domingo, 17 de abril de 2016

Un poco de cordura

    Los humanos llevamos veinte siglos y unos años demostrando a los extraterrestres que estamos rematadamente locos. No sólo llevamos todo ese tiempo y algo más intentando destrozar el planeta donde vivimos (aparentemente el único donde se vive decentemente) sino que además de vez en cuando nos ocupamos con saña  y cierto éxito en destrozanos los unos a los otros. Los demógrafos, con su frialdad científica nos  dirán que las guerras y catástrofes naturales son necesarias para regular la cantidad de almas que pueblan la tierra, que tampoco pueden multiplicarse hasta el infinito. A mí me parece que guerras y destrozos varios no son más que la muestra palpable de que, cuando a los humanos se nos va la pinza, es mejor no estar muy cerca.

   Me acusarán ustedes de pesimismo y negrura, pero yo a día de hoy, con lo que veo a derecha e izquierda no sé como explicarles que ni la optimista inasequible que habita en mí puede permitirse el lujo de serlo. Creo que Mafalda lo explica mejor que yo:


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   Bien, en estos últimos días, y en la locura generalizada en la que vivo, llamada siglo XXI, hay de vez en cuando algún brote de cordura. Véase a ese Papa Francisco, que se va a Lesbos y denuncia todo lo que de injusto y denunciable se ha encontrado allí. Pero ese Papa, que vive en el colmo del anacronismo que es la Ciudad del Vaticano, donde se blanquea dinero y se vive en la Iglesia como la Iglesia recomienda que no hay que vivir, ese Papa, insisto, se ha traído en su avión a tres familias de sirios refugiados que piensa instalar en el Vaticano. Aunque a cambio los frían a catequesis, ya es un cambio, no creen?

    Y que me dicen de mi paisano el juez Pedraz, que ha mandado a chirona y sin fianza a Mario Conde,  porque quizás ha conseguido demostrar lo que muchos nos temíamos: que este tipo se pasó once años en la carcel, pero que cuando salió era tan rico como cuando entró (si no más) y que de todo lo que esquilmó, estafó y escamoteó a propios y extraños, no ha devuelto ni un céntimo. Y que la soberbia es, de los pecados capitales, el mayor enemigo de la inteligencia. El señor Conde va por la vida sobradísimo de ambas, que son cualidades que juntas no mezclan bien. En este caso, hemos pasado de la locura de admirarlo, a la cordura de defenestrarlo, a la nueva locura de convertirlo en tertuliano de peso en televisiones escrújulas y de nuevo, al lugar de donde nunca debió salir sin pagar sus deudas.

   Y quizás, a pesar del poco número de manisfestantes y de que las cuestiones religiosas dividen más que suman, y de que la ciudad donde resido aún es una muerta en vida que lucha por sacudirse sus fantasmas y sobre todo, por sacudirse  el mal que le procuran los políticos que la gobiernan y la desprecian, ésta que les pongo a continuación, también es una imagen que delata ciertos signos de cordura  Aún hay razones para sonreir en el siglo de la locura. Feliz semana para todos


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