jueves, 9 de febrero de 2017

Pepe Gotera y Otilio: el regreso

    Para aquellos que no son lectores fieles desde hace varios años, aconsejo ir a la blogoteca (existe esa palabra?) y buscar las entradas del 15 y 19 de noviembre del 2013: sólo así comprenderán el título de ésta. Cuando escribo estas líneas, siento que tener un blog y unas personas que me lean, aunque sean dos, es bastante mejor que salir por las calles pegando tiros o navajazos; o atiborrarse de barbitúricos; en esto soy afortunada, porque el panorama de escayolistas en el que está sumida mi casa es como para optar por las dos últimas opciones y no por la literatura 2.0.

    Ya se han puesto ustedes al día con mi trauma de las reformas de hogar? Pues entonces pueden seguir leyendo, aunque les adelanto que lo que voy a contar en los próximos tres o cuatro párrafos no es muy novedoso con respecto a lo ya escrito anteriormente. Porque por desgracia la historia se repite, y no sólo por el hecho que estamos viviendo de nuevo, después de una crisis económica de órdago, un repunte de totalitarismos y nacionalismos racistas varios, sino también porque a Dios puse por testigo (en el mejor estilo de Escarlata O'Hara) que jamás Pepe Gotera y Otilio pisarían mi hogar y aquí los tengo de nuevo. Mejor dicho hoy ha venido Pepe Gotera solito que,  incapaz de terminar antes de que se nos venga encima el fin de semana, y oidas mis amenazas e improperios, vendrá mañana con Otilio y sus primos hermanos, y a mí me tendrán que dar las sales según entran por la puerta. Jamás tomo ansiolíticos, pero creo que en estos casos es como para pedirlos a gritos.

   Vuelvo a descubrirme incapaz de lidiar con esta gente que me aborda con el saco de cemento en una mano y el martillo en la otra. Reconozco que son más indoloros que los que te asaltan con pistola, escopeta recortada o navaja, e incluso más  inocuos que los que te acosan con la Biblia en mano o con el anuncio de la llegada de la Virgen, pero creo que a estos últimos sé como hacerles frente; a los del yeso y clavos, en absoluto. Y aparte de una de mis vecinas, y de mi madre en sus buenos tiempos (véanse de nuevo mis entradas del 2013) no creo conocer a nadie que se lo pase a cuatro manos teniendo la casa invadida por los soldados del Imperio vestidos con mono azul y armados de esas radios que te colocan en el pasillo a todo meter y que sigues oyendo en sueños varios días después de que concluyan la invasión de tu casa. Yo les aseguro que el pasillo de mi casa era hoy un Guantánamo sin presos.

    Hoy, ante mis quejas furibundas por detalles que les ahorro, el capataz de todos ellos me ha dicho, poniéndose todo lo interesante que podía, que de ahora en adelante tendrán que cuidar más "la comunicación" (en realidad dijo "la Comm" que es mucho más fino)  de su empresa, con lo cual asumo que ese siglo XXI de Internet, comunicación y globalidad mal entendida ya se ha apoderado del gremio de la escayola; un motivo más para llorar. O un frente más que combatir, según se mire.

    Ultima conclusión de día de autos: ustedes piensan que los poderosos, las multinacionales, Putin y las monarquías del Golfo gobiernan el mundo? Pues yo les aseguro que mandando una buena panda de escayolistas de forma simultánea a la Casa Blanca, al Kremlin, a Downing Street y al Eliseo cuando lo habite Marine Le Pen, terminariamos pronto con esta era del nacionalismo, la demagogia  y la posverdad, porque si hay alguien que manda y nos tiene bien cogidos por salvas sean las partes son los obreros que hacen las reformas de nuestras casas cuando les abrimos la puerta. No les parece tentadora la idea?

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