martes, 5 de febrero de 2013

Corrupción desde menores

    Tengo un amigo que cuenta como gran anécdota de su infancia el día en que se encontró por los pasillos del colegio un billete de cinco mil pesetas; lo que tardó en decírselo a sus padres y  las dos o tres noches de insomnio que aquello le supuso, porque sabía que una vez comunicado el hallazgo, el destino de las cinco mil pesetas sería el despacho del director del colegio. Esos mismos padres que hace años nos dejaban tan claras las normas, en muchos casos eran grandes defraudadores de la hacienda pública, algo que en aquel entonces era casi un pecado venial y hasta bendecido por la Iglesia, que era otra gran defraudadora dicho sea de paso.

    Y que tire la primera piedra el que nunca haya metido mano en el monedero de sus padres o nunca se haya quedado con las vueltas del pan, sisar, que se llamaba. Los meapilas que antaño nos afeaban estas fechorías y de paso nos invitaban los domingos a unirnos a la parroquia para alabar a Dios en las alturas, se han convertido en adultos que engañan a sus mujeres, a sus maridos y muchos de ello hasta a sí mismos.

    En aquellos años de hierro, nos quebrábamos la vista para encajar todas las declinaciones latinas entre las líneas del diccionario antes del examen, o pasábamos horas miniaturizando la tabla periódica hasta que era lo suficientemente pequeña para encajarla dentro de la carcasa de un bolígrafo Bic. Lejos de mejorar, en este vicio de copiar, las nuevas generaciones, según me cuenta mi santo varón (profe y mártir) utilizan sofisticadas tecnologías entre las cuales la más simple es tener a tu madre con un iPhone chivándote las respuestas desde casa...Esas tecnomadres que  hace treinta años intentaban hacer chuletas de auténtica filigrana y acababan aprendiéndose la lección, ahora les ahorran el esfuerzo a sus criaturas, que son perezosas hasta para hacer trampas.

    En nuestro país, de carreteras infames hasta hace no mucho tiempo, se mataba la gente por hacer todo tipo de burradas al volante. La Guardia Civil en los tiempos de la miseria se dejaba colar algún billete para levantar la multa; ahora, con el carnet por puntos la mordida se ha institucionalizado y hay gestorías que, sin ningún recato, publicitan sus servicios de devolución de puntos perdidos o de arreglo de multas para evitar el pago de las mismas. Un tipo que gana siete Tours de Francia sale por la tele diciendo que no los ganó ni subió a los Pirineos bebiendo Cola-Cao (algo que sospechábamos) y de repente nos acordamos de todos los que los ganaron antes que él, que probablemente lo harían con procedimientos parecidos y soltando propinas a derecha e izquierda para callar bocas. Y les aseguro que para los mitómanos como yo, es una terrible decepción pensar que los dioses de los estadios y de las cuestas de los Alpes  lo eran gracias a mucha sustancia prohibida y a mucho soborno pagado para traficarlas.

    El vicio de proponer dinero a cambio de favores no es sólo propio de la prostitución, que al fin y al cabo es un oficio, sino que lo practican quienes quieren operarse de un juanete por la vía rápida, quién quiere asegurarse un puesto en una lista electoral, el que tiene un solar que malvender y el que no tiene nada pero aspira a conseguir, aunque sólo sea, un mal puesto de trabajo con el que llegar a fin de mes. Y contra ese vicio de "dar a cambio de" parece que no hemos fomentado suficientemente la virtud de "no me des porque no lo aceptaré"; algo que como pueblo nos falta, aunque nos sobren otras muchas cualidades. Y así estamos.

    Para que no me digan ustedes que siempre cito a los Clásicos, aquí les dejo un verso de Octavio Paz, un par de siglos más moderno:

Por qué si acaso fuiste tan patriota,
estás comprando votos de a peseta?
Para qué admites esa inmunda treta
de dar dinero al que tu nombre vota?

No te conmueve, di, la bancarrota
ni el hambre que a tu pueblo tanto aprieta?
Si no te enmiendas, yo sin ser profeta
te digo que saldrás a la picota.

    La corrupción, que dicen los entendidos que es propia de países pobres, hará de nosotros un pobre país. Que es parecido, pero no es igual...

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