jueves, 25 de abril de 2019

Lo que nos merecemos

   Alguien dijo que los pueblos tienen el gobierno y los gobernantes que se merecen. No sé si será verdad; seguro que no lo es en el caso de una dictadura, porque ninguna nación ni pueblo en el mundo, por mucho que esté formado por hordas de cretinos, se merece a un sátrapa que guíe sus destinos sin responder ante nadie. En el caso de la democracia, me queda la duda: el pueblo elige a sus gobernantes, luego, el riesgo de que éstos sean los que el pueblo merece, es mayor. 

    En España somos, por lo general,  crueles con el reino animal;  dejando de lado las corridas de toros (que ni acuso ni defiendo aunque personalmente me parecen una carnicería evitable) aun tiramos cabras desde las torres de las iglesias y descabezamos pollos a la carrera a ritmo de “Paquito Chocolatero”. Quizás sí nos merezcamos que exista un partido como el PACMA, que parece ser que roza ya los dos escaños en Madrid y que quizás tendría algún escaño más si la ley D’Hont no fuera tan dura con las provincias del interior. 

    No sabemos debatir, ni mantener una discusión pausada, con puntos de reflexión y en un tono de voz que no denote que la sangre nos hierve por dentro, qué le vamos a hacer. Lógicamente, aquellos que aspiran a que les votemos, por mucho que alguno haya sido campeón de oratoria en su facultad, tampoco son capaces. Da igual que el debate sea a dos, a cuatro o a docenas: no sabemos pedir la palabra, aguantarnos cuando no nos la dan y menos aún reconocer que la parte opuesta a veces tenga razón. No nos debería extrañar tanto cuando “Sálvame” (y sus secuelas “Sálvame de Luxe”, “Especial”, “Sálvame Naranja”, “Limón”) es uno de los programas mas vistos de la parrilla televisiva. Y que persiste desde el 2009.Hay ya una generación de jóvenes españoles que han crecido pensando que lo de “Sálvame” es lo mas parecido a un debate que pueden ver en la tele. No pidamos entonces que los cuatro espadachines que se han visto las caras este lunes y este martes, nos muestren la mejor cara del “homo hispanicus en debate”...Porque no existe. 

    Las mujeres de este país sabemos lo que queremos y somos algo mas de la mitad de la población . Últimamente nos hemos hecho oír por las calles y sobre todo por los juzgados, y parecía que sobre nuestras reivindicaciones (mayormente que no nos violen ni nos paguen menos salario a trabajo igual) estábamos todas de acuerdo hasta que llegó la Marquesa de Casa Fuerte  (Google it) y rompió
la baraja. Ella no tiene tan claro que todo lo que no sea un “sí” es “no” ; gasta acento porteño y sin hablar palabra de catalán se presenta por Barcelona. No se si se la merecerán sus lugareños, porque gracias a ellos, tenemos a unos graciosos sin gracia que andan por España llenando plazas de toros con banderas españolas, algunas con su águila y todo. Y además a estos abanderados ahora los votan los muy jóvenes porque les parecen novedosos, originales y garantes de la unidad de España que maldita falta nos hacen ese tipo de garantías en tiempos de sueldos bajos, parados a tutiplén y escolares ignorantes. También tenemos mucha culpa los mayores de lo que votan estos jóvenes, por no haberles explicado suficientemente que todo la libertad que disfrutamos ahora no fue gratis conseguirla. 

    Los pensionistas votan disciplinadamente al partido de los pensionistas, que además promete bajar los impuestos como si viviéramos en algún emirato del Golfo. Esos abuelos en forma, votantes disciplinados, tiene achaques que les cura la Seguridad Social sin tocarles el bolsillo y nietos que estudian en colegios y Universidades públicas. Nada les importa más que hacerle un Tururú a la Agencia Tributaria, ya que están convencidos que esas escuelas y facultades, como los trenes que cogen con el descuento de la Tarjeta Dorada o las carreteras que transitan, los financia el oro de Moscú o un tío de América, pero no los impuestos que no quieren pagar. 

   No sé qué pasará el domingo, pero con semejante panorama, me temo que el dicho de los pueblos y los gobernantes que se merecen, esté cargado de razón.

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