martes, 22 de mayo de 2018

Del oficio político.

  Varios siglos atrás, concretamente en el año 64, Marco Tulio Cicerón (el Cicerón que todos conocemos, vaya) se presentó a las elecciones para cónsul en Roma. Su hermano Quinto Tulio Cicerón le mandó antes de su campaña electoral una serie de consejos. El texto, que no tiene desperdicio, está recogido en un librito publicado en el 2011 por la editorial Acantilado con el título "Breviario de campaña electoral". Apenas ochenta páginas, no se priven de leerlo. 

    No les voy a hacer un resumen, pero hay párrafos que, vieniendo del siglo I son de rabiosa actualidad en el 2018:
" Aquello de lo que no seas capaz, niégate a hacerlo amablemente o no te niegues; lo primero es lo propio de un hombre bueno, pero lo segundo de un buen candidato. Así, cuando se nos pide algo que no podemos prometer honradamente y sin perjuicio para nosotros, hay que negarse cortesmente, demostrando cuánto pesar supone esta negativa".

    Se me ocurre que el párrafo anterior no se lo leyeron los que iban a terminar con los desahucios, las hipotecas basura, el gobierno de los bancos, la corrupción, la casta política y hasta con el predominio del Barça y el Real Madrid. Y se me ocurre además, que quienes prometieron todo aquello, no pensaron que algún día el tiempo les atraparía en aquellas decisiones en las que todos hemos caído: tener hijos, comprar una casa, pagarla con nuestro sueldo, hipotecarnos en esos bancos con los que queríamos acabar...  Aunque Quinto Tulio les recuerda que " es preferible que de vez en cuando unos pocos se enfaden contigo y en el foro, a que lo hagan todos a la vez y en tu casa"...Ya sabes Pablo, aguanta el chaparrón y con suerte, tus mellizos se criarán en Galapagar mientras sus padres se ganan lo que cuesta la hipoteca en la Carrera de San Jerónimo. 

    Mientras releo este largo fin de semana este librito, me dedico a jalear a mi retoño, que afronta con pereza y miedo a partes iguales el tramo final de su primer año de carrera. Ha pasado una eternidad desde que yo afronté con la misma pereza y el mismo miedo semejantes pruebas, pero aun guardo un recuerdo vivo de las noches en blanco y el dolor de posaderas; y por lo que intuyo, por mucho Internet y moderneces que intentemos aplicar, el método para aprobar sigue siendo uno sólo: estudiar. Aunque siguiendo la actualidad, me doy cuenta que hay otra manera de sacarse una carrera sin estudiar y es haciéndose imprescindible en un partido político que gobierne, que al parecer te da la oportunidad de hacer un máster (o varios) o de aprobar en dos convocatorias lo que no has aprobado en seis años de carrera. Ya le he dejado bien clarito a mi heredero que, o gasta codos, o se afilia a un partido al que le interese que sus candidatos aprueben asignaturas con nombres como "fisiología vegetal" o "bioquímica"...Me da que tendrá que estudiar y espero y deseo fervientemente que opte por ese camino porque la corrupción policial, urbanística, municipal y bancaria me resulta dura de aceptar, pero la académica  va mucho más allá de lo que estoy dispuesta a aguantarle a esta clase política que nos ha tocado. 

    Ninguno de los dos Pablos se ha leído a Cicerón, que tan sabiamente relataba el oficio de político en campaña: 
"Si pones en práctica lo que te ha concedido la naturaleza y el estudio, y de lo que siempre te has valido; si haces lo que las circunstancias exigen de tí, lo que puedes y lo que debes, no te será dificil hacerle frente a tus rivales". 

    Y como no lo han hecho, así les va. 


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