jueves, 14 de febrero de 2013

Postales viajeras

    He recuperado el habla y, con ello, mis ganas de escribir. Puede que esta afirmación les parezca una idiotez y lo entiendo, pero he descubierto que necesito tanto hablar y que me hablen, que cuando no puedo, el resto de mis facultades (si es que las tengo) se aletargan y se  ponen en modo de espera. Quizás sea un fenómeno paranormal, si se repite me lo haré mirar.

    En estos días de silencio por prescripción facultativa  he dedicado muchas horas a navegar aguas arriba de Internet y, sobre todo de Facebook, que es la única red social que frecuento y gracias. He intentado ser una buena amiga electrónica, responder a todos los que me escribían y poner comentarios ocurrentes y jocosos a todos los que estaban de vacaciones, que al coincidir mi silencio con el Carnaval y la semana blanca (en los países con esquiadores) eran unos pocos. Reconozco, después de haber pasado por todo este examen que yo, como internauta, soy más bien del género sota, que añadido a mi torpeza para incorporar fotos, imágenes y noticias, hará pensar a más de uno que yo no salgo de mi casa en los 365 días del año: nada más lejos de la realidad. En esta semana me han llegado imágenes de mis amigos desde las montañas de los Alpes franceses hasta el Taj Mahal; desde una terraza sevillana frente a la catedral hasta la estepa castellana y yo, mientras tanto, haciendo gárgaras día y noche y probando todos los remedios habidos y por haber para reactivar mis cuerdas vocales; bebiendo litros de infusiones con todo tipo de hierbas y diciéndome que, por una vez, como en casa en ningún sitio.

    Porque créanme, yo soy de las que pienso que hay miles de sitios mejores que la casa propia; y por lo que me cuenta mi madre, ya era así desde muy pequeñita, y afortunadamente, mis queridos parientes cercanos me siguen en esta querencia. Me apasiona viajar, me emocionan los aviones, los trenes, los aeropuertos, los hoteles, las maletas, los cambios horarios, los mapas de las ciudades que no conozco y por donde me pierdo, las carreteras, los bares infames al borde de las mismas, las colas de los embarques, los museos, los puestos de recuerdos, las gitanas que te intentan robar la cartera a las puertas de los monumentos y los taxis que te estafan lo que quieren por llevarte por el camino más corto posible a la estación. Pero esta semana me he limitado a ver cómo todo eso lo hacian los demás vía Facebook.

    De viaje soy capaz de soportar muchas cosas que en la vida cotidiana me desquician: el hilo musical de los sitios públicos, la gente que no se lava en siete días y se te arrima en el metro, los perros en los restaurantes y los conductores que no pone el intermitente antes de torcer, por mostrar unos pocos ejemplos. De viaje he conocido gente imposible que en otras circusntancias ni me hubiera molestado en saludar. De los viajes tiendo a guardar todo tipo de recuerdos y baratijas cuando de natural, soy tendente a tirarlo todo a la basura, hasta lo que sirve. No me molestan ni siquiera los preparativos, que encuentro en muchos casos más excitantes que el viaje mismo y para los que, reconozcamoslo, Internet es una mina. El viaje ha sido la Universidad más útil a la que he asistido, y créanme, porque he ido a unas cuantas. Es el lugar donde cogieron mi cabeza cuadriculada de muchachita de provincia castellana y le abrieron el horizonte con unas tenazas; y me temo que si los bancos nos siguen robando como acostumbran, será la única herencia que les deje a mis hijos!

    Resentida? Amargada? Ni hablar, la maldita nieve me ha fastidiado ´la única excursión que había previsto hacer con mi familia en estos días, pero a la manera de Escarlata, que es mi heroína cinematográfica favorita (muy por delante de la Princesa Leia y de Audrey Hepburn en cualquiera de sus papeles): a Dios pongo por testigo que yo, mientras el cuerpo aguante, de viaje me voy!  Sigo el ejemplo de un amigo mío que no para de hacer maletas y cruzarse océanos, continentes y países con excusas miles, él dice que en su casa huele a viaje, en la mía no en este momento, pero si por mí fuera...

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