jueves, 28 de abril de 2016

Adivina adivinanza

    Hoy les propongo un acertijo. En mi casa están pasando cosas anormales y cuando comience a relatárselas, ustedes tendrán que adivinar el motivo. No se trata de saber de qué color es el caballo blanco de Santiago, pero casi. 

    Desde hace un par de días, en mi casa hay silencio, la wifi funciona al doble de su velocidad habitual, el rap ya no es ruido de fondo y nuestro cuarto de estar se ha convertido en una agradable sala de lectura.  La nevera, que estaba casi llena hace 48 horas, sigue casi llena. Es más, ciertos sectores de la nevera, véanse: zumos, leche, yogures y  quesos en lonchas siguen misteriosamente ahí. También dejé dos plátanos abandonados en el frutero que están cambiando vertiginosamente del amarillo al marrón sin tener que ir a comprar un kilo de plátanos día sí y día no para que les hagan compañía. Ayer cenamos cardo en salsa de nueces,  comida viejuna donde la haya.

    A la vez que la nevera no se vacía, el cesto de la ropa sucia tampoco se llena, la lavadora está casi muda y los pocos calcetines que salen de ella están, asombrosamente, emparejados tanto de talla como de color. No he vuelto a tropeza con cables de cargadores ni con zapatillas abandonadas en el pasillo. No me encuentro billetes de cinco euros debajo de las camas ni vasos usados por las esquinas de los cuartos. El cuarto de baño ha dejado de ser una combinación de sauna finlandesa y cuarto de los trastos y ya no hay todo tipo de notas autorecordatorias  y papeles que firmar a las siete de la mañana esperándome sobre la mesa de la cocina

    Hablando de la mañana, resulta que hoy me he levantado sólo una hora antes de marcharme a trabajar y me parecía que, o me estaba dejando mil cosas olvidadas en casa o me estaba equivocando de horario, pero ni lo uno ni lo otro. Ahora estoy escribiendo estas líneas y ni siquiera me he puesto a pensar en la cena. Raro, raro...

    Ayer, hasta tuvimos tiempo de ir al centro y ver una exposición de fotografía de Andrés Serrano, un curioso tipo medio cubano crecido en Nueva York que retrata mendigos entre otros desheredados. En condiciones normales, la exposición hubiera pasado por mi vida a la velocidad del AVE y sin tiempo para verla. Y no desespero, antes de que esta tormenta perfecta acabe, de ir a ver "Trumbo", que la acaban de estrenar y retrata a uno de los personajes más fascinantes del Hollywoood de los años dorados. Cine sobre el cine, uno de mis géneros favoritos. Lo conseguiré de aquí a otros dos días? Eso espero. 

    Porque aunque en la calle graniza, llueve, hay ráfagas de viento y un frío más propio de de febrero que de finales de abril, en mi casa tenemos en este momento un anticiclón de las Azores que nos ha hecho ver el sol en forma de recuperar los pequeños placeres abandonados por falta de tiempo y porque ciertos seres humanos, en una racha bastante larga de nuestras vidas, nos dedicamos a invertir mucho tiempo en otros seres humanos que viven con nosotros y que nos colonizan la existencia, o por lo menos tres cuartos de la misma. En dos días, el anticiclón se moverá, la tormenta pasará de perfecta a imperfecta, y los dos adultos amigos y compañeros para la vida que compartimos esta casa donde están ocurriendo cosas misteriosas, volveremos a nuestro estado previo de seres colonizados y, sin embargo felices de serlo. Quizás dentro de diez años me arrepienta de haber escritos estas líneas; por ahora, disfruto de lo que está ocurriendo. Queda abierto el plazo para hacerme llegar la respuesta a la adivinanza.

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