domingo, 29 de enero de 2012

Frito variado: fontaneros, sentencias y ortografía.

    Un buen día, uno se levanta y se encuentra un charco en el cuarto de baño, y como cuando nos contaron que los Reyes eran los padres, decidimos que aquello no está ocurriendo en realidad. Pero al día siguiente vuelve el charco a surgir de la nada aparente, y además sube la vecina de abajo a decirnos algo peor que lo de los Reyes Magos: que tiene una mancha en el techo que, por casualidad coincide con el lugar del dichoso charco, con la frase habitual de "no se habrán dejado ustedes un grifo abierto?". Bienvenidos al infierno.

    Instrucciones de choque para el susodicho infierno, con manual de uso detallado en varios pasos: el primero, hacer gala de buena vecindad y pedir disculpas que, bien pensadas, hasta sobran porque una no va rompiendo las tuberías por gusto, y de paso prometer o jurar sobre los santos evangelios que hemos llamado al fontanero y que va a venir "ya mismo", lo cual nos conduce al segundo paso: llamar al fontanero. No vale una llamada cualquiera, hay que llorar con lágrimas sentidas y suplicarle a su majestad de las cañerías que venga lo antes que pueda porque nos va la vida en ello. Paso número 3: en espera de la llegada del fontanero, que promete pasarse a "echar un vistazo mañana o pasado", organizar entre la familia un férreo turno de uso y disfrute del baño restante, sin posibilidad de cambios o adaptaciones en función de los apretones mañaneros. Paso número 4:tomarse un Valium. Paso número 5: echarse un rosario o una ristra de mantras o rezarle a Santa Rita (era esa la de las causas perdidas?) esperando que no tengan que levantarte el suelo y destrozarte de paso una docena de baldosas para las cuales ya no tienes  repuesto. Paso número 6: tomarte otro Valium cuando llegue la factura, que suele ser de órdago y desear secretamente que alguno de tus hijos se haga fontanero en vez de estudiar tanta carrera universitaria abocada al paro. 

   Con alguna licencia literaria que me he permitido, tal cual les cuento, así ha sido mi semana, dominada no por el Euro y sus cuitas, ni por la sentencia absolutoria de Camps, sino por la presencia del agua donde no debía y la llamada a ese ejército de salvación que son los fontaneros, a quien Dios guarde muchos años. Por cierto, inciso para la sentencia de Camps: vieron ustedes la lección de ortografía que nos ha dado el jurado popular del caso de los trajes? sentencia que (textual) "a deliberado", un veredicto "faborable" porque no encuentra que "los trajes los hallan pagado los acusados" y lindezas por el estilo que, en ningún caso llevan acentos, porque faltan como cuarenta...Será la ortografía un motivo suficiente para introducir un  recurso? Habrá algún fontanero entre ese jurado llamado popular pero que más valdría llamar analfabeto gramatical? y eso siendo amables...

    Digo lo del fontanero porque los míos que, hago saber, son altamente eficaces, encantadores e hijos de emigrantes sin demasiados estudios, me mandan unas facturas correctamente escritas donde no se hallan (que no "hayan") los errores de la sentencia arriba descrita, que no sólo nos horroriza a muchos ciudadanos de buena fe, sino que, además es un atraco a nuestra querida lengua española que tanto nos ocupamos algunos por mimar, cuidar, limpiar, pulir y promover. Dios qué país!

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