lunes, 11 de septiembre de 2017

Vuela, pajarillo

    Mañana por la mañana, mi pajarillo va a volar del nido. Y ya siento referirme a él con un animal de plumas que ya saben ustedes que los odio, pero las metáforas están para emplearlas y en este momento no encuentro otra mejor. El pajarillo vuela mañana del nido camino de un sitio lejano geográficamente y cercano sentimentalmente, porque uno cría hijos políglotas en escuelas trilingües y luego éstos quieren ir a la Universidad en la meseta castellana, así es la vida.

    Las maletas están hechas, los papeles ordenados, las consignas y los sermones convenientemente despachados; las instrucciones sobre médicos, bancos y demás formalidades, impartidas. Hemos repasado juntos el catecismo del padre que alecciona al hijo, y hemos visto en el hijo las mismas caras de estupor que probablemente le pusimos a nuestros padres. Me invade a estas horas un extraño sentimiento de placidez porque todo lo que había que hacer ya está hecho, mezclado con cierta inquietud que espero que me concedan como madre primeriza en estas lides y todo ello  bien aderezado con cierta emoción incontrolada. El infante parece feliz y sereno y  ya es una alegría verlo salir de casa así pero yo, les confieso que me va a costar pegar el ojo esta noche noche...

    El pajarillo va a volar fuera del nido esperando que dentro de él haya aprendido lo suficiente para andar por el mundo. Si miro esas maletas que aguardan en la puerta de casa me parece que fue hace una semana cuando me pusieron ese bebé de piernas inquietas en mis brazos; que fue hace tres días cuando lo llevé de la mano al colegio, que antesdeayer aprendió a montar en bicicleta, ayer se puso un traje y una corbata y hoy mismo, o hace unas horas, se ha hecho mayor de repente y se va de casa. No quisiera parecer pesada con esto del paso del tiempo, pero que alguien me asegure que los días siguen teniendo 24 horas y los meses treinta días!  Yo solo veo como se achican sin remisión, y el que mi criatura sea ya casi un adulto y tenga un pie fuera de casa, no ayuda a ralentizar este frenesí del calendario. 

    Ahora viene el tiempo de las dudas. Lo habremos hecho bien? Nos preguntamos su padre y yo mirándonos sin tener siquiera que formular la pregunta; le gustará lo que va a hacer? Será capaz de vivir sin nosotros revoloteando encima? (seguro que lo será, pero los padres modernos revoloteadores siempre pensamos que no).  Nos echará de menos? De todas estas preguntas, la fundamental es la primera, que además a estas alturas ya no tiene vuelta atrás. Miren ustedes, yo para tener este niño le tuve que firmar un papel a un juez donde prometí educarlo como está mandado, y como soy una agonía y le doy cien vueltas a todo, resulta que me preocupa doblemente no haberlo hecho bien. Así que que sepa el señor juez, allá donde esté, que su padre y yo hemos criado a este polluelo intentando que sea nada más que  un hombre de bien y un ciudadano responsable...Y nada menos. Esperando que todo lo demás venga por añadidura. 

    Y todo eso que es lo demás, este nuestro pajarillo lo va a aprender andando por el mundo. Para empezar estudiando una carrera muy lejos de su familia y de su casa. Saldrá bien la componenda? Sobreviviremos nosotros al intento?  Voy a parar con las preguntas porque mañana habrá que madrugar para conducir estas maletas y a su dueño al aeropuerto, y  de seguir así, iré habiendo pasado la noche en blanco. Vete pajarillo, vuela feliz a donde has elegido hacer un nuevo nido, y sobre todo, no te conviertas en un pajarraco!

   

No hay comentarios:

Publicar un comentario