lunes, 2 de mayo de 2016

...Y se armó el Dos de Mayo

   Me he alejado unos días de estas páginas, siempre con excusa. Para empezar, una semana zen por ausencia de mis herederos, que han dejado un vacío, para nada existencial, que su padre y yo nos  hemos empleado a fondo en llenar con todo aquello que dos adolescentes, fuentes perpetuas de ruido ambiental nos impiden hacer; verbigracia: disfrutar del silencio.

   Después celebré mi cumpleaños y sobre todo, celebré este domingo no el 1 de mayo (aquel San José Obrero inventado por Franco) sino el que hace 25 años un grupo de jóvenes españoles, cuando otra crisis nos echó de nuestro país,  llegamos a esta ciudad en la que vivimos, trabajamos, nos casamos, nos hipotecamos, criamos prole y envejecemos juntos. Finalmente, como dice mi amiga la Budista (que también es del grupo) no hay nada mejor que envejecer con tus amigos. 

    Tanto calor en el alma se me ha enfriado hoy, dos de mayo, día de tanto significado para los que creemos que la libertad es el valor defendible por encima de todos los demás cuando ya van quedando pocos que defender. Hoy se disuelven las cortes que debían haber dado a luz al primer gobierno de coalición de la España post-dictadura; hecho que, ahora sí, nos hubiera dado la mayoría de edad democrática que parece que no alcanzamos ni a empujones. Mi gozo en un pozo: la falta de gobierno y los meses transcurridos desde el 20 de diciembre nos han mostrado cómo somos los españoles y a la postre, por qué no podemos tener un gobierno de coalición.

    En primer lugar, porque no sabemos dialogar; porque cuando discutimos ya nos cuesta escuchar lo que nos dicen y, esperamos secretamente poder decir la última palabra y acabar teniendo razón. Esto, en una situación política de mayorías poco viables, es imposible de sostener. Ya que los obispos vetaron la educación a la ciudadanía en los colegios (en la próxima ocasión estoy dispuesta a votar a ciegas al partido que le cierre el pico a los obispos y cancele el Concordato con la Santa Sede) podríamos proponer como sustituto "educación al diálogo" que nos vendría a todos muy bien.

    Segunda conclusión: la corrupción no nos importa nada. Por mucho que se nos llene la boca bramando contra ella, que hagamos circular por las redes sociales mil mensajes que tratan a nuestros gobernantes de ladrones y por mucho que nos rasguemos las vestiduras denunciándola. Al final, el corrupto que llevamos dentro, ese que se cuela en las colas, copia en los exámenes, busca medrar por enchufe y le defrauda a Hacienda aunque sean diez euros, es el que sale a la luz en el momento de votar. La corrupción no le importa nada al 50 % del censo (unos pocos millones de ciudadanos) que está dispuesto a votar de nuevo a los grandes partidos que se han merendado el país con Nocilla y han metido las manos en la caja ajena cuando y como han querido. Y ésto no me lo invento yo, miren los datos del sondeo del País de ayer domingo...

    Tercera conclusión: la española, a pesar de los cuarenta años que han pasado, sigue siendo una democracia imberbe, donde aún no se sabe hilar un discurso coherente, no se sabe hablar con el enemigo sin insultarle, no hay grandes parlamentarios y el propio parlamento es un patio de vecinos. Los de toda la vida siguen cometiendo los mismos pecados y los que vienen nuevos a limpiar la casa no son capaces de aprender de los errores de sus mayores. 

    Y mi conclusión personal es que yo soy una ingenua, que pensaba que en esta legislatura aprenderíamos, por fin, a ser votantes mayores de edad con políticos crecidos en democracia y liberados del pasado? Craso error: los españoles tenemos la falta de gobierno que nos merecemos, porque digan lo que digan aquellos jovencitos mesiánicos del 15M, los que están dentro del hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo SI nos representan.

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