jueves, 6 de octubre de 2011

Cayetana o la juventud eterna

    Envejecer es un fastidio y en lo que a mí me incumbre un fastidio triple. En primer lugar porque temo que mi hiperactividad va a refrenarse inevitablemente por falta de energía. En segundo, porque la vejez trae aparejadas una serie de partidas presupuestarias destinadas a fisioterapeutas, medicinas, podólogo  (antes callista)  y ortopedias varias que, francamente, estaría encantada de ahorrarme. Y en tercer lugar porque yo, cuando no tengo que ponerme el traje de luces por motivos laborales me pongo unos vaqueros, y me temo que con el paso de los años los vaqueros van a ser cada vez más convencionales, menos rotos y desgastados, y que llegará un momento en que lo sensato sea incluso dejar de usarlos...Un desastre!

   Me gustaría ser capaz de no resignarme a que todo esto me ocurra y para ello, y salvando las distancias,me he puesto como modelo  a esa mujer llamada Cayetana, de profesión Duquesa de Alba, que ayer sin ir más lejos decidió aplicarse una capa más de juventud casándose con un señor que tiene veinticinco años menos que ella y del que se confiesa estar enamorada. Cayetana ha vivido toda su vida como le ha dado la gana (lo cual siendo  una de las mayores terratenientes de España no debe ser muy complicado) y fiel a este principio se ha casado por tercera vez con quien ha querido y cuando ha querido, aunque previamente y para callar a su prole haya tenido que repartir su herencia que, con esa habilidad testamentaria que tiene la nobleza, se queda de todas formas en sus manos hasta nuevo aviso. 

    Cayetana estuvo a punto de quedarse en una silla de ruedas hace años, y encontró a un médico que la sacó de la silla y de la posición de la Vespa y la puso de nuevo en movimiento; movimiento que abarca tanto el subirse a un camello al lado de las pirámides como marcarse  unas rumbas en el Real de la Feria o seguir a Cayetano por todas las plazas de toros de la Península. Cayetana se viste de mercadillo ibicenco, lleva pulseras en los tobillos, biquini en la playa, va al cine al menos tres veces por semana, se tiñe el pelo de rubio platino y es todo un muestrario del colorido de la naturaleza entre vestido calzado y peinado...Y encima es feliz!!!!

   Y probablemente se sentía sola, porque la soledad viene de la mano con la vejez, y para ello ha encontrado remedio, y no está dispuesta a que un "quítame hayá esas fincas" le estropee la fiesta. Cayetana se encontró con un antiguo conocido, del que sabemos que es funcionario de un ministerio y poco más, se enamoró como la chiquilla que se empeña en no dejar de ser y se ha casado más cerca de los noventa que de los ochenta  en olor de multitudes y en presencia de una intimidad formada por algunos de sus hijos, sus ex-nueras, sus amigos, su médico y sus toreros favoritos. La gente le gritó guapa cuando salió a saludar tras la ceremonia y ella se arrancó  por soleares a la puerta del palacio para agradecer la presencia del coro popular. 

   Del novio sabemos poco, pero este verano concedió  una entrevista al diario El Mundo y cuando le preguntaron qué le atraía de ella dijo: "es la pera", que llegados los 85 años es un piropo mayor  y más interesante que "guapa" seamos claros . Ya me gustaría a mi, primero llegar a los 85 incluso con las piernas torcidas y sobre todo, que a esas alturas  me digan que soy la pera.

   

No hay comentarios:

Publicar un comentario