, se ha quedado a vivir con nostros y dentro de nada hasta celebraremos sus diez años sin que nadie sepa como nos la vamos a quitar de encima. Los periódicos nos cuentan que una vieja se ha quedado atrapada dentro de una cama plegable pero no nos dicen (ya puestos) qué hicieron con ella una vez que la sacaron. Mi hijo quiere ir a estudiar a España (que también es su país) y España hace todo lo posible para no aclararse con la ley de educación y con el acceso de las criaturas a la Universidad, por no hablar de las enrevesadas aplicaciones informáticas con las que me peleo desde hace unas semanas para ello. La seguridad social tiene un agujero cada vez más grande y los parados siguen siendo legión, así que dentro de nada saldrá de debajo de algún arbusto nuestro Donald Trump (que será empresario del ladrillo) o nuestra Marine Le Pen (que probablemente sea presentadora de algún bodrio como "Sálvame") y ya veran, ya. Los catalanes son tan pesados con lo suyo como yo podía serlo con mis padres para que me dejaran salir de noche. 

   Pero saben qué? Mientras hay vida hay esperanza, y a corto plazo, la esperanza se llama primavera aunque nos dure una semana,  y a eso hay que aferrarse. Y después de muchos días de sombra, el magnolio del jardín de mi casa ha florecido, para dejarme al menos tranquila con una certeza: los magnolios florecen en marzo, y son una fiesta para los ojos. Y hoy se cumplen 75 años de la muerte de Miguel Hernández en una cárcel de Alicante, pero claro, eso  no le importa a nadie.  Les dejo de regalo la versión cantada, hace mucho que no pongo un disco, que es una expresión viejuna, como yo misma. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario