domingo, 24 de febrero de 2013

Mens insana in corpore corrupto

   Toda la vida he creído en las virtudes del deporte. Por eso cuando era una niña inquieta (ahora soy una adulta inquieta) probé de todo, desde el ping-pong hasta la escalada; jugué en un equipo de baloncesto a pesar de mi escaso metro sesentaysiete, probé con los patines, la raqueta de tenis, los palos de golf y la tabla de windsurf, unos con más éxito que otros. En esta fase otoñal de mi vida aún he conseguido correr veinte kilómetros en dos horas y media y no perder la vida en ello, probablemente por lo mucho bueno que almacené de tanto deporte en mi (primera) juventud.  Siempre he querido creer que los deportistas son personas sanan que no fuman, trasnochan poco, están de buen humor y viven muchos años porque no les sube el colesterol ni la tensión arterial. Que esta gente que se dedicaba al culto al cuerpo tenía la mente despejada de muchas tonterías y se convertían, además, en los heroes de nuestros chiquillos.

    Todo mentira: los deportistas son gente que vive peligrosamente, agobiada entre las obligaciones de obtener resultados, el dinero que se juegan en ello, las muchas porquerías que ingieren para llegar a esos malditos resultados y la poca cabeza que gastan en muchos casos. Lo de doparse ya no es una opción sino una obligación, según lo que vamos sabiendo del juicio al Doctor Fuentes, que parece que era una especie de Doctor Mengele del pelotón ciclista. Y entre tanta hormona descontrolada y tanta poca sesera, resulta que algunos deportistas, otrora ejemplo de pundonor y sacrificio (ya me dirán cómo clasificar sino lo de correr con unas piernas de acero inoxidable) son un peligro público y te pueden pegar un tiro por un quítame hallá esas pajas.

   Son peligrosos incluso los ex-deportistas, y para muestra vean la que ha organizado uno de ellos, ahora yerno Real de profesión, que se ha dedicado a organizar eventos ficticios y montar chiringuitos para sacar pasta de ello por su cara, en otro tiempo bonita y ahora demacrada. Y los eventos eran deportivos, mire usted por dónde...Lo que no pudoTejero un 23-F a saber si no lo logrará el Duque en-palma-do otro 23 de febrero (tal que ayer).    Y si catalogáramos la Formula 1 de deporte, cosa que yo dudo, resulta que es más peligroso aparcar el bólido que correr por las pistas a 250 por hora, y consecuencia de ello, miren cómo se ha quedado esa pobre chica madrileña llamada María de Villota: cual princesa de Eboli,  pero sin la corte de Felipe II y sin la posibilidad de matar el rato intrigando en palacio y asesinando a sus amantes...ser tuerta en el siglo XVII era mucho más fácil que ahora, se lo aseguro!

    Qué ha quedado del "altus, citius, fortius" en el que creíamos algunos? pues nada o mejor, muy poquito en forma de "más hormonas = más rápido = más dinero = más trampas", y de aquí vuelta a la casilla de salida...Será posible que yo le siga contando a mis hijos que el deporte es no sólo bueno para uno mismo sino una magnífica escuela para la vida? O habrá que ir pensando en mandarlos al ejército, o a las misiones, o a una asociación caritativa para que aprendan ciertas cosas como el compañerismo, la superación de los retos, el aguante ante las condiciones adversas, aceptar las derrotas, ser correctos con el adversario, no intentar ganar algo a cualquier precio y todo aquello que yo aprendí en mi equipo de baloncesto?  Yo, mientras tanto, sigo corriendo por las calles intentando rebajar mi cintura,  y  mis dos horas y media para los veinte kilómetros, con más éxito en lo primero que en lo segundo; pero lo importante sigue siendo intentarlo.

    Y de premio un vídeo, de cuando el deporte era deporte...Feliz semana para todos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario