jueves, 21 de junio de 2018

Entrevista con el duque vampiro

    En los largos veranos de mi infancia, cada tarde llegaba el terrible momento de la sacrosanta siesta de los mayores, cuando había que hacer como ellos o en su defecto, callarse bajo amenaza de trabajos forzados. En aquellos largos y tórridos veranos de la estepa, cuando ya me había leído todo Julio Verne, todos los capítulos de Sandokan, todos los episodios de Los Cinco (algunos por tercera vez) y todos los misterios por resolver de todas las obras de Enid Blyton, ésta que fue niña en una galaxia lejana, se tumbaba en la cama y jugaba a hacer entrevistas. Perdonen si me repito y ya les he contado esta batallita, pero ya vamos para siete años de Blog.

   Jugaba a entrevistar a los personajes que me fascinaban o admiraba: Cruyff, Gaby, Fofó y Miliki, Neil Armstrong el astronauta, Picasso (que murió pocos años antes) Kennedy, Julie Andrews, John Travolta, el Papa de turno, el Rey Juan Carlos recién estrenado, Jesús Hermida, que era mi ídolo...Qué se yo cuántos se sometieron a mis preguntas imaginarias y me hicieron partícipes de sus confidencias en aquellas tardes extremeñas de cuarenta a la sombra. Se ve que, como a la reina Letizia, la vocación periodística me vino antes que la regla; con la diferencia que la mía nunca se materializó, porque mi padre, en su inmensa clarividencia me dijo que el periodismo era una carrera para señoritas que aspiraban a casarse...Si regreso al ejemplo de la Reina, ahí se ve cómo mi padre quebró mi futura carrera, pero acertó en sus argumentos. 

   De esa carrera que ya no echo de menos haber estudiado, me sigue quedando la fascinación por la entrevista. Hubiera dado mi mano derecha por ser una entrevistadora incluso a años luz de las muy grandes, como Oriana Fallaci o Rosa Montero. Y en mis correrías matutinas, o en las muchas caminatas que me pego me da por pensr que le preguntaría a este o aquel famoso si pudiera hacerles una entrevista. Sin ir ms lejos, en una de mis últimas noches de dormir mal (no son tantas por suerte) para coger el sueño que se me resistía, entrevisté a Iñaki Urdangarín;  me dormí, claro. 

   Qué tendrá este personajillo para que me intrigue hasta el punto de ser protagonista de una de mis entrevistas imaginarias? Pues yo creo que lo tiene todo para ser, incluso,  personaje de una de esas novelas que jamás voy a escribir.  Cómo se puede ser alto, guapo, rubio, de buena familia, deportista en sustitución honrosa de unos estudios atragantados, buen hijo, esposo deseado por la hija de un rey, padre de cuatro criaturas altas guapas y rubias, ejecutivo de pacotilla pero con éxito y tirarlo todo por la borda de esa manera? Cómo se puede meter la pata de ese modo aparatoso cuando con unas carantoñas en el momento justo te ligas a la hija del que entonces era el rey admirado de muchos españoles y te marcas una boda en Barcelona, sin ir más lejos, sin que te ataquen en ella unos Castellers enfurecidos? Cómo se puede pensar que siendo quién eres, con la casa y las vacaciones pagadas,  la niñera buscada, la comida siempre sobre la mesa sin tener que pensar en el menú y unos cuantos saraos al año para lucir palmito, además era posible forrarse? Cómo estará en estos momentos, disfrutando de la compañía de unos muebles y cuatro paredes el que saludaba a diestro y siniestro y era conocido por su simpatía y su don de gentes? Cómo se puede tener casi todo y cometer una torpeza tal que de repente no seas casi nada, o casi nadie? Y encima pensar que te lo perdonarán?

    Supongo que, como a todos los reclusos famosos, le dará por la vena mística, leerá la Biblia, rezará el Rosario y demás. Yo, si me dejaran entrevistarlo, le recomendaría que leyera a Quevedo, que tienen estrofas memorables, mucho más esclarecedoras que todas las epístolas de San Pablo juntas: 

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.


  

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