martes, 11 de septiembre de 2012

El día que mataron a Volante

   Y quién es Volante? Pues un toro, pero no uno cualquiera, sino el famoso Toro de la Vega" de Tordesillas, que cada año provoca un revuelo mediático en torno a él, y que si Dios no lo remedia, a la hora que ésto escribo, estarán persiguiendo unos cuantos mozos y mozas por las calles de Tordesillas, hasta que lo saquen a campo abierto y allí comience a recibir pinchotazos provenientes de personal a caballo y armado de las correspondientes lanzas. Uno de ellos conseguirà matarlo y Volante pasarà  a mejor vida sin mucho derecho a defenderse ni a meterle una cornada a los de la lanza que van a caballo y convenientemente armados. Fin del resumen.

    Y como cada año, miles de lectores, televidentes e internautas, capitaneados en muchos casos por gente que admiro mucho, como Rosa Montero, se movilizan en contra de tamaña salvajada, que no desmerece de otras muchas que se cometen en nuestro ruedo ibérico y que quién sabe por qué razón no suscitan tanta inquina como este pobre toro de Tordesillas, al que con o sin alboroto mediático acaban matando igual cada año. Y yo me siento obligada a decir algo, pero en este tema (como en  tantos otros) estoy hecha un lío.

    Mi abuelo me regaló en mi infancia un ejemplar de "Mis amigos los animales", aquel bestseller de Felix Rodríguez de la Fuente, que para mi abuelo era como Dios, porque a él le encantaban los animales y eso que era un excelente cazador, con una puntería tal que las paredes de la casa familiar extremeña aún guardan una buena colección de cabezas disecadas y cornamentas de ciervos varios...Se ve que el hombre también estaba hecho un lío como yo porque, insisto, a él le apasionaban los animales. A mí no, y guardo el libro por sentimentalismo y porque es un libro, pero confieso que ya entonces me pareció que un libro de animales era bastante menos atractivo que una novela con personajes de carne y hueso

    Jamás soñé, como sueñan todos los niños,  con tener una mascota, me molestan los perros y gatos en las casas y me dan terror y repugnancia a partes iguales los bichos de plumas: "Los pájaros" es la única película de Hitchcock que no he visto más que una vez. Me aburren los documentales de la National Geographic y los acuarios, no sueño con hacer un safari y reconozco que los animales que más gracia me hacen son los de Disney o Pixar en sus correspondientes películas, porque se comportan como humanos, claro. Francamente, no veo la razón de protestar por las condiciones en las que los animales hacen los viajes camino de los mataderos, aunque admito que no me pondría nunca un abrigo de pieles. Y para remate de mis contradicciones internas, me gustan los toros, que encuentro un espectáculo cruel y sangriento donde los haya, pero estéticamente insuperable. Quieren más ejemplos de por qué me encuentro en este mar de dudas?

    Siento vivir con este torbellino de ideas que se contraponen, pero no puedo evitar pensar que en el fondo lo que le hacen a ese pobre toro de Tordesillas es una salvajada, sin razón y sin paliativos, como lo que le hacen a esas pobres cabras que arrojan desde los campanarios o a esos pollos colgados de cordeles a los que decapitan por el sencillo método de tirar de ellos con fuerza hacia abajo mientras todo un pueblo reunido en torno a la plaza jalea a los matarifes con el vaso de calimocho en la mano y cantando "Paquito Chocolatero" . Seguro que hay otras maneras de festejar que no lleven aparejado el sufrimiento ajeno, incluso el sufrimiento animal, a pesar de que yo misma reconozca que me importa menos que el sufrimiento humano.

    Se supone que a esta hora del mediodía del segundo martes de septiembre, como cada año, el Toro de la Vega, Volante que se llamaba este año, ha sido convenientemente alanceado y sacrificado y bien que lo siento; pero también a esta hora, me informa diligentemente Amnistía Internacionacional (consulten su página de vez en cuando, eso sí que es cine de terror...) que una mujer sudanesa de 23 años condenada a la lapidación  ha recibido in extremis la amnistía de sus verdugos gracias a las presiones internacionales. Luchemos contra la barbarie, venga de donde venga, no torturemos gratuitamente a los animales, aunque no los apreciemos, cual es mi caso, quizás así evitaremos torturar a las personas que, proclamo, es aún más grave.

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