lunes, 2 de julio de 2012

Ayer tuve un sueño

    Ayer tuve un sueño, modesto el mío en comparación con aquel que dijo "I had a dream last night" y puso a toda USA boca abajo. Soñé que toda España se vestía de rojo, que de todos los balcones colgaban banderas y que era un día de fiesta nacional. Que las calles se llenaban de gente con cuerpo jotero y ganas de baile, que nadie se peleaba ese día con los niños, ni con el vecino, ni con la policía municipal. 

    Soñé que los bares se hartaron de poner cañas y que cerraron la noche con un buen remanente para compensar lo que no despachan durante la semana, que las terrazas se llenaban de familias enteras que saltaban y gritaban con cada gol, que abuelas y comadres sin idea alguna de lo que es un fuera de juego opinaban como si les fuera la vida en ello. Soñé que nos daba igual la prima de riesgo, que mandábamos a paseo la declaración de la renta y que nos acostábamos a las mil y monas sin voz y pensando que al día siguiente iríamos todos a trabajar con una buena resaca. E incluso soñé que los que no tenían que ir al trabajo al día siguiente porque no tienen dónde los pobres, estaban igual de alegres que los demás y por un día se olvidaban de su triste condición. 

    Soñé que por una vez nos salieron bien las cosas, que dos países simpáticos (véase mi entrada del 26 de junio) se tenían que pelear por un balón, porque sólo gana uno; pero que días antes ambos  le habían metido juntos un gol a los países antipáticos, donde las finanzas están saneadas, los bancos no tiene agujeros, la población es responsable y adicta al Prozac, llueve mucho  y no juegan bien al fútbol; insisto: no se puede tener todo en esta vida!

    Soñé que unos cuantos soplagaitas periodistas y opinadores gratuitos de blogs y foros varios, tenían que callarse y admitir que el señor Marqués además de ser noble de título (y probablemente de corazón) también sabe mucho de fútbol y de cómo conseguir que una panda de chavales millonarios, con el ego sobredimensionado y poco acostumbrados a recibir órdenes, jueguen juntos, lo hagan bien y besen el suelo por dónde pisa el míster, sin rechistar ni poner en tela de juicio ninguna de sus consignas. Que tomen nota los responsables de recursos humanos y demás cargos inútiles que se inventan administraciones y empresas, este señor de aspecto soso, bigote pasado de moda y modales exquisitos es el ejemplo a seguir.

    Soñé que en una ciudad del norte de Europa, en una casa de un bario residencial cualquiera, veintiún seres humanos, repartidos en once adultos, nueve niños y un bebé, se inflaron a comer pizza ( falta del chorizo patrio) a beber cerveza, a pegar gritos,  a abrazarse unos a otros y a envolverse todos en una bandera gigante de varios metros; y al día siguiente todos a trabajar, y al cole, que en estas latitudes aún no se ha acabado... se planteará la FIFA de una maldita vez poner las finales en sábado? Uno de esos veintiún elementos era yo, acompañada de parte de los mejores amigos que he tenido nunca.

   Soñaba yo todo eso y de repente me di cuenta que estaba pasando de verdad. Los sueños a veces se hacen realidad, pocas veces, quizás las justas. Y esta mañana, madrugón, aspirina y con un buen dolor de cabeza y el estómago en erupción,  a trabajar. Y los niños al colegio. Y la vida sigue y nos trae de vez en cuando un buen rato para recordar, el de ayer fue uno de ellos, habrá que apuntarlo. 

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