lunes, 25 de abril de 2016

Acabemos con el análisis sintáctico, ya!

    En la latitud que habito, ha empezado un nuevo invierno, éste con granizo, algo de nieve y temperaturas próximas a cero, así que el fin de semana se ha prestado a las actividades de interior. Una de ellas, no precisamente apasionante,  ha sido contemplar a mi heredera (pobre!) como se devanaba los sesos  con un examen de lengua española. 
 
    En otro tiempo pasado, yo hubiera metido el cazo y además con razón, porque la lengua era una de mis asignaturas fuertes y aunque ya la cosa consistía en buena medida en ese ejercicio tan estéril como antipático del análisis sintáctico, yo no había llegado aún a la edad de plantearme preguntas trascendentales; así que me limitaba a hacer todos esos dibujitos de árboles, ramificaciones, subrayados de colores, cajas, cajones y cajoncitos con los que desmenuzábamos frases llenas de sentido como "debo pasar por casa de mi antipática vecina para regarle las plantas" (con sujeto omitido) o "ay señor, señor,  lo que sufren las que tienen que servir". Después de todo ese juego de diagramas venía la ardua tarea de dilucidar los complementos, si eran directos o indirectos, discernimiento éste bastante útil para aprender idiomas,  según pude comprobar después; y toda otra serie de complementos y sintagmas varios, ya no tan útiles, y  que según los años recibían un nombre u otro, dependiendo del plan de estudios y de la mente preclara a quien el ministerio pagaba para diseñarlo. 

    Treinta años después de abandonar aquel horror de análisis sintáctico, con el que pasé y consumí horas y horas de mi tiempo colegial, puedo afirmar y afirmo dos cosas: que no entiendo muy bien para qué me sirvió y que, por desgracia, a día de hoy nuestros colegiales siguen sometidos a tal castigo. No me parece que saber qué complementos extraños van detrás del verbo y diferenciar hasta la minucia  sintagmas, núcleos,  determinantes y demás familia  que cambia de nombre cada tres años, añada mucho al acervo de unos escolares a quienes cada vez les cuesta más leer un texto, comprenderlo y resumir sus ideas principales, operación, esta última sí, altamente útil para la vida. Pues nada, en vez de leer textos e interpretarlos, en vez de leer libros y comprenderlos, venga a sacar complementos, que ya ni cuento cuántos hay, y algunos recien inventados, como uno que se llama "complemento de régimen" del cual yo era ignorante de su existencia hasta hace dos días. 

    La lengua española debería enseñarse en las escuelas para que los alumnos aprendan a a amarla, comprenderla y no despreciarla. Debería ser el lugar donde los niños descubran el Lazarillo  la Celestina y el Quijote, y fíjense que digo "descubran" porque ya hasta renuncio a que lo lean. Debería ser el lugar donde aprender que la escritura que practican en sus teléfonos móviles debe de quedar para esas pantallas, y que para andar por la vida sin pasar por un cateto, hay que escribir las palabras con todas sus letras y no cambiarlas, aunque "kaka" nos parezca más gracioso que "caca". Pero claro, estas pobres criaturas (y sus sufridos profesores, que hacen lo que les manda el ministerio) no tienen tiempo para nada de eso porque se pasan la vida analizando frases idiotas con sujetos omitidos, construcciones en pasiva (de verdad que hay alguien que dice "fui conducido por la policía al calabozo" en vez de "me llevaron"? ) y todo tipo de predicados cortados en trozos con sintagmas variopintos.

    Hace dos semanas asistí en París a una representación de "Tartufo" de Molière en su teatro nacional,  a una hora en la que los escolares podían asistir. Me atrevería a decir que al menos un tercio de la sala tenía menos de dieciocho años. Nadie bostezaba porque, probablemente, es un texto que conocen y han visto en clase, que han leído (aunque sea a trozos) y comprendido, y comentado con sus profesores. Mientras que nuestros escolares detestan la lengua española porque solo conocen y estudian sus sintagmas y complementos, los franceses leen a Molière y analizan una obra que es un bellísimo tratado contra la intolerancia y la hipocresía. Ustedes con cuál modelo se quedan?

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