jueves, 12 de enero de 2012

Lecturas frívolas

    Aprendí a leer hace tanto tiempo que tengo la sensación de haberlo hecho desde que nací. Las malas lenguas de mi familia cuentan que con cuatro año leía los titulares del ABC sentada en mi pato-orinal, lo cual da para una doble conclusión: o aprendí a leer demasiado pronto o aprendí a usar el inodoro demasiado tarde. Sea como sea, yo no he parado de leer desde entonces y así, me he dejado por el camino varias dioptrías y cierta curvatura en la espalda. Mi maestro en la facultad e insigne historiador que en paz descanse, D. Manuel Fernández Alvarez decía que los libros le habían encorvado la espalda y enderezado el espíritu...ojalá sea así. 

    Cuando una es lectora compulsiva y se traga hasta los folletos con las ofertas del supermercado, llega cada cierto tiempo un punto de saturación  del cual sólo se sale leyendo el Hola y revistas afines. Así me ha ocurrido no hace mucho, y como además estaba de vacaciones, me he dado un buen empacho de la madre de todas las revistas y todas sus primas hermanas. No requiere la cosa mucha inversión, porque el Hola sigue conteniendo sus precios. Pero bien pensado, los dos euros que cuesta antes financiaban exclusivas de la corte monegasca, de Farah Diba o de la familia Kennedy, cuyo equivalente patrio eran los reportajes de Julio Iglesias con sus retoños (primera camada) en Miami o de Isabel Preysler enseñando Villa Meona; y ahora financia a todo el clan de "Ambiciones", a Belén Esteban alias "la princesa del pueblo" y a una extraña aristocracia de futbolistas metrosexuales y ex-concursantes de "Operación Triunfo". Esto es así: el precio no sube pero el glamour baja unos cuantos enteros, los dos euros empiezan a resultarme ya no tan poca cosa. Y eso, sin meternos en la calidad literaria de los textos que sin ser antes un dechado de virtudes al menos tenían cierto interés periodístico que los actuales redactores de la prensa rosa difícilmente consiguen. 

    Quizás para resarcirnos de tanta mediocridad, el Hola ha emprendido una cruzada de reportajes de lo que ellos llaman "casas de ensueño", que son grandes mansiones algunas de ellas con cierto interés histórico, pero que generalmente han caído en manos de nuevos riquísimos que las han llenado por dentro de pieles de leopardo por consejo de un decorador que les habrá sacado las entretelas por ello. Los riquísimos enseñan la casa en smoking y traje de lentejuelas, incluida la cocina, donde aparentemente jamás se ha frito un huevo, y la biblioteca, siempre  llena de jarrones y vacía de libros. 

    En el Hola del 4 de enero pasado, la casa de turno respondía a una curiosa mezcla de elementos: el dueño era un conde Von Bismarck, rico de toda la vida probablemente y su segunda mujer, bastante más joven claro, que atiende por Nathalie Von Bismarck y es una simpática americana de Arkansas. La condesa es una mujer emprendedora y se ha hecho célebre por haber cogido cincuenta kilos con su primer embarazo , perderlos a continuación y contarlo todo en un libro. La condesa explica que publicó el libro "para que la gente que está en la misma situación que yo no se sienta sola" (sic) porque dice la señora con profundo pesar que "mi mundo se derrumbó cuando aumenté de peso mucho más de lo natural y vi como determinada gente me daba la espalda y determinados diseñadores dejaban de enviarme sus trajes"...Véase  toda la miseria de la condición humana condensada en dos frases . 

   Prosigue la condesa relatando cómo en el segundo embarazo volvió a ganar y perder otros ciencuenta kilos y declara que no le importaría tener gemelos! Supongo que en este caso estará ya más preparada psicológicamente para ganar y perder cien kilitos de nada y publicará el correspondiente libro. Con tan apasaionante diálogo, apenas le presté atención a la mansión tirolesa del Conde Von Bismarck y eso que aparentemente no es de las peores que se han visto. 

   Moraleja: menos mal que la rancia aristocracia centroeuropea mezcla su sangre con la del nuevo mundo, para tener nuevas experiencias que contar. Y menos mal que existe el Hola para que nos lo cuente a nosotros. Ah! y si alguien quiere saber cual es el método adelgazante de la condesa Nathalie Von Bismarck, el libro se llama "Invisible" y se puede comprar en Amazon, por si les sobran cincuenta kilos después de las fiestas...

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