domingo, 3 de febrero de 2013

Todo para mis nietos

    Hoy iba yo a escribir del turismo y sus sinsabores, porque cuando hago dos entradas serias seguidas, me llegan comentarios de mis lectores alarmándose y pensando que quizás he perdido el sentido del humor y que voy a  aprovecharme de tener un blog para convertirme en uno de los miles de opinadores con los que ya cuenta nuestro bendito país. Yo entonces, escribo cuatro párrafos de patochadas de las mías que, claro está, me cuestan bastante menos esfuerzo que las cosas serias, y todo el mundo contento. Pero no está el horno para comedias, y en todo caso, lo estaría para esperpentos, que es un arte que Valle Inclán dominaba y yo, modestamente, ni consigo esbozar por más que me empeño. Por si acaso, no viene mal revisar "Luces de Bohemia", los de mi quinta lo tuvimos como lectura obligatoria a presentar en la selectividad, de mí para abajo, a saber quién se lee aún esas cosas...

    No quiero empezar con la cantinela de "estamos gobernados por una panda de chorizos" ni "España nos roba" ni toda esa ristra no de chorizos, sino de frases repetitivas que te llegan por Facebook, de la cual sólo he visto hasta ahora una que me hace verdadera gracia: "el Dioni nunca robó un furgón: no aparece en su declaración de hacienda". Que polemicen otros, yo prefiero, siempre he preferido, reflexionar. Y la reflexión para hoy me ha venido leyendo el comentario de un crítico literario a propósito del último libro publicado en noviembre de 2012 sobre mi admirado García Márquez: "Gabo periodista", libro que no poseo y ardo en deseos de leer (qué pena que ya se haya pasado el amigo invisible).

     Gabo cubrió como periodista la cumbre de Ginebra de 1955 en el preludio de la Guerra Fría, y lo que más le llamó la atención, y así lo publicó en el diario colombiano "El Espectador" (para el que trabajaba) es que el presidente Eisenhower, que entonces tenía 65 años, salió varias veces del edificio de la ONU donde se celebraba la cumbre para ir caminando a comprar regalos para sus nietos en una juguetería. La conclusión de Gabo es que este hombre gobernaba con otro temple porque ya tenía nietos y le preocupaba dejarles un mundo mejor o al menos no tan malo como el que él había vivido, con dos guerras mundiales por medio.

   Y mi conclusión señores, no puede desviarse mucho de la de García Márquez: seremos capaces algún día de andar por el mundo pensando no en lo que les dejamos a nuestros hijos, sino mejor, en lo que le quedará a nuestros nietos?  Será posible que dejemos gobernar a los que tienen nietos para que al menos se les ocurra a ellos pensar a largo plazo? Llegará el momento en el que volvamos, como los antiguos romanos, a creer en el peso de la edad? (sin pensar en el peso del reúma); por qué todos estamos convencidos de que ser viejo es peor que ser joven? Si para ser presidente fuera obligatorio tener  nietos quizás nuestras finanzas públicas estarían mejor guardadas, o simplemente mejor administradas. Es una idea, y no se me ha ocurrido a mí, sino a García Márquez, que no sólo tiene todo el talento literario que a mí me falta y tanto le envidio, sino que, además, es persona de cierto seso.

    Y para terminar les dejo con una frase de alguien que sí tuvo nietos mientras gobernó, y que casi casi podríamos decir que fue el abuelo de Europa: Carlos I de España y V de Alemania. Está sacada de una carta que le envió a su hijo y futuro rey Felipe II, donde le daba instrucciones de gobierno: "y recuerde el príncipe que la moral siempre tiene que estar por encima de la política, nunca por debajo" (1543). Pues eso. Feliz semana para todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario